Para echarle tres miradas y tres copas!

Vino diferente, serio, seco, diferente, con esencia y alma. Un vino que te hace ver que hay vida después de los olorosos y generosos con este vino de pueblo.

Y es que esas diferencias te transportan a sus raíces, a su tierra, a la que le dio la luz. En nariz ya percibes ese viaje, ese incienso que han comentado, mezclado con toques salinos, flores, cítricos suaves, hierba que empieza a fermentar, camomila, frutos secos crudos, levadura, talco, aromas orientales, mineralidad, toques férricos... Tremendamente compleja y con muchos matices. Una nariz seca, sin ápice de humedad, sin esos toques marinos tan habituales.

Y si esa nariz te transporta a esas tierras, la boca te pone los pies desnudos en la misma albariza. Notas la tierra en cada sorbo, esa tiza, esa mineralidad, esos amargores y frutos secos. Cítricos desecados, flores marchitas, salinidad, toques picantes y ese velo sabroso pero no demasiado intenso. Postgusto medio y una acidez correcta.

Interesante vino. Interesante propuesta que iremos siguiendo poco a poco, porque están abriendo una puerta a vinos de antaño que tienen una personalidad y carácter especial.

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