Rojo rubí, ribete rojizo, capa media-alta. Enorme limpieza.
Nariz intensa y compleja, expresiva desde un primer momento. Frutas rojas maduras y casi licorosas, especias orientales, un toque balsámico y mineral, con el tiempo en copa percibimos recuerdos animales de caza y piel curtida, tabaco de pipa, ahumados, vainillas, maderas exóticas…una nariz de una limpieza, definición y complejidad que descoloca dada la edad del vino.
Pero en boca es donde confirma su impresionante nivel, pues es un vino que todavía está joven, incluso comentábamos que necesita más guarda, acidez descomunal, paso limpio y estructurado, sedoso pero con materia, final largo y persistente donde devuelve la fruta en licor y las especias, con un tanino que todavía se percibe y se agarra. Enorme viveza.
Estos viejos Ygay tintos son otra historia, el anterior fue el 25, el posterior el 42, se elaboraban por tanto uno por década y permanecían más de 30 años en bodega, son vinos que descolocan por su juventud y su limpieza, que sorprenden porque su longevidad es desconocida y casi imposible para cualquier otro tinto del mundo, amén por supuesto de su enorme calidad, en España solo comparable a los mejores Vegas. Tintos de nivel mundial.
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