Rojo rubí, ribete ligeramente atejado, capa más bien alta.
Buena intensidad en nariz con una limpieza que nos indica de primeras que la botella es buena. Trazas de fruta licorosa, ahumados, café en grano, un punto balsámico, tabaco de pipa, especias orientales y un cierto deje mineral. Con más aire desarrolla ese buqué de caza y sangre tan típico de estos vinos, algo ferruginoso. Muy bien.
En boca nos confirma su perfecto estado, todo se encuentra perfectamente equilibrado siendo un vino fino y elegante, con una cierta acidez, unas mínimas aristas y un final con buena longitud donde destaca la parte de fruta licorosa y la especiada, con un tanino ya pulido en un conjunto francamente disfrutable.
Los años 40-50 fueron una época dorada para Riscal con sus famosas “Cuvées Medoc”, que como este caso tenían un elevado porcentaje de cabernet sauvignon dando un cierta alma bordelesa, con vinos que bajo una buena conservación han llegado ahora en perfecto estado. Esta botella desde luego que salió buena y la disfrutamos mucho.