Espectacular color amarillo pálido, sin llegar al dorado. Cuesta creer que estemos ante un vino dispuesto a alcanzar las 7 décadas de vida sin haber mudado de aspecto. ¿Limpio? No, limpísimo!!! Brillante, refulgente, de aspecto juvenil, sin precipitados. Parece que no ha evolucionado lo más mismo a lo largo de todo este tiempo, sin el más leve signo de oxidación.

Todo lo visto se confirma al abrirlo: franco, amplio, libre de enranciados y de maderas viejas. Inicialmente salen aromas de gran madurez frutal, albaricoque-orejones, membrillo y un matiz cítrico (limón en salmuera, ralladura de pomelo) al que se le suma un fondo apenas mentolado con una pizca de anís y semillas de hinojo. Entero, maduro, reposado. Saca todo tipo de confitura, néctar, miel de romero y una fina nota térrea que envuelve el conjunto. La barrica está oculta en segundo plano aportando un toque vainilla, pimienta blanca y un fino cremoso. Brillante, de grandísima calidad y presencia. Aún tiene pendiente el ir reduciéndose y ganando más matices propios de la edad. Un chaval!!!

En boca tiene tanto temple como nervio, con el punto exacto de tensión y armonía. Faltan adjetivos para ser justos con él. Hay de todo y en cantidad. Su acidez está superpuesta a lo demás, concentrado y ordenado: un poco especiado, un poco salino, un poco cítrico, un poco abocado... La sensación es de plenitud. Nos deja una pincelada de algo que podríamos equiparar a lo "umami" al ir desapareciendo en boca. Última botella de este vino que podría haber ido a mucho más si le hubiéramos dado tiempo. Extraordinario!!!

Más información del vino: http://vinosclasicos.blogspot.com.es/2014/11/rioja-ederra-1947-blanco.html