Rojo cereza con amplio ribete teja. Magnifica nariz que recuerda a la fruta roja madura (incluso a la sandía con sus pepitas) y que llega a trasladar leves notitas de orejones y caramelo tostado. Hay especias dulces, tabaco, maderas viejas, flor de lavanda, hierbas aromáticas, eneldo y cacao – especiados. Suave nota en su final ahumada – tostada que se une a la fruta dejando una sensación de pastel horneándose y de flores blancas / leche condensada. En boca es muy rico, equilibrado, suave, aterciopelado pero al mismo tiempo con una gran intensidad frutal madura que traslada mucho placer al paso, con perfecta acidez, dejando sensaciones especiadas y tostaditas/frutales al mismo tiempo. Tiene un posgusto lleno de fruta madura con sutiles terciaros que se unen por vía retronasal dejando un recuerdo cremoso. Es una maravilla que un crianza riojano de 1996 traslade estas sensaciones tan emotivas, tenemos que mirar hacia atrás para saber enfocar nuestro futuro enológico, ya teníamos la clave antes, estaba delante nuestra. Esa fruta roja es una delicia y no es habitual que la traslade cualquier vino europeo de 18 años, ni italianos ni franceses, no hay comparación, y encima con la historia de CVNE. Tenemos unos vinos que no somos capaces de apreciar y si comparamos precios, por ejemplo el de este crianza, es para preguntarse muchas cosas.