De color ambarino oscuro, muy evolucionado, cierta sensación de turbidez, reflejos dorados y anaranajados. Graso formando grandes lágrimas, permanentes.

En nariz es pura potencia, sin problemas de guarda, sin tufos reductivos ni evolución negativa en botella. Un blanco diferente, de perfil inédito, que no se parece a nada visto anteriorente. De carácter balsámico, con apuntes de salvia, yedra, mentolados (fisherman's friend, palodul) y una fruta que trae pieles secas de naranja, salmuera de limón, citronella, orejones y un fondo de escarchados y confites, bollería y cremosos suaves (vainilla, brioche) que recuerdan a las cocas de San Juan. Necesita respirar para abrirse a nuevos registros. Va asomando una barrica austera que aporta duelas envinadas, champiñón, algo parecido a hidrocarburos, cúrcuma, almendras amargas, notas enranciadas, té verde. Desconcertante pero muy atractivo. Viene y va, cambia, aparecen más mentolados, hierbas aromáticas, herbolario, fruta dulce de hueso, especias exóticas, licorosos, ortigas, terrosos... Podríamos decir que es un vino caótico pero nos engañaríamos.

En boca es un cañonazo. Que digo seco, muy seco!! Entrada de gran vigor y acidez extrema, hiriente, amargoso, sápido, y con una sensación de grasa más propia de un vino dulce. Un blanco de contrastes. El tanino de la madera (o de lo que sea - pepitas, hollejos, racimos...) está presente, rugoso, duro, contrarrestado por fruta de hueso, cremosos, vainilla, maderas viejas, infusión de hierbas. No sabemos si se irá domando con los años o si acabará enranciándose. En todo caso, hemos sido unos privilegiados por conocer esta rara avis. Un feliz encuentro!!!

Más información del vino: http://vinosclasicos.blogspot.com.es/2013/07/cune-1966-blanco-reserva.html