De color amarillo dorado, con tonos cobrizos y miel. Absolutamente limpio e impoluto, sin presencia de sedimento de ningún tipo. Brillante. Una preciosidad a la vista. Con 45 años a las espaldas.
Un espectáculo en boca y nariz. Buena intensidad en ambas. Aromas vegetales. Sensaciones cítricas que le dotan de una impresionante frescura, con algunas notas de fruta blanca sobremadurada (manzana asada, albaricoque). Goloso a la par que ligero, a lo que contribuye la presencia de sensaciones balsámicas. Humo, escarchados y suaves y elegantes tostados. Trazas licorosas que le dotan de una sensación amarga, la cual se contrarresta, a su vez, por unas persistentes, contundentes -y maravillosas- notas amieladas (qué postgusto!!) que están presentes de principio a fin y que, en conjunción con una acidez de manual, construyen un entramado, complejo, conjuntado y digno de admiración.
Otro ejemplo más de la añada 68, cuyas sensaciones, cuyo recuerdo, me han hecho recordar al Maestro Serrat, cuando cantó aquello de “llevo tu luz y tu olor por donde quiera que vaya .... yo, que en la piel tengo el sabor amargo del llanto eterno, ... tu alma es profunda y oscura”.
Botella procedente de la colección paterna (gracias una vez más, por todo).
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