Un vino en Montilla Moriles, diferente a los finos y generosos, también de Pedro Ximenez. Un vino seco, muy curioso, quizás un poco ligero, pero rico. Color amarillo dorado brillante. En nariz aromas salinos, cítricos, minerales y muy complejos. En boca entra seco, muy mineral, con cíticos, algo de salinidad, algo ligero en boca y una buena acidez. Vino interesante que dicen recuerda a los antiguos vinos de la tierra.
Vino diferente, serio, seco, diferente, con esencia y alma. Un vino que te hace ver que hay vida después de los olorosos y generosos con este vino de pueblo.
Y es que esas diferencias te transportan a sus raíces, a su tierra, a la que le dio la luz. En nariz ya percibes ese viaje, ese incienso que han comentado, mezclado con toques salinos, flores, cítricos suaves, hierba que empieza a fermentar, camomila, frutos secos crudos, levadura, talco, aromas orientales, mineralidad, toques férricos... Tremendamente compleja y con muchos matices. Una nariz seca, sin ápice de humedad, sin esos toques marinos tan habituales.
Y si esa nariz te transporta a esas tierras, la boca te pone los pies desnudos en la misma albariza. Notas la tierra en cada sorbo, esa tiza, esa mineralidad, esos amargores y frutos secos. Cítricos desecados, flores marchitas, salinidad, toques picantes y ese velo sabroso pero no demasiado intenso. Postgusto medio y una acidez correcta.
Interesante vino. Interesante propuesta que iremos siguiendo poco a poco, porque están abriendo una puerta a vinos de antaño que tienen una personalidad y carácter especial.
Color amarillo dorado con algún destello anaranjado.
Intensidad media, notas de flor blanca, cítricos, hierba fresca, más al fondo hay almendra, tiza y levadura.
Entrada fresca, viva acidez, presencia media, cítricos, fondo de almendra y final salino. Persistencia media.
Vino de Pueblo forma parte del sexteto dentro del proyecto 3 Miradas, que Alvear ha creado junto al talento del grupo Envinate, formado por Alfonso Torrente, José Ángel Martínez, Laura Ramos y Roberto Santana junto a Bernardo Lucena, enólogo de Alvear. La idea esencial es recuperar los vinos tradicionales de los diferentes pueblos de la Sierra de Montilla apoyándose en el carácter de los suelos de cada una de las parcelas de la zona.
Extraordinario vino al que se le podrá reprochar algo menos su personalidad y originalidad. Color amarillo dorado, nada más meter la nariz me retrotrae a mi niñez, cuando era monaguillo en el pueblo de mi abuela y entraba el domingo a la sacristía, olor literal. A las notas de maderas nobles, cera e incienso se une en una nariz muy oriental el curry, dejes minerales de caliza y piedra de encender,pera y manzana madura, especias dulces en una nariz que parece no acabarse nunca.
En boca los recuerdos son ya a pura Montilla, con claros recuerdos a vino fino, tacto untuoso, correcta acidez, recuerdos a velo de flor, final ligeramente salino y amargo. Buen vino que exige abordarlo sin ideas preconcebidas.
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