Muchos prioratos no le llegan a la suela del zapato de este vino que Álvaro Palacios hace a partir de la compra de la uva de viñedos de los aledaños de Gratallops. No es su vino y sin embargo, es un vino de calidad indudable, un vino bien hecho y equilibrado. Otras añadas han sido mejores, pero creo que a los vinos que ya tienen un cierto bagaje, y Les Terrases lo tiene, se les perdona menos los defectos que a los vinos que ahora emergen. Color cereza con ribete violáceo. Aromas frutales agradables y paso en boca elegante y sin complicaciones excesivas. Un punto de astringencia correcta. No es la añada con más cuerpo, pero el que tiene es más que aceptable. La relación calidad/precio podría ser mejor, pero ya se sabe que los Priorat se tienen que pagar (30 € en restaurante). Me pareció, una vez más, un buen vino que, eso si, no debe perder carácter para hacerse más aceptable, tentación actual de demasiados vinicultores.

Cereza picota claro con ribete carmesí.
Nariz de intensidad media a fruta roja, ciruelas, balsámicos, cacao, monte, un muy notable alcohol, especias, madera, minerales, regaliz, sotobosque, toques de cuero.

Largo y prácticamente redondo en boca, surgen el cacao, el mineral, la madera, legumbres. Es sabroso.

Aunque no encuentro por ningún lado la mano de Alvaro Palacios, este vino es un muy buen exponente del Priorato.

Color cereza, capa alta, menisco ligeramente morado. Lágrima abundante y muy lenta. Creo que le falta bastante botella, y prefiero no comentar ni puntuar en este momento, para no ser injusto con un vino que suele gustarme.

Creo que continua siendo un vino de referencia, con las señas de identidad de un 2002. No tiene la ampulosidad y carnosidad de otras añadas, pero es sincero, más elegante, más amable.
Es una marca que nunca me ha decepcionado, si no se que pedir, pido Terrasses.