Vino color oro envejecido, limpio, brillante y lágrima fina.
En nariz con buena intensidad, ntoas de flores blancas, levaduras, almendras crudas, perfumado, expresivo y con cierta evolución a hierbas aromáticas.
El paso por boca, sauve, amable, amplio, elegante, fino, largo recorrido, cuerpo medio, equilibrado, notas florales y frutos secos, sabroso, con un leve final salino. Muy bueno.
Retronasal, floral.
Postgusto, medio y muy bueno

Cuando te encuentras frente a este tipo de titanes, sólo piensas en poder dar la talla y apreciarlo en toda si inmensidad, en toda su plenitud, disfrutando cada segundo.

Una vez lo abres y lo disfrutas, descubres qué es la eternidad... Una eternidad que al servir en copa se presenta con un color dorado, muy brillante, como oro líquido, que es lo que es. Una joya embotellada.

Una joya que cuando la acercas descubres un horizonte infinito de registros, que te da de lleno en el corazón, con sensaciones difíciles de describir.. Aparecen toques oxidativos, yodados, salinos, frutos secos, algas, cáscara de naranja, que me recordaba al Cointreau, flores, mar, un aperitivo en la playa, un poco de pescadito frito, unas aceitunas, papas, almendra frita... Espera, que me he ido, jajajajaja. Es una nariz que evoca sensaciones, tranquilidad.

Una tranquilidad que se rompe en la boca, porque es punzante, pero fresco. Es salino, mineral, frutos secos fritos y almendra cruda, miga de pan, mineralidad, algas, yodo... Es un sorbo de mar, amargo, tremendo, potente, alcohólico pero sin molestar. Es un trago eterno.

Cuando pasa tiempo sin beber estos vinos basta un sorbo para volver a apreciar su largura, su profundidad, su todo.

de la excelente "factoria" Navazos.

El color es amarillo ligeramente dorado con toques brillantes.

Aromas de muy buena intensidad donde destacan los frutos secos, toques salinos y yodados, flores, hierbas y ligeros toques cítricos, muy complejo y al mismo tiempo elegante.

La boca es una verdadera maravilla, el paso de boca es elegante y sabroso, perfectamente conjuntado y equilibrado, recuerdos yodados, salinos y de frutos secos, larguísimo y con extraordinaria persistencia al final.

Un gran vino, que ya le faltan pocos años para ser amontillado.

Solera y segunda criadera de Valdespino, Macharnudo Alto, vejez media de 10 años.

Amarillo dorado con destellos color limón, muy brillante.

Aromas de buena intensidad y complejidad, punzante, salino, flores y frutos secos, aceituna verda, trazas minerales (tiza), ligero fondo de barnices.

Boca potente, punzante y un punto alcohólica, pero fresca y voluminosa, con ese acento salino y mineral avanzado en nariz, con un final muy largo y elegantemente amargoso.

Muy buen fino al que le queda mucho recorrido, como decía Juan aún no se siente la evolución oxidativa.

Precioso color dorado, limpio y brillante.
Muy complejo en aromas, creo que es más recomendable tomarlo a 13º que a 10º, efectivamente perdemos algo de frescura pero lo ganamos en matices. Tiza, flores marchitas, tierra asoleada, botica, plástico quemado, especias punzantes y un toque salino al final. En esta ocasión lo notamos con un carácter menos oxidativo que en anteriores sacas.
La boca, obviamente muy potente, es bastante menos angulosa de lo que habíamos pensado al principio. Pese a las acentuadas sensaciones alcohólicas y a los constantes petardazos que pega en el paladar, sorprendentamente el conjunto muestra equilibrio e incluso una cierta amabilidad. Aparte de las notas descritas en la anterior fase, identificamos miel y fósforo.
Postgusto muy largo, marcadamente mineral.
Me dijeron que no tuviese prisa en abrirlo, que esperase unos cuantos años, el reputado pago así lo requiere. Aunque ya se disfruta y sorprende esa energía brutal que paradójicamente está tan contenida, el tiempo en botella conseguirá que despliegue aún más su abanico.