Sorprendentemente vivo y luminoso pero ya con reflejos atejados y sin la gradación de antaño. No hay nada en la península que exprese la vejez -excepto los hermanos Sanluqueños y Montillanos- como los vinos de Rioja bien guardados. Están más allá de la artillería que impera, de los presriptores, de lo frenético, de lo extremo. Están para disfrutar lentamente, para oler desván, piel de naranja, madera lacada, para traernos al recuerdo las efemérides de la añada. Este Remírez de Ganuza cumple con creces; me arrepiento de haber abierto la última botella (sospechaba infundadamente de un corcho deficiente) pues el vino crece año tras año dando lecciones de finura, elegancia e impresionante evolución. Tremendamente complejo, forma un conjunto casi inadjetivable pero absolutamente placentero. De eso se trata no?

Desde luego es el tipo de vinos que uno debería de tomar de vez en cuando. Decantado unas 12 horas, se muestra muy elegante en todos los aspectos.El color es aún subido sin síntomas de cansancio aunque el ribete ya muestra que tiene casi 15 años... En nariz destaca una finísima colección de matices frutales y sobre todo de maderas y tostados, a interior de iglesia. En boca es largo, muy largo, sedoso pero con acidez y tanino aún. Deja huella en el paladar y en el corazón.

Perfectas condiciones de guarda hacen que se puedan disfrutar estos vinos en todo su esplendor.

Buen vino gran reserva clásico de rioja elaborado por una bodega con métodos modernos. Color cereza con buena capa, mostrando tonos teja. Aromas de fruta roja y otras frutas sobre fondo de madera. En boca, después de una aireación, se muestra bastante pulído, pero con buenos taninos, muy buena acidez y un final muy largo.