Decir que Mandolás es un gran blanco puede que resulte una obviedad, es cierto. Lo que pasa es que añada tras añada no baja el pistón y además continúa manteniendo ese carácter tan peculiar. Carácter de vino corpulento y no apto para todos los públicos (sobre todo los geeks), pero tan bien hecho y tan polivalente que sólo tenemos halagos hacia él. Fruta madura, hidrocarburos, miel, piedras… Un gran tokai que además envejece, al menos durante cinco o seis años, de lujo.
Presenta un color amarillo algo subido con reflejos dorados, en nariz un espectáculo que se va abriendo y cambiando, flores blancas jazmín, azahar, hinojo, herbáceos, ciruela amarilla, manzana reineta, pera, ligeros hidrocarburos, miel, mineral.
En boca excelente acidez, predominan los amargos con unos toques dulzones, fruta blanca y de hueso. Mineral.
Cambiando desde el principio de la comida al final y a la noche la última copa la fruta había dejado paso a una marcada mineralidad y con una complejidad alucinante.
Oremus Mandolas 2019
Eso me ha parecido este vino, presentado en una preciosa botella tipo Borgoña con el escudo grabado, cápsula y corcho de mucha calidad, etiqeuta muy cuidada, contraetiqeuta con información del número y tipo de botellas de la añada, en inglés.
Colomor amarillo claro con reflejos dorados, limpio y brillante.
Nariz con predominio de aromas dulces florales: jazmín magnolia, dama de noche.
En boca es un vino pleno, sabroso y de largo posgusto.
Es elegante, original y marida con muchos platos, pero igualmente creo es un caldo para disfrutar solo, como copa única.
La RCP me parece excelente.
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