Hoy es un gran día. Tenemos el honor de abrir este viejuno con 75 años a sus espaldas y estoy realmente emocionado. No es cualquier vino, ha tenido una crianza de casi 18 años (ojito) en barricas usadas de roble americano, ahí es nada. Además se embotellaba directamente de la barrica según demanda. En fin mucha ilusión... Esta botella se la di a un amigo para que me la trajera desde España. Estaba con un nivel de líquido impecable pero durante el viaje perdió un poco, razón por la cual decidí dejarla tres días en posición vertical y abrirla pronto. Lo hicimos y esperamos tres horas antes de proceder con su valoración a 17.5°C.
VISUAL: Color rojo picota de capa alta, increíble amigos, con un ribete amplio en tonalidades teja, anaranjadas y ocres. Presenta una cierta turbidez y su lágrima es escasa, densa, gruesa, lenta y transparente (98).
OLFATIVA: A copa parada nos aparecen aromas fúngicos trufados y algo de fruta en sazón, como a orejones y similares. Agitamos y asoma un puntito de guindas en licor y frescas fragancias balsámicas de regaliz y eucalipto mentolado. Enseguida apreciamos mermeladas de frambuesa y unos delicados especiados de vainilla y canela, pura Rioja. De fondo toda una pátina terciaria y viejuna, brutal... hay polvorilla, flor marchita, arcilla húmeda, desván, armario cerrado, chocolate negro, café tostado y por supuesto la presencia del roble muy marcada. De intensidad media, pero tremendo en complejidad (94).
GUSTATIVA: Qué vinazo, qué elegancia, qué equilibrio, ésto si es un auténtico "estado mesetario". De alta acidez, fabuloso, con un tacto ligeramente carnoso pero a la vez cremoso, amable y sedoso, con taninos de terciopelo y de gran amplitud, con la fruta por toda la boca, una barbaridad. Ahora asoman notas cítricas de corteza de naranja, de flores marchitas, un puntito fúngico de champiñon crudo y un toquecito de montebajo, a tomillo y romero. En retronasal nos vienen aromas de pétalos de rosa y culís de fresa, ligeramente dulzones, mientras que en el post-gusto se muestra licoroso, con recuerdos de duela envinada y con el roble muy, muy presente, madera perfectamente integrada en el alma de este vinazo y que finalmente se erige en protagonista. Puro equilibrio y elegancia, con una persistencia que sobrepasa los 4 minutos. De verdad, con 75 años, cómo es posible que nos encontremos este vino en este estado. Tiempo, paciencia y buen hacer son los responsables, una maravilla lo miremos por donde lo miremos, para saborearlo, cerrar los ojos y visitar el Olimpo, puro néctar digno del mismísimo Baco. Murrieta reserva del 48, una auténtica joya que difícilmente olvidaremos (97).
La RCP fue excelente. Pese a conseguir esta botella en Abril de 2015 por 59 euros, me parece invaluable.
MARIDAJE: Abrimos la botella con un jugosito rack de ternero al horno. Otro día acompañó unas lentejitas con huevo y costilla, y nos lo terminamos con un espectacular Porterhouse steak de kilo al romero con trigueritos. Fabuloso en los tres maridajes, aunque destacaremos el del primer día. Sabores acompotados y terciarios maravillosamente conjugados con las notas cárnicas y herbáceas de nuestro plato, qué disfrute amigos, menuda experiencia, cerca del nirvana ):
VIDEOCATA: https://youtu.be/wtM3Wi_e48A
Salud-os!!
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