PAGO EL ENEBRO

Color amarillo limón medio de intensidad. Corcho correcto. Sin defectos

Aromas de intensidad media+ a fondo de bodega subterránea que recuerda a ese toque de hongo alsaciano, fruta madura como albaricoque, lichi, jengibre, limón, miel, pétalos de rosa. Evolucionado y sin grandes notas de keroseno o hidrocarburos. Limpio en el contexto varietal.

En boca es casi seco, se nota un poco el azúcar residual que lleva, alcohol medio tirando a alto pero con gran integración, tiene untuosidad en boca, meloso, con cuerpo medio, con notas nuevas de ciruela amarilla y miel de tomillo, con final largo y amargo de intensidad medio+.

Excelente placer precio a menos de 10 euros, que podría desarrollar mas sabores de vejez aunque no sea su cometido.

NOTA: La maceración con pieles, los suelos pobres de "calcisol" con carbonatos, los enebros rodeando el viñedo sobre los 390-420 metros de altitud en el Pre-Pirineo oscense, y la mano del equipo de la bodega, son la clave de este vino de especialidades.

Nos tomamos este vino en un pantagruélico ágape en el 90 cumpleaños de mi madre en donde como primer vino nos cascamos un Martínez Lacuesta RE 1.928 (el año en que nació). La verdad es que de éste Gewürztraminer cayeron dos botellas (éramos siete). Nos sacan la botella y nos la abren a unos 8°C:

VISUAL: De color amarillo pajizo-verdoso con reflejos acerados, cristalino y brillante (87).

OLFATIVA: Muy aromático con fragancias frutales, ciruelas blancas, melón y lichi, florales de azahar, apuntes de hinojo y recuerdos de pastelería como a crema inglesa. De intensidad media-alta y más que aceptable complejidad (87).

GUSTATIVA: El ataque es cálido, cremoso y de buena acidez. Sensación de mucha frescura con un retronasal afrutado y floral que da paso a un post-gusto muy sedosito con un cierto puntito amargo. Persistencia un tanto corta, de apenas 30 segundos. No es el mejor Gewürztraminer del mercado ni mucho menos, pero es muy amable y fácil de beber (84).

La RCP la dejaremos en buena. Cuesta algo menos de 10 euros.

MARIDAJE: Las dos botellas cayeron mientras comimos varios entrantes consistentes en unos langostinos, unos buñuelos de bacalao con mojo rojo y mojo verde, unas gambas y unas cigalas plancha y de plato fuerte un lomito de dorada al horno. Con los mariscos a la plancha fue puro deleite, esa frescura maridó a la perfección con la salinidad de los "bichos". Con los buñuelos de bacalao maridaje de órdago especialmente la combinación de los mojos con los aromas de fruta tropical. Y con la doradita otro acierto pleno, notas grasas y ahumadas en total armonía con los apuntes florales de nuestro Gewürztraminer.

Salud-os!!