Rojo picota, ribete rojizo, capa alta, nada hace entrever su edad.

Nariz intensa y compleja, auténticamente pletórica tras algo más de una hora en el decantador. Frutas rojas, flores secas, un fondo mitad balsámico mitad mineral que hipnotiza, especias orientales, maderas finas, ahumados, toques herbáceos, finos terciarios de piel curtida y caza de pelo, sangre de doncella, humedades, trufa negra, tabaco de pipa, frutos secos. Como buen Vega se muestra cambiante y camaleónico, jugando con los sentidos de quien lo disfruta.

En boca muestra toda la grandeza de los mejores Vegas, parece un vino imposible por los balances que atesora, fuerza y elegancia, nitidez y profundidad, definición y amplitud. Buena acidez, paso redondo, largo y duradero en el final que nos deja múltiples sensaciones con frutas maduras, especias y ese marcado fondo mineral. Tanino vivo e integrado, larga persistencia, eterno en la memoria.

Ya el aspecto de la botella nos intuía que estaba en perfecto estado, algo confirmado con el color del vino y por supuesto con todas las sensaciones que nos otorgó, vino grande, de verdadero nivel mundial, para situar en la cúspide de los tintos más grandes de todos los tiempos. Ante botellas como esta, sólo cabe disfrutar de un momento que no sabemos cuándo podremos repetir. Aquellos Vegas de los 50/60 son los tintos más grandes de España y solo los mejores Castillo Ygay pueden jugar en esas alturas. Grandioso.

Estupenda conservación: corcho perfecto (botella no reencorchada), empapado hasta la mitad pero aún elástico. Salió de una pieza. De color rubí de capa media, extraordinariamente limpio aunque con algo de precipitado en la base de la botella Reflejos grandinos y anaranjados, brillante. Ribete cobrizo, con marcada diferencia respecto al menisco.

Nariz de ensueño, etérea, cristalina, de una finura y delicadez a la que se aspira pero raramente se alcanza. Aúna la intensidad del Único de 1951-53 y la profundidad del 57. Si no es la perfección, muy cerca está!! Descarnado, puro, perfume de pátalos y fruta escarchada sahumada con mimo por un veta mineral que corta la respiración, similar al 55 pero aún más presente. Es un Frankenstein salido del laboratorio de Valbuena de Duero. Tiene un poco de lo mejor de cada añada de los 50. Fondo apoteósico a térreos, humedales, hiedra. Enfin, vino con mayúsculas!!

Al contacto se eterniza y adormece la boca. Equilibrio, nitidez, elegancia máxima. La pócima del buen gusto en la que todos los elementos están fundidos en uno nuevo. No cabe duda que un vino así ha tocado techo y esperar algo más sería de necios. Sólo se podría mejorar en formato de doble botella pero eso es pedir demasiado. Un vino de dimensiones estratosféricas que culmina una década maravillosa para Vega Sicilia, algo de tanto vuelo que no se volverá a repetir. Es complicado valorar de forma ecuánime la totalidad de esta batería de Únicos absolutamente grandiosos: 51-53-55-57-58-59... Todos ellos son vinos inclasificables, alejados de la España en blanco y negro de su tiempo, que sólo se parecen a sí mismos y en ocasiones, y no pocas, incluso demasiado.

Más información del vino: http://vinosclasicos.blogspot.com.es/2015/01/vega-sicilia-unico-1959.html