Saca de marzo de 2015.
Dorado cobrizo, limpio y brillante.
La nariz se apoya en dos pilares, uno es la sutileza y el otro el amplio abanico. Los aromas van desfilando acompasadamente y ninguno va por delante. Detectamos flores marchitas, fruta blanca madura, aceituna verde, notas oleosas, panadería, ahumados y un conjunto de matices minerales muy presente (tiza, tierra seca y yodo).
La boca mantiene un equilibrio, una elegancia y una frescura sorprendentes. Si bien es verdad que de acidez no va muy sobrado, ya que la palomino tampoco da mucho más de sí, el carácter salino compensa esa carencia. El alcohol no se nota nada y sin embargo la flor es mucho más palpable que en la anterior fase. Aunque parezca contradictorio el paso es glicérico pero las sensaciones que deja son ligeras y livianas.
Final perfumado y de intensidad media.
Personalidad y trabajo bien hecho en un vino original, polivalente y que va mejorando edición tras edición.
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