Castillo Ygay, el gran mito de La Rioja
La Rioja es indudablemente la más importante zona vinícola española junto, obviamente, con Jerez. A través de los siglos han sido muchas las bodegas que han dejado huella con sus vinos legendarios, que han ido traspasando fronteras físicas y temporales. Una de ellas es Marqués de Murrieta, fundada en 1852 por Luciano Francisco Ramón de Murrieta, un hombre de agitada e intensa vida y que en aquella fecha exportó el primer vino riojano a La Habana y Méjico. En 1878 compra la finca Ygay, cerca de Logroño, en la que construye su propia bodega al estilo de los Château bordeleses que tanto admiraba. Luciano fallece en 1911 no dejando descendientes directos y su sobrino Julián de Olivares se hace cargo de la bodega hasta 1977. En 1983 toma las riendas Don Vicente Cebrián, Conde de Creixell, que realiza un gran esfuerzo económico para modernizar los sistemas de producción. Vicente fallece en 1996 y son sus hijos, Vicente Cebrián-Sarriaga y su hermana Cristina quienes dirigen en la actualidad esta centenaria y tradicional bodega riojana.
La finca Ygay es el gran tesoro de la bodega, nada menos que 300 has situadas en La Rioja Alta, en su parte más al sur y gozando de unas temperaturas algo superiores al resto de la subzona. Las variedades plantadas son tempranillo, garnacha, graciano, mazuelo como tintas y viura como blancas. Los suelos son de múltiples composiciones y encontramos gravas, arcillas y areniscas. En la actualidad la gama de vinos de la bodega se compone de un blanco de viura (Capellanía), Marqués de Murrieta Reserva tinto (el vino más producido de la bodega), el más moderno tinto Dalmau y Castillo Ygay Gran Reserva Especial. A primeros del mes pasado María Vargas, enóloga de la bodega, se pasó por la bodega Santa Cecilia con todas esas botellas bajo el brazo, añadiendo además tres añadas viejas de Castillo Ygay, el tinto histórico de la bodega y probablemente y siempre en nuestra opinión, el gran mito vinícola de La Rioja.
La tradición de vinos blancos en Marqués de Murrieta es quizá más desconocida que la de tintos, pero no por ello menos gloriosa. Quienes han tenido la suerte de catarlos señalan que los Castillo Ygay blancos, no producidos desde 1986, están entre los mejores de todos los tiempos. Igualmente recordamos una botella de Marqués de Murrieta blanco de 1982 como un vino de tremenda calidad, poderoso y complejo, un vino de esos que sorprenden por su gran clase. Después de elaborar un irregular Dorado de Murrieta, la bodega cesó su producción de blancos que volvió con este Capellanía, un vino elaborado con viura de la finca homónima, con vides de 50 años. Este 2005 ha sido vinificado en inox a temperatura controlada y la crianza dura 18 meses en barricas nuevas de roble francés.
Y antes todo y en nuestra opinión, Capellanía es un vino original, poderoso, graso, con una cierta carga de la madera, pero una madera que no se hace en absoluto protagonista o desagradable, es un vino que hay que entender pues está afortunadamente fuera del habitual estereotipo de blancos insulsos que encontramos en España a mansalva. Y por su buena acidez y poderosa estructura pensamos que irá mejorando en botella integrando esa madera, se trata sin duda de un vino de una cierta capacidad de guarda y marcada originalidad.
Marqués de Murrieta Reserva 2005
Se trata del vino de mayor producción y la base del negocio de la bodega. En la magnífica añada 2005 se compone mayoritariamente de tempranillo, con algo de garnacha y mazuelo. Fermentado en inox con bazuqueos y remontados y criado 22 meses en barricas de roble americano, además de un mínimo de 12 meses más en botella antes de salir al mercado. Se trata de un vino accesible y fácil de beber, al que podríamos situar como de corte más moderno pero sin olvidar sus orígenes, algo parecido por ejemplo a los actuales reservas de Marqués de Riscal. Agradable, bien fundido y listo para tomar ahora, se trata sin duda de un buen vino para comer. Con respecto a su longevidad tenemos nuestras dudas, evidentemente no parece un vino que vivirá décadas pero sí un vino que podrá evolucionar unos cuantos años más sin problemas. Recordamos con alegría sendas botellas de 1954 y 1970 disfrutadas de este vino, un auténtico referente en la historia de La Rioja.
Dalmau es la respuesta de Marqués de Murrieta a esa nueva ola de vinos llamados (o mal llamados) “de autor”, elaborados por grandes casas clásicas riojanas, que tiene nombres tan ilustres como Barón de Chirel (Riscal), Torre Muga o Aro (Muga), Real de Asúa o Pagos de Viña Real (CVNE), La Vicalanda (Bodegas Bilbaínas) o Hacienda Pradolagar (Marqués de Vargas). Es un vino elaborado a partir de las uvas del Pago Canajas, plantado en 1950, del cual se hace una selección exhaustiva. Son unas 9,5 has dentro de la Finca Ygay y se elaboran unas 18.000 botellas.
Catamos el vino del 2007 que todavía no está comercializado y que se compone mayoritariamente de tempranillo, con un poco de cabernet y graciano. La primera variedad fermenta en inox y las otras dos en madera. La crianza dura 19 meses en barricas nuevas de roble francés. Se trata de un vino de color subido y aromas intensos, donde la fruta negra y las especias resultan dominantes. Nos sorprende su accesible paso por boca, con buena acidez, mucha redondez y un tanino bastante bien domado, que denota una buena calidad de uva además de una madera perfectamente tratada. Un Rioja de corte moderno y actual, pero bien entendido y mejor ejecutado, un vino muy razonable, con cierta expresión de ese gran terruño y una previsible capacidad de evolución, aunque repetimos que nos ha sorprendido su accesibilidad, máxime cuando todavía no está comercializado. Buen vino.
Castillo Ygay Gran Reserva Especial 2001
Pasamos a la excepcional “minivertical” de Castillo Ygay, comenzando con el último en ver la luz, el de la excepcional añada 2001, según María la mejor desde que está en la bodega. Los Ygay actuales poco tienen que ver en su concepción con los de antaño, este procede de uvas seleccionadas del Pago La Plana en la zona más elevada de la Finca Ygay y se compone de tempranillo en su mayoría con una pincelada de mazuelo. El vino fermentó en inox, con posteriores remontados y bazuqueos y la crianza duró 31 meses en barricas de roble americano, 10 de ellos en madera nueva, con 3 años adicionales en botella antes de salir al mercado.
Cuando catamos este vino por primera vez hace casi dos años lo cierto es que nos descolocó un poco y no supimos “leerlo”, el vino se nos quedó algo plano. Sin embargo hay que reconocer que ahora la cosa va cambiando poco a poco y el vino, pese a ofrecer unos registros diferentes a los viejos, va poco a poco revelándose como un auténtico Ygay, con esas notas profundas y especiadas aderezadas por ese fondo animal tan característico de estos vinos. Y en el paso por boca denota su clase, con esa acidez tan marcada y fresca de estos vinos, pero sin perder profundidad y persistencia, dejando esas sensaciones maduras y especiadas en el final que siempre invitan a seguir degustando el vino. Sí señor, hay que reconocer que este vino es un Ygay con todas las de la ley y que seguirá mejorando en botella con el tiempo, un tiempo que probablemente no llegue a ser de varios decenios, pero que sí será a todas luces suficiente. Insistimos en que es un vino distinto a los Ygay viejos, pero que no ha perdido las señas de identidad de esta mítica referencia.
Castillo Ygay Gran Reserva Especial 1978
El último Ygay elaborado por el sistema antiguo que ha salido al mercado. Hablamos de un vino elaborado mayoritariamente con tempranillo, con algo de mazuelo, garnacha y graciano y vinificado en tinos de roble americano, con un largo encubado de 25-30 días, realizándose remontados y bazuqueos diarios. La crianza duró 216 meses (18 años) en barricas nuevas y viejas de roble americano. Se embotelló en septiembre de 1998.
Este es otro vino que catamos hace casi dos años y que, gustándonos mucho, no nos llegó al corazón. Ahora sí que lo ha hecho, es un vino que va evolucionado positivamente en botella. Aquí ya nos encontramos con ese inconfundible bouquet que muestran estos vinos con años, con una tremenda profundidad en nariz y un paso por boca poderoso y vivo, en el que destaca su tremenda acidez y su impresionante estructura, pero sin perder esa proverbial elegancia final que deja huella y que hace de estos vinos lo que son: de los más grandes tintos mundiales. La sensación que nos da este vino es que está muy joven y que tiene cualidades de sobra para ser un Ygay que los que perdurará en el tiempo, que llegará siempre más lejos que la paciencia del afortunado poseedor de una botella. El estilo del vino nos recordó en estos momentos a un Barolo clásico maduro, por su nariz especiada y mineral y su paso por boca finamente tánico y vertebrado por una soberbia acidez. Nos gustaría poder volver a encontrarnos con este 78 dentro de un par de décadas.
Castillo Ygay Gran Reserva Especial 1968
Nos vamos ahora 10 años más en el tiempo y estamos ante un vino de verdadera emoción. Elaborado con tempranillo al 70%, garnacha, mazuelo y un poco de graciano, vinificado en tinos de roble americano y encubado durante 25-30 días con bazuqueos y remontados manuales. La crianza duró 6 meses en depósito y 13,5 años en barricas de roble americano, 4 de ellos en maderas nuevas. Embotellado en enero de 1983.
El vino es verdaderamente impresionante, complejo en nariz, con múltiples matices que van desde las frutas muy maduras hasta los toques animales, pasando por curtidos, especiados, minerales y una fina capa herbácea. Pero siendo extraordinario en su fase olfativa, es en boca donde muestra su clase, porque la palabra elegancia llega a su más perfecta definición con la cata de este vino. La acidez es fresca y marcada, con una tremenda viveza y en el paso es redondo y etéreo pero sin perder un ápice de fuerza y estructura, un vino de esos que podemos considerar como tridimensional. Larguísimo en el final, dejando unas placenteras sensaciones frutales y especiadas, con una persistencia eterna. Los taninos son de seda y están perfectamente integrados en un conjunto que ahora mismo resulta irresistible, pero que igualmente garantiza una larga evolución futura en botella. La finura, la elegancia, la redondez, la clase de este vino nos hace recordar a un gran Borgoña, quizá un viejo Musigny de cualquiera de los grandes elaboradores, uno de esos vinos imprescindibles y que se encuentra en un momento perfecto. Este Ygay 68 pasa de lo terrenal y roza el terreno de lo místico. ¡Excepcional!
Castillo Ygay Gran Reserva Especial 1959
El último Ygay que catamos procede de una de las añadas míticas de la casa y al igual que sus predecesores tiene una mayoritaria composición de tempranillo, un poco menos de garnacha y mazuelo y un mínimo de graciano. Vinificado de la misma forma que el 68, en tinos de roble y con largos encubados utilizando bazuqueos y remontados diarios, con una crianza de 6 meses en depósito y 26,5 años en barricas de roble americano, siendo embotellado en mayo de 1986, más tarde que el 68.
Y si este último ya nos pareció sublime, lo cierto es que el 59, en un estilo diferente, nos pareció incluso mejor. Algo cerrado, pidiendo aire, pero mostrando más y más con el trabajo en copa. Es un vino misterioso, cambiante, que nos va dando todos los aromas que esperamos de un vino viejo legendario, una complejidad arrolladora, una paleta verdaderamente embriagadora que va desde una tenue fruta muy madura hasta los aromas de carne de caza, pero pasando por las especias, las maderas nobles, los tonos minerales, las capas balsámicas…en fin, un verdadero torbellino de sensaciones. Pero de nuevo es en boca donde nos deja callados unos segundos. La acidez, la fuerza, la estructura de este vino nos deja anonadados. Nos sentimos pequeños ante tal fuerza de la naturaleza. Nos rendimos a sus pies. Largo, estructurado, persistente, la grandeza de este vino es tal que se sale de la copa. El tanino es férreo y marcado, pero con una integración casi perfecta. Hace salivar tras su paso y deja una huella imborrable, que nos deja deseosos de volver a encontrarnos con él unos segundos más tarde hasta que por desgracia se termina la copa. No sabemos si algún día volveremos a encontrarnos con él, pero este corto encuentro nos ha servido para llegar a una aseveración que no tenemos ninguna duda en citar: Ygay 1959 es el mejor vino tinto español que hemos tenido la ocasión de catar, por encima del propio 68 y del 25, Viña Real 59/64/81, Imperial 68/81, Riscal 25/58/64, Tondonia 34/54, Único 70/74/89 o Único Reserva Especial lote de 1990, que hasta ahora figuraban como los mejores tintos nacionales que han desfilado por nuestra copa. Este Ygay 59 es, sencillamente, otra dimensión. Nunca lo olvidaremos. Y por establecer analogías, si el 78 nos recordaba a un Barolo y el 68 a un Borgoña, este 59 era más un señorial Medoc bordelés, de cualquiera de los más señeros châteaux y añada igualmente mítica.
Hubo una votación sobre el favorito de cada uno, algunos se quedaron con la finura del 68 y otros con el 59, alguno incluso con el 78, pero lo que está claro es que Castillo Ygay es el gran mito de Rioja. En sus añadas históricas siempre nos ha encantado Imperial y Viña Real de CVNE, Riscal, los antiguos Paternina, alguna añada de Riojanas (Viña Albina y Monte Real), pero que quieren que les diga: Ygay es otra cosa, la limpieza de estos vinos, su acidez, su fuerza, su capacidad de evolución representan sencillamente otra dimensión. Vinos tintos españoles a la altura de los más grandes mundiales de todos los tiempos.
Y claro, hablamos de los tintos, que los blancos dicen los afortunados que han podido catarlos que son todavía mejores, algunos los señalan como los mejores vinos blancos de todos los tiempos. Intentamos convencer a María para repetir esta cata con ellos, sabemos que será complicado, pero dicen que no hay nada imposible. Hasta entonces, insistiremos.
Un saludo,
Eugenio Sáenz de Miera Arnau
(EuSaenz)
(*) La fotografía ilustrada de la bodega es de www.logroturismo.org
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Gracias por una nueva crónica. Que lujo de cata.
Imagino que con alivio comprobaste que ése 01 sí era tu Ygay y que no te lo habían cambido ;)Estas navidades maridaremos el Capellanía con el plato principal compuesto de pollo al horno, a ver cómo se comporta, tengo ganas de probarlo.
Un saludo,
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en respuesta a Jordi F Ver mensaje de Jordi F De nada hombre, gracias a tí por leerme.
En efecto, una gran cata. Lo del Ygay 2001 demuestra que esto del vino es siempre muy relativo y que los vinos están en constante evolución. Sin ser como los viejos, creo que es un vino que sigue la onda de la casa.
Creo que Capellanía puede ser un vino ideal para ese pollo al horno, eso sí, es un vino con mucha personalidad, espero que te guste.
Saludos,
Eugenio. -
Hola Eugenio,
Ante todo felicitarte por tan magnos posts en tu blog, uno se embelesa cuando describes según que vinos... una maravilla.
Aparte de disfrutar, en muchas ocasiones ya, con los Ygay me encuentro siempre con la misma tesis en cuanto a ese blanco que siempre se tacha de poco resultón.. me refiero al Dorado de Murrieta.
Para mi fue un vino que no estaba del todo mal, entiendo no es (y digo ES porque guardo 3 bots de su última añada, la ´98) una maravilla pero tampoco me resulta tan insulso cómo para dejarlo de elaborar... no sé, parece que la bodega necesitara adaptarse al momento en cuento a la elaboración de vino blanco.En fin, enhorabuena de nuevo por la cata y felices fiestas amigo.
OG
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en respuesta a oscar Ver mensaje de oscar Muchas gracias, Oscar.
Sí, yo tampoco pienso que el Dorado fuese un vino insulso pues a pesar de todo tenía marcado el estilo de Murrieta pero se quedó un poco en tierra de nadie. Vamos a ver como van evolucionando esos Capellanía y mientras seguiremos indagando a ver si algún día podemos encontrar por ahí alguna botella de Ygay blanco bien conservada.
Felices fiestas y a beber buenos vinos,
Eugenio. -
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