Amarillo dorado con tonos de oro envejecido. La nariz es una continua hilera de aromas y matices, lo que demuestra su gran amplitud y riqueza aromática tras todos estos años en botella. Hay notas de cera, tostados, pastel horneándose, fruta en almíbar, orejones, torrijas, miel quemada, hierbas aromáticas y medicinales, anís, orégano, flores ajadas y secas. Matices que recuerdan a la conchas marinas, ostras secas, cuarzo y arena de playa. Un pequeño toquecito animal que muy sutilmente trae la sensación como de pelo de perro mojado, junto con otros recuerdos de goma de borrar y plastilina. En boca continua demostrando que no es un vino plural ni democrático, es singular y autodidacta, traslada con finura y delicadeza una excelente forma de entender la acidez y que vertebra todo el paso de boca con elegancia, hasta llegar a un posgusto comedido pero a la vez persistente con esa fruta en almíbar y tostada. Retronasal donde se percibe la clase y los matices quizás más minerales, en este caso se me antoja la tierra seca, el talco y el polvo de roca calcárea. No es la cantidad de aromas, sino como se conjugan en una especie de orquesta sinfónica organoléptica que forma una autentica maravilla musical sensorial. Y tras la penúltima copa junto a mi amigo Alberto y con los ojos ya puestos en el siguiente vino, sonrío para mis adentros, ya que a pesar de todo esto que percibo, no es el Tondonia Blanco que más profundo me ha llegado. Nunca un segundo, me pareció tan digno para ser el primero.

Botella con lacre y alambrado nuevo, corcho en buenas condiciones, humedecido hasta la mitad. De color oro viejo-ambarino, ligeramente turbio, con unas finísimas partículas en suspensión (bitartratos). Reflejos anaranjados, vivos. Sensación de grosor, lágrimas inmensas, permanentes.

Martillea en nariz!! Las primeras sensaciones son de orden herbáceo: brotes, espárrago, hinojo marino, anisados, todo ello apuntalado sobre un fondo térreo y húmedo, a muros y hiedra del que saca sombríos apuntes a mineral, hierro, metal indeterminado... No acaba de definirse en las habituales notas de fruta madura y amielados, aunque ahí están pero arrinconadas, transitando por un entramado de cítricos dulces, ahumados, maderas exóticas, cedro, duelas húmedas. Complejo, profundo, esquivo, guardando en retaguardia un sinfin de detalles que va desgranando paso a paso, sin dejar de aumentar en intensidad. Un vino de gran personalidad que poco se parece al resto de blancos gran reserva de la bodega. Aún en su profusión sigue siendo un blanco fuera de uso, enrevesado y exigente.

En boca está aposentado sobre pilares muy profundos. Tiene un sólido armazón de vitalidad y frescor, y sobre todo una acidez que circunvala el conjunto. Tiránico, afilado, hiriente, concentrado, de textura grasa y almibarada que se ve compensada en todos sus elementos. Salen notas amargosas y una levísima sensación almibarada al final, con un empaque amargoso (mandarinas) que se prolonga durante horas y no desaparece. Extraordinario blanco de López de Heredia con capacidad de plantarle cara a cualquier vino. Por su precio puede parece caro, y lo es, pero vale la pena probarlo al menos una vez para comprobar que en Rioja han nacido alguno de los mejores blancos del mundo. Entre ellos, éste.

Más información del vino: http://vinosclasicos.blogspot.com.es/2015/01/vina-tondonia-1957-blanco-gran-reserva.html

Complejidad aromática (otra de esas flores supervivientes), un paladar con riqueza y fuerza, y un final persistente, resinas y personalidad. Todavia te sacude un pomelo despierto.
Se puede seguir hablando. De todas maneras hay mas apuntes de este vino pero segun el dia y el recuerdo la sensibilidad dicta sugerencias...
Lo volveremos a beber.

Dorado intenso con una ligera turbidez. Increíble color para un vino blanco con … ¡50años!

Una vez abierto y filtrado, se muestra intenso y tremendamente complejo en nariz desde el primer instante. Quedan unas deliciosas notas de fruta blanca madura, flores marchitas, notas claras de miel, toques de maderas nobles y ebanistería fina, hierbas aromáticas, almendra amarga y piel de naranja confitada. Con el aire se vuelve todavía más complejo y misterioso. Un verdadero espectáculo.

En boca es un cañón pleno de matices. Tiene una todavía increíble acidez y resulta largo, graso, frutal y placentero como pocos. Final eterno, persistente, que deja unos recuerdos de frutos secos amargos e incluso cítricos. Su viveza y ligereza llena de matices te descoloca, te redefine el concepto de la longevidad en un vino blanco.

Sin duda el más grande vino blanco español que he probado y uno de los mejores del mundo. Superior al también extraordinario 64, pues este tiene más vivacidad y fuerza. Este tipo de vinos te redefinen todos los conceptos sobre los vinos blancos. No puedo puntuar, este vino está por encima de los números. Por encima de todo. Un mito. Inolvidable.

Decidimos acompañar la llegada del año con este LdH del 57, sin duda uno de los mejores blancos que existen en el mundo.

Se presenta color oro viejo un poco turbio. Tuvimos serios problemas con el tapón completamente deshecho.

El aroma era profundísimo y complejísimo, hojarasca mojada, heno, cítricos como pomelo y corteza de limón, hierbas del monte y una polisinfonia de todo.

Cuerpo alto, suavidad extrema, gran volumen y estructura, mantiene acidez, enormemente expresivo, está opulento, gordo, amplio y redondo, expresividad propia y largísimo. El mejor blanco que conozca. Feliz 2008¡¡

Color oro viejo de tono muy alto.

Aroma sutil, complejo, algo misterioso, hinojo, menta, jazmín y un poco de miel.

Boca aterciopelada, suave, equilibradísima, muy expresivo, muy vivo y muy largo.

Inmenso este vino, a la segunda copa Estrella y nos miramos y concluimos que es el mejor blanco que nos ha sido dado probar. Paradigma de elegancia y equilibrio, a todas sus virtudes hay que sumar el valor añadido del factor temporal . ¡47 años, es impresionante¡, Este vino parece inmortal. Vinos así son los que hacen llorar de emoción.

...De todas formas abrir una de estas botellas es casi un magnicidio, pero la ocasión lo merecía.

Impresionante color purpura intenso, en nariz se aprecian notas muy vivas a anis y citricos, pomelos, con mucha complejidad y al agitar aparecen otras a miel ahumados a mantequilla y madera fina con un paso por boca con cierto amalgor densidad y fresco, largo y con retronasal ko de tanta intensidad a sensaciones elegancia y belleza, desde luego que lo mio son los tintos pero vaya peazo de ejemplar de las vecinas, un vino enorme que recordara el viejo Bosco

Probado en la cata de Can Rafols, tras unos soberbios GR blancos 81 y 64. Sorprendente por lo diferente que es del 64. Tiene siete años más y en nariz es de una potencia sorprendente (parece más joven que el 64), gran complejidad, destacando la gama de tostados, increible expresividad. En boca muy interesante también, con recorrido y profundidad. Uno de los grandes blancos del mundo, para cogerte una copa y apartarte del mundanal ruido.

[CRC] Oro viejo con reflejos anaranjados. Nariz con predominio de suaves notas tostadas, diferente de otras añadas probadas puesto que en el primer plano aparece la madera y los suaves toques especiados como el cedro o la vainilla y tras ellos las notas de fruta blanca pasa, las flores blancas (sobre todo jazmín), los toques de miel y las suaves notas cítricas. En boca la madera ya pasa a un segundo plano, de nuevo su acidez es notable y su recorrido destacable. Frutoso, cítrico e intenso.