Color caoba, de capa baja, limpio y brillante.
En nariz se presenta ahumado, punzante, yodado, con aromas a frutos secos, iglesia y botica. Sobresalen puntas de algún tipo de fruta madura de hueso, anís, madera y piedras.
En boca es un vino fluido, dotado de bastante frescura para tratarse de un amontillado de una vejez media de unos veinte años, con unos 17.5º naturales que no molestan y un regusto amargo y algo agreste que le otorgan una cierta mala leche. Sorbo a sorbo, los sabores van intensificándose y se acentúan los toques picantes y salinos.
Final largo, profundo e intrincado.
Perfecto con todo: como aperitivo con una almendras, con un salmorejo y un poco de jamón o con una tarta de limón y merengue bien ácida. No me lo estoy inventando, con esto me he acabado la botella.
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