Peña La Verema

Delamotte-Salon: probando algunas joyas de Champagne. 12 Encuentro Verema.

 

A pesar del viento, la tarde del sábado 23 de febrero fue luminosa en Valencia. Una de esas tardes en las que la luz vespertina del Mediterráneo, perdido ya el fulgor del mediodía, lo inunda todo envolviéndote. Estábamos en el Salón Calipso, en el Hotel Las Arenas, con unos grandes ventanales abiertos a la playa, al mar, a punto de probar algunas joyas enológicas, ¿se puede pedir más?

Con nosotros estaban Vianney Graveraux, Director Comercial de Exportaciones de Delamotte-Salon, y Quim Vila, formando un equipo imbatible para hablarnos de Champagne. Vianney explicaba en francés, la lengua del champagne,  mientras Quim hacía el papel de traductor de forma más que solvente. Y aunque Quim no es Audrey Hepburn en “Charada”,  tengo que reconocer que hizo un excelente trabajo. No en vano domina, además de la lengua, el oficio.

Vianney comenzó hablándonos del suelo, del clima y la uva.  Destacó el papel del suelo calizo de los viñedos de Le Mesnil sur Oger. Este suelo calcáreo actúa, por una parte, como acúmulo de agua debido a su porosidad y, por otra, transmitiendo el carácter mineral a la uva, lo que que confiere a los vinos ese perfil tan peculiar. Y para comprobarlo nada mejor que un ejemplo: nos pasó un trozo de creta del terreno invitándonos a probar su sabor para rememorarlo después en el champagne. Nos recordó el clima frío debido a la latitud septentrional de la región y, por ello, de la necesidad de una segunda fermentación con autolisis para reducir la acidez y nos explicó las variedades de uva presentes en los vinos. Definió el papel fundamental de la Chardonnay, especialmente en zona de blancos y en una casa en la que son célebres sus “blanc de blancs”.  Esta variedad define la estructura del vino, el esqueleto, complementado en el Brut y el Rosé con la Pinot Noir, el músculo, y la Pinot Meunier.

También nos explicó las características de los distintos tipos de champagne, Brut y Millésime, destacando algo que suele ser sorprendente para el neófito: la importancia del Brut. Reconozco que cuando uno se inicia en el champagne, prueba los buenos Millésimes y los compara con los Brut, más sencillos y de menor complejidad, se  sorprende de la importancia que los elaboradores conceden a su producto más básico. Con el tiempo se comprende el reto que para el enólogo supone mantener a lo largo del tiempo una línea de continuidad y regularidad a pesar de las diferentes características de cada vendimia sabiendo, además, que es la carta de presentación más popular de la bodega. A continuación comenzamos a probar los champagnes que reseño:

 

Delamotte Brut: Genuina expresión de los vinos de la  zona, se elabora con un 50% de Chardonnay de Le Mesnil sur Oger, 30% de Pinot Noir de Bouzy y Amobonnay y 20% de Pinot Meunier procedente del Valle del Marne, con un “coupage” de vinos de diferentes añadas y una crianza mínima de 36 meses. Amarillo pajizo subido brillante con bollería y algo de corteza de pan, notas frutales y un punto de aromáticas muy fino. Con buen ataque y paso, es un vino ligero y agradable, perfecto como aperitivo o para platos ligeros.

Delamotte Blanc de Blancs: Elaborado 100% con Chardonnay  de la Côte des Blancs, tiene una crianza mínima de 48 meses. De color amarillo pajizo más subido con algún reflejo limón, tiene una nariz con pan y bollería bien conjuntadas con la fruta, de carácter más mineral y con un recuerdo floral. De ataque vivo y paso más graso, es cremoso y estructurado.

Delamotte Blanc de Blancs 2002: Comenzamos a probar los millésime y en este caso las condiciones climatológicas son importantes. Así, nos recuerda Vianney que 2002 fue un año complicado en casi toda Francia, con grandes inundaciones, excepto en Champagne. Allí el calor llegó con antelación y a mediados de junio floreció la viña. Con alternancia de frio, lluvia y calor durante julio y agosto, se vendimió el 13 de septiembre. Estas condiciones permitieron una uva sana, con buena concentración de azúcar y una mineralidad marcada. Con una crianza en cava de 8 años, es un vino de gran potencial. De un bonito color amarillo limón se muestra algo cerrado en nariz. Es un champagne que necesita bastante oxígeno y susceptible de jarrear. Aparecen las notas de pan tostado, tiza, notas florales, todo bien integrado con la fruta. En boca es graso, cremosos e integrado. Un Champagne sutil y equilibrado con potencial de guarda.

Delamotte Brut Rosé: Por imperativo en el orden de cata volvemos al brut, en este acaso rosado. Se trata de un rosado elaborado por sangrado con fermentación conjunta de los mostos: Chardonnay de Mesnil sur Oger y Pinot Noir de Bouzy, Ambonnay yTours sur Marne y una crianza mínima de 35 meses. De un bonito color rosa piel de cebolla brillante, en nariz aparece la fruta roja con ligeras notas especiadas y cítricos. En boca es equilibrado y goloso.

Delamotte Blanc de Blancs 1996 (Magnum): Volvemos al Millésime, en este caso se trata de un vino maduro. La añada comenzó con un invierno frío y una primavera llena de contrastes con alguna helada en marzo. Tras una insolación record en abril y alguna helada a principio de mayo, el verano fue irregular con alguna tormenta importante. No obstante, durante la vendimia el clima fue seco, lo que propició un buen potencial alcohólico con buena acidez en una añada excepcional. Con una crianza de más de 6 años presenta un amarillo limón muy subido. En nariz aparece algo cerrado, con alguna nota de reducción que desaparece al airearse. Carácter muy mineral, bollería, albaricoque y frutos secos con alguna nota metálica y una boca muy sabrosa, viva y equilibrada con muy buena integración del carbónico.

En la segunda parte de la cata, Vianney nos habló de la Maison Salon que, junto con Delamotte, forma parte del grupo Laurent-Perrier desde 1988. Bodega emblemática de historia pintoresca, fue Eugène Aimé Salon el creador de una bodega para su consumo personal, buscando el mejor Cru, Le Jardin du Salon, en Mesnil sur Oger.  De producción  singular, sólo en las mejores añadas, y comercializando un único champagne, se puede decir que estamos hablando de un vino único. De hecho, en 110 años de historia se han elaborado sólo 39 millésimes, de los que se conservan 10 en la bodega a disposición de quien pueda permitirse un lujo semejante. Como sospechábamos, nos disponíamos a probar verdaderas joyas enológicas.

Salon Blanc de Blanc 1999: Comenzamos probando la última añada comercializada puesto que las añadas 2002 y 2004 están todavía en bodega. La última añada del siglo XX fue uno de los años más cálidos del siglo en la región lo que permitió "la vendimia de la historia" en Champagne.  Después de un invierno suave y una primavera cálida, la flor se abrió el 11 de junio, con un verano agradable y una vendimia espléndida con un enorme potencial. Amarillo pajizo subido, en nariz ofrece notas florales, con fruta cítrica confitada. Mucha mineralidad en forma de tiza y algunos frutos secos. La bollería muy al fondo.  Vino cremoso y amplio en boca, es elegante y fino y, efectivamente, con un gran potencial de crianza. 

Salon Blanc de Blanc 1997: La añada se caracterizó por la alternancia de días templados y muy fríos, tanto en invierno como en primavera. Un verano caluroso y seco permitió la maduración perfecta del fruto, vendimiando el 22 de septiembre con un clima estival y noches frías.   Amarillo pajizo brillante con una nariz muy atractiva. Muy mineral, con bollería y recuerdos de avellana, matices florales y un fondo suavemente especiado. En boca es impresionante. Muy cremoso y amplio, con una excelente acidez.

Salon Blanc de Blanc 1983 (Magnum): Tras una primavera complicada en lo meteorológico, y una floración tardía, la vendimia se desarrolló entre el 26 de septiembre y el 3 de octubre. Con catorce años de crianza en cava, se degolló en 2007.  De color amarillo subido con reflejos dorados, nos encontramos frente a una maravilla realmente sorprendente por su perfecta conjunción de complejidad, madurez y frescura. En nariz es de una complejidad y una elegancia inconmensurables. Notas de tabaco, frutos secos, avellana, aceite de nuez, apuntes vegetales con recuerdos balsámicos, bollería madura, tiza, pimienta blanca, champiñón y trufa blanca. En boca es portentoso. Cremoso, graso, amplio, con buena acidez y una longitud impresionante. Un vino verdaderamente único.

Con este colofón terminamos una sesión extraordinaria para los amantes del champagne. Una sesión muy interesante y bien presentada en la que disfrutamos in crescendo. Sólo me resta agradecer a Vianney y a Quim la presentación y a Delamotte-Salon la oportunidad que nos brindó de probar algunos vinos verdaderamente excepcionales.

 

© Javier de Castro 2013


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