Tras el delicioso aperitivo de vino Mariluna 2011 acompañado de chips de plátano, en el comedor del Restaurante El Carro de Utiel al que se accedía subiendo unos pocos escalones, alrededor de una mesa redonda donde degustamos variados y bien logrados entrantes seguidos por diversos principales de carne que no llegaron a la altura de los primeros, Alberto nos fue desgranando su sueño:

Sentencia 2009 es mi segundo vino, ya que con anterioridad saqué Sentencia Experimental, coupage de 2006, 2007 y 2008.

 

Entre los dos vinos, una 2500  botellas en total, es todo lo que ha salido a  la luz de mi trabajo desde 2006, así que os podéis hacer a la idea de las dimensiones de la bodega…

 

Agotado el primer vino decidimos culminar conversación y comida con un gran Clio 2002, maravilla de monastrell y cabernet sauvignon mediterráneas.

Tras los cafés y ya ansiosos por ver, oler y tocar su sueño, nos subimos los tres al coche de Alberto y dejamos la comarca de Utiel para adentrarnos de nuevo en la de Requena, dirección Los Pedrones.

Alberto nos había hablado de su proyecto como de una especia de “garage winery” (bodega casera instalada en el garaje de tu propia casa) Nosotros lo entendimos como una bodega de pequeñas dimensiones y en la que todo estaba a mano y casi todo se hacía a mano, pero realmente no nos imaginábamos que lo de garaje era absolutamente cierto ;-)

Dentro hay dos salas, pequeñas, una primera en la que encontramos los depósitos a la derecha y la despalilladora a la izquierda.

Pasada ésta se accede a La Capilla nombre con el que denomino cariñosamente la sala de barricas. A su izquierda, un pequeño depósito donde duermen el sueño de los justos las botellas de Sentencia 2010, todavía sin etiquetar.

Alberto nos empieza a dar detalles técnicos de su trabajo:

Trabajo con pequeños depósitos en lo que se podría denominar una "garage winery", situada dentro de lo que fué hace unos 50 años la bodega de mis abuelos y ahora es tambien el lugar donde viven mis padres.

La vendimia es seleccionada en campo, una vez llega a bodega, hago la última selección durante la descarga de las cajas en la despalilladora, vamos, que cada uvita pasa mi examen. Las uvas pasan por la despalilladora  donde son sometidas a un semi-estrujado por la bomba centrifuga que las manda hasta los depósitos.

Una vez hecho el encubado en pequeños depósitos de acero inoxidable, se deja para que empiece a fermentar de forma natural (si no arrancan en 24 horas, se siembran levaduras para evitar contaminaciones microbiológicas, sólo como acción correctora, nunca como norma). El mosto no es modificado bajo ningún concepto, no hay acidificación, edulcoración, tanificado, enzimas, manoproteinas…

La temperatura de fermentación es la expresada por el propio proceso, no hay una temperatura forzada. Esto me lo puedo permitir porque son depósitos pequeños y la temperatura natural de la sala es la adecuada. En seis cosechas sólo he tenido que frenar la temperatura en una sola ocasión (con nieve carbónica).

No hay remontados con bomba durante la maceración, hago bazuqueos manuales, dos o tres en función de la fase en la que se encuentra la fermentación, con un bastón de acero inoxidable que diseñé yo mismo. 

Una vez termina la fermentación el vino se sangra y la pasta pasa a una prensa manual vertical de madera (lo que en la práctica es un escurrido). Seguidamente pasa a las barricas para hacer la maloláctica.

Las fechas de trasiegos y embotellado son fijadas según el calendario de agricultura biodinámica de Maria Thun.

Después de esta clase magistral de enología pasamos a La Capilla donde Alberto nos muestra sus tesoros:

En esas barricas reposan por separado los caldos de la syrah, la garnacha y la bobal. Tenemos la increíble fortuna de probar cada uno de ellos mientras Alberto nos cuenta que el porcentaje de cada una varía según la añada, aunque la bobal siempre es la mayoritaria:

La noche crucial me voy a la cama con las diferentes alternativas en la cabeza y no sé qué ocurre durante el sueño que cuando me despierto al día siguiente ya sé con exactitud cuál será la proporción de cada una.

No creo ser capaz de describir lo emocionante que es probar cada mosto fermentado de su barrica, saber que con eso que estamos probando, una noche, Alberto mirará a las estrellas desde la ventana de su habitación y a la mañana siguiente se despertará con la alquimia decidida… Lo decidirá sólo él, con la combinación de su intuición –inteligencia acumulada y traspasada de generación en generación de viticultores- y de su formación como enólogo. No habrá estudios de mercado ni estrategias de márketing, Alberto, sólo con los genes, con los cromosomas de lo que será el Sentencia 2011.

Pero antes de salir para los viñedos, porque no había otra manera de terminar esa jornada que pisando la tierra donde se hunden las cepas, Alberto nos da a probar su secreto: el contenido de dos barricas de bobal que no se mezclará, barricas de bobal donde madura lo mejor de lo mejor de sus viñedos, una primicia de lo que está llamado a ser la Bobal de Referencia de no sólo la comarca, ni la región, ni la comunidad, de lo que está llamado a ser la referencia de la bobal a nivel nacional y si tiene suerte, ayuda e ingenio, será la salida definitiva de la bobal a nivel internacional.

Entre risas, los tres la llamamos la “Súper-bobal” y aunque no me creáis, siento pudor a la hora de hablar de ella.

Muchos de vosotros me conocéis bien ya, sabéis de mi vehemencia y de mi pasión cuando algo me gusta y esta bobal me ha gustado tanto, tanto, tanto,  que no me atrevo a hablar de ella, no quiero que penséis que es la pasión del momento, el calor del instante lo que llena mi boca, tan sólo os pido que, cuando dentro de unos años –pocos, espero- cuando esta bobal esté en boca de todos, os acordéis de quien no se atrevió a vestirla de adjetivos pero sí vaticinó su futuro.

Ahora os dejo, tengo que disfrutar del recuerdo del final del día entre viñedos.

Continuará…