Rojo cereza de media capa y ribete granate ocre. Aromas de media intensidad de frutillos del bosque con leves notas iniciales de reducción varietal que tienden a desaparecer a los 20 minutos de su decantación. Hay piruletas rojas, caramelos de frambuesas y hueso de albaricoque. Fondo con recuerdos leves terrosos y de hojarasca, balsámicos ( eneldo – laurel ) con ciertos tostaditos en su final. En boca es fresco, ágil en el paso donde saca una frutilla silvestre y con acidez presente, lo que le da en la evolución un carácter de refrescante y acuosa sápidez. Retronasal con leves intenciones vegetales de la variedad y un intento de cremosidad tánica que se cae en favor de la acidez al final del posgusto. Un vino camaleonico que cambia muy lentamente, donde saca tímidamente lo que entiendo son aromas de la variedad bajo una acidez potente en todo el proceso de boca. Me desconcierta, porque no le acabo de coger el punto a ese toque reductivo y al proceso de boca, es decir, a la intencionalidad gustativa final, y por eso me llama la atención. Tengo otra botella en mi bodeguita que me aclarará algo más la cuestión.