Catado en bodega después de una visita algo desilusionante; gracias que la cata final de vinos acompañados por chacinas y queso pudo enaltecer la experiencia, sorprendentemente solos en la visita, en pleno julio a primeras horas de una tarde con un sol abrasador que invitaba a adentrarse al fresco de la bodega.
De color picota intenso, brillante, de capa alta, con un ribete granate y densa lágrima.
Nariz de intensidad alta, muestra concentración y complejidad donde aparecen aromas de fruta negra madura, casi compotada como mora y ciruela, junto a un regaliz negro, aromas de monte bajo, lácticos, tostados de fondo, fina madera, ligeros torrefactos y notas balsámicas que aportan un frescor necesario en el conjunto.
En boca es de entrada amable, con una buena densidad, es una explosión de la misma fruta negra encontrada en nariz, arropada por los tostados de la barrica más presentes, notas terrosas, tinta china, taninos golosos, pienso que con algo más de tiempo en botella puede redondear aún más lo que es a día de hoy un gran vino, sedoso, denso, complejo, elegante y sin aristas.
De color cereza picota, capa alta, ribete granate. Tinta la copa. Buena lágrima
Nariz con buena intensidad, seria, fresca y especiada. Notas de fruta madura, algo licorosa, frutillos del bosque y guinda, balsámicos y anisados, torrefactos, cacao, fondo ligeramente almizclado.
En boca es denso, sedoso, cuerpo, buena presencia de la acidez, taninos integrados y con sueve terrosidad, finos amargos para finalizar con una larga y sabrosa persistencia.
Es un vino equilibrado y complejo.
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