Ahora que la palabra "Vintage" está tan de moda, descubrimos que ya aparece en la etiqueta de esta clásica bodega riojana junto con el año que de la que fue una de las míticas cosechas del siglo XX en Rioja.

Tras tener que decantar y pasar por una estameña el vino, como resultado de la dificultosa apertura del corcho, nos encontramos con un vino con colores entre anaranjados, ocres y tejas, de capa media y algún matiz granate.

La primeras señales que nos llegan en forma de aromas, es de corte reductivo (tipo laca de uñas), cauchos, hojarasca, corteza humedecida de árbol, leves anisados en forma de bombón de licor, olores de rebotica y ceniza.

Su paso por boca, es fiel al estilo de los Murrieta: afilado, con nervio, rozando el límite del equilibrio, trama ligera evocando al tabaco rubio, cajas de puros y dejes de aguardiente muy definidos. Se agarra a las papilas para quedarse largo tiempo y sin prisa por irse.

Probablemente con vida por delante.

En este caso me abstendré de puntuar, porque esa acidez tan acerada me ha dejado con alguna duda sobre su conservación.