Me dejo al lado un comentarios de nariz de sabor y solo digo que otra vez Emilio Moro sigue siendo la bodega elegida de un novato como yo en el mundo del vino.

Nos trasporta a thailandia excelente combinacion de fruta negra con especias exoticas procedente de la barrica. En boca el postgusto final de carboncillo refleja su personalidad y terruño.

Cereza cubierta con menisco granatoso con algún brillo ya asalmonado. Capa media.

Nariz seria, adulta, compleja. Ebanistería, piedra de rio, metal... Cuando se abre emerge el cacao, las frutillas rojas... Luego vienen las vainillas y los ahumados. De fondo un interesante ensamblaje de café y regaliz.

En boca es amplio, buen cuerpo... Le queda mucho para seguir ganando en botella. Las primeras sensaciones son de amargosidad, acidez y astringencia. Al paso, como en nariz, deja recuerdos de cacao, de moras y de regaliz. Y también de madera.

Notable longitud.

Uno de los pagos de Emilio Moro es el Camino Viejo, donde nace Malleolus; y este Malleolus está joven.
Color picota, menisco granate, limpio, brillante, lágrima media. Aromas de fruta negra con intensidad media, aromas de café, algo mineral y un balsámico final. En boca sabroso, equilibrado, algo tánico, intensidad y persistencia media.
La sensación es que ha sido abierta demasiado pronto.

Color picota con reflejos rubí y ribete rosa. Capa media, con menor extracción de color que en añadas anteriores. Limpio y con brillo. Lágrima densa y lenta que forma columnas ordenadas. Corcho largo, esponjoso y de buena calidad.
Nariz impetuosa desde el descorche, juvenil y profunda al mismo tiempo. Mora de zarza, frambuesa, grosella, cedro, algún ahumado, tonos lácteos y balsámicos.
En boca es un vino con temperamento, con unos taninos secantes y una acidez tremenda. El alcohol se va integrando en el conjunto. Paso marcado aunque elegante, con sabores a frutos rojos, mermelada de fresa, chocolate amargo, algo de madera nueva que no camufla ni oculta el resto de las sensaciones, café y algún toque mineral.
Postgusto largo y concentrado con recuerdos dulces, frutales y maderosos.
Fresco, mineral y con cierta complejidad para ser un vino tan joven. Quizá este 2008 es el Malleolus de corte más clásico que me he bebido.