Marqués de Murrieta Blanco Reserva 1937
Marqués de Murrieta Blanco Reserva 1937
FICHA TÉCNICA
D.O./Zona
Pais:
España
Tipo de Vino:
Blanco
Crianza:
Con crianza
Precio aproximado
Precio Aprox:
Desconocido
PUNTUACIÓN
Nota de cata NOTA MEDIA:
9.7
/
99
Nota de cata CALIDAD-PRECIO:
10,0
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Opiniones de Marqués de Murrieta Blanco Reserva
OPINIONES
2

Ambarino claro con destellos cobrizos, limpio y brillante.

Buena intensidad en nariz con notas que sorprenden en un vino de su vejez, flores secas, frutas blancas bien maduras, orejones, membrillo, toques especiados de vainilla y canela, cera de panal, atisbos amielados, maderas nobles, un punto balsámico, chocolate blanco, un sutil fondo mineral, confitura de cítricos…en fin, una nariz llena de atractivos y sobre todo de complejidad.

En boca es un vino fino y delicado, armónico, delicioso en todas sus fases. Destaca su marcada acidez y su paso limpio y estructurado pero asombrosamente fresco y mineral, quedando en el final sensaciones de maderas nobles, especias y frutas maduras, con un deje balsámico muy curioso. Largo y persistente.

Segunda vez que probamos este vino, en esta ocasión en media botella y nos pareció por lo menos igual de entero que la anterior en botella normal, con algo de mejor color pero con la misma fuerza, viveza y complejidad, algo que nos confirma que los viejos Murrietas blancos están entre los mejores de todos los tiempos. Blanco riojano universal.

Botella con nada menos que ¡77 años a sus espaldas!... ver para creer. Y aún hay quien dice que los blancos en España no tienen potencial para envejecer…

Color amarillo marronoso, casi amontillado, de cierta turbidez, lagrima gruesa y sensación de grosor.

Nariz reducida que parece confirmar las sensaciones que avanzaba el color, de vino evolucionado y en declive, que nos hizo dudar. Craso error, como si el vino nos hubiera oído y se sintiese ofendido, empezó a abrir y a mostrar virtudes sin parar. Infinita complejidad que va desde los sutiles enranciados de inicio a los de flores secas, de los cítricos (caramelo de limón) a los dulces (mantequilla, vainilla), pasando por toques de fruta madura y recuerdos minerales.

En boca aparece ya desatado, poderoso, con mucho peso y profundidad, con una acidez impactante que hace salivar, fresquísimo y con una amplitud de registros arrolladora, y se va despidiendo poco a poco, como si no quisiera desaparecer nunca, dejando tras de sí toda una lección de clase… “¿Y ahora qué?” parece insinuar.

Esta es la definición de lo que es un vino blanco riojano tradicional con años; para figurar en los manuales de enología. Poco más hay que decir.

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