Excelente vino blanco, quizás la asignatura pendiente de Castillo de Perelada, empresa de grandes dimensiones, a la que le ha tocado tirar del carro en una zona de extraordinario potencial pero de resultados muy mejorables. El vino es de color amarillo de media intensidad, no es excesivamente límpio. El aroma es más nítido, con delicadas notas florales, de fruta blanca y maderas finas. Algo comercial pero muy placentero. En boca es amargo, de entrada suave, con acidez vibrante y fabuloso sabor de fruta bien arropada por la madera. Creo que irá a mucho más en unos meses.
Los varietales son 50% Carinyena Blanca, 35% Chardonnay y 15% Sauvignon Blanc

VISTA: Dorado muy denso de lágrima abundante. Muy brillante.
NARIZ: Intensa y con evolución. Complejo. Bonito de oler. Destacan los aromas anisados, muchos minerales de pizarra arcillosa, cítricos (lima) y piña con contreau.
BOCA: Ataque intenso, poderoso, con mucho nervio gracias a una carga de acidez y fruta equilibrada, pero que no descuida las notas cremosas de su larga estancia en barrica que predominan a mayor timepo en copa. Amargo y elegante.

Nos encontramos ante un vino de tirada muy limitada, inferior a las 2000 botellas y que parece haber conseguido un blanco de los grandes. Creo que su descorche hoy no brinda todo el potecial que se nos antoja mucho más largo y complejo dentro de 1 año. Hoy se muestra muy mineral, de nariz sugestiva y boca amargosa. Mucha personalidad. Cuesta 20 euros, pero nos ha parecido soberbio. Para meridar con una zarzuela de pescado y marisco. No lo sirvan excesivamente fresco.