Blog de Eugenio Saenz

Volvemos con fuerza

Bueno, pues tras dos meses sin escribir nuevas entradas en el blog –bien es cierto que tampoco tenía mucho que contar – con la llegada del mes de octubre hemos retomado la temporada de catas y eventos vinícolas con fuerza, con mucha fuerza. En septiembre hemos cumplido el primer aniversario como "bloguero" y que mejor que celebrarlo en mi querida tierra cántabra, magníficamente acompañado y por supuesto bien comido y mejor bebido.

Las dos grandes citas tuvieron lugar los pasados días 4 y 5 en dos restaurantes que ya han sido objeto de comentarios en este blog como son La Cigaleña y Las Piscinas. Poco más por tanto voy a comentar de estos dos restaurantes que ya no se conozca. Son dos lugares donde, antes que cualquier otra premisa, voy a disfrutar de la comida, el vino y la compañía. Son dos lugares donde me siento como en casa. Y eso no se puede medir con fríos números, sólo se puede medir desde la más pura emoción.

Llegamos tras un lluvioso viaje el viernes 3 a Villacarriedo, ya por la noche. Sin subir las maletas fuimos directamente a cenar a Las Piscinas. Allí nos recibe Fonso, propietario del restaurante y ante todo un buen amigo y un gran amante del vino. Un surtido de ibéricos, unos maganos a la plancha (chipirones) y una dorada a la sal con almejas magnífica de punto iban a consistir en nuestra cena. "¿Qué te pongo de beber?" me dice Fonso. "Pues vamos al cuarto de los ratones", le espeto. Dicho cuarto no es otra cosa que esa maravillosa bodega que ocupa la parte baja del local. Me apetece (como no) champagne. Veo varias cositas de primera, Laurent-Perrier Rosé y Grand Siecle, Bollinger Special Cuvee, Grande Anee, RD, Krug Grand Cuvee y Vintage 95, Dom Perignon, Egly-Ouriet VP…pero de repente diviso algunas botellas de una joyita que siempre me encanta, el Larmandier-Bernier 1er Cru Terre de Vertus Non-Dosé NV.

Este es un champagne "de productor", fruto de una magnífica viña y elaborado bajo postulados biodinámicos. Lo conozco desde hace un tiempo y siempre me ha gustado, pero esta botella me convence más que nunca quizá probablemente por las añadas del ensamblaje. Champagne de gran limpieza y pureza, un magnífico representante de su zona y de su terruño, ofrecido a un precio muy aquilatado. Para el que conozca y le guste el estilo de este productor, tiene además un Grand Cru Vielle Vigne de Cramant "milesimado" que está entre los mejores champagnes en su gama de precios.

Tras este magnífico comienzo, el amigo Fonso abrió un finísimo Speymalt from Macallan 1987 embotellado por Gordon & McPhail que maridamos con nuestra conversación sobre vinos y sobre muchas otras cosas. Como diría Sabina, nos dieron la una, las dos y las tres…mientras el nivel de la botella no hacía sino descender. Me reservo en fin de la historia. ¿Terminó bien, ein?

Al día siguiente (menos mal que no hubo que madrugar) había que acudir a la capital Cántabra ya que ni más ni menos, Philippe Cesco y Andrés Conde pasaban lista. Uno a uno fuimos llegando al lugar punto de partida para dirigirnos a la tienda de Philippe, "La Ruta del vino", donde siempre salimos cargados con alguna joyita. La selección de Champagne, Loira y Borgoña no tiene desperdicio. Además el domingo tendríamos comida "de sobaquillo" y que mejor que probar algún vino de esos que llevábamos en mente. Philippe es una verdadera enciclopedia en vinos franceses, especialmente en champagne, así que recibimos una lección magistral sobre Bollinger, Krug, Selosse, Pascal Doquet, Clos des Goissies, etc, etc.

Un poco después, ya que los dos lugares se encuentran muy próximos, llegamos a La Cigaleña, donde Andrés nos está esperando. Mientras llegan dos personas con algo de retraso, nos tomamos en barra una copita del Riesling Trocken 2007 de Dönhoff, que como puede comprobar hace unos días está realmente excepcional. Ojo a estos 2007.

Una vez completado todo el cupo de comensales, subimos a ese acogedor reservado donde los sueños vinícolas se convierten siempre en realidad. Allí, rodeados de esa fantástica colección de botellas de Vega Sicilia, nos ponemos en manos de Andrés para disfrutar de una de esas mágicas sesiones que aunque desgraciadamente escasas, son siempre esperadas con la máxima expectación. Sobre Andrés y su restaurante ya he escrito otras veces en este blog así que no me repetiré. Es el lugar donde más y mejor disfruto del vino en toda la geografía nacional. Una buena lista de los mejores vinos que he tenido la ocasión de probar lo he hecho aquí, y siempre en un ambiente muy especial, un ambiente de amistad, camaradería y pasión por el vino.

Primero elegimos la comida, siempre con sencillez, basándonos en el producto. Una selección de los mejores ibéricos (Joselito), tacos de queso manchego, croquetas caseras variadas, mollejas de lechazo (buenísimas), setas varias salteadas, salmón ahumado Carpier, algo de pescado (Mero, Rape) a la plancha y un buen entrecot.

Y para elegir los vinos, pese a que traigo mis ideas, siempre dejo elegir a Andrés. Es el único sumiller por el que me dejo aconsejar a ciegas, pese a que como todo el mundo también me puede recomendar algún vino que no me apasione, pero que siempre será un gran vino.

Para comenzar pensamos en un blanco oxidativo, quizá un Jerez o un Rioja. Por ser algo más difícil de probar nos decantamos por un Marqués de Murrieta Blanco 1982, un vino que hace ya tiempo dejó de elaborarse y cuyas uvas base eran Viura y Malvasía. Pese a tratarse de una añada más cálida que 1981, más inmediata y quizá menos longeva, lo cierto es que el vino impresiona. Tímido en el inicio, necesita de aire para expresar lo mucho que tiene. Vino complejo y sutil, que ofrece múltiples matices. Y siempre con ese carácter oxidativo y quizá algo "gordo" que le hace parecerse a un Oloroso de La Rioja. Vino de trago corto por su gran peso y de disfrute máximo. Lo dejamos en la copa para observar su evolución.

Llega el segundo de la tarde, un Burdeos blanco de Graves con años, un tipo de vino que tenía especiales ganas de poder catar. Se trata de un Château Couhins 1970. Este château está clasificado como Premier Cru de Graves y elabora con una mezcla de Sémillon y Sauvignon blanc. Lo primero que sorprende es su juventud, especialmente en nariz. Bastante primario todavía, lo cual nos congratula. En boca algo más plano, pero equilibrado y fresco, muy destacable teniendo en cuenta su condición de "carroza" vinícola. Quizá su problema fue el vino que le precedió y sobre todo el que le sucedió. Rico este Graves.

Mientras el Murrieta continuaba su mejora, mostrándose cada vez más complejo y exuberante, muy distinto de carácter a los Tondonias blancos viejos, pero igualmente grande.

El tercer vino de la velada no solamente fue el más grande de la misma, sino también de todo el fin de semana y uno de los más impresionantes que he tenido la ocasión de probar. Levaba ya la idea de catar un Château-Chalon de Macle, pero lo cierto es que poder probar uno con más años, en concreto un 1986 superó todas mis expectativas. Estos curiosos vinos de crianza biológica estática están entre las grandes rarezas por descubrir. Además Macle añade el hecho de ser "un viticultor de primera, un loco de la viña con unos rendimientos microscópicos", en palabras de Andrés.

Levaba ya un tiempo decantado cuando le llegó su turno. Se sirvió en amplias copas Borgoña. ¡Que nariz! Exclamación general. ¡Que boca! Se hace el silencio. El vino del silencio. "Si observáis en estos vinos, con más de 20 años comienza a surgir un bouquet de curry", nos comenta Andrés. Es cierto. El vino cambia de registros, de tonalidades. La boca es inmensa. Larga, poderosa, salina. La persistencia es de minutos. El fabuloso salmón de Carpier queda en segundo plano. La velada tiene ya un vencedor imposible de superar. Para no llenar la mesa de copas acabamos el Rioja blanco y el Graves y dejamos algo de este Macle para observar su evolución. El recorrido de estos vinos es eterno, con 22 años es todavía un bebé que comienza a desarrollarse.

La comparación con los vinos de Jerez, de los que soy un acalorado defensor y difusor, es injusta y estéril. De momento la Savagnin y la Palomino son dos uvas de diferente perfil organoléptico. El vino de Jura se elabora en crianza estática, en la misma barrica y los de Jerez en crianza dinámica por medio del método de soleras y criaderas. Los vinos de jerez además son encabezados, cosa que no ocurre con el Chalon. Son diferentes y únicos, cada uno en su estilo. Además Macle significa la cúspide de estos vinos. De todas formas dejo una reflexión de Eduardo Ojeda cuando estuve visitándole el pasado mes de diciembre: "si los vinos amarillos del Jura pueden vivir 200 años, porqué de los vinos de Jerez (finos y manzanillas) decimos que son de pronto consumo?". Una interesante reflexión que certifico con el Macharnudo Alto de la primera saca (junio 2006). Está ahora mismo excepcional y seguirá evolucionando. A mejor por supuesto.

Cambiamos a los tintos. Andrés nos insiste en probar un Viña Real Reserva 1981. "Si quieres te puedo abrir uno de 1940, pero si de verdad lo que queremos es disfrutar de un vino en perfecto momento de consumo, esta es la mejor elección". Siempre me han gustado mucho estos grandes Riojas clásicos así que esta sería la siguiente estación del viaje vinícola. El vino está realmente fantástico, como bien dice Andrés es un vino en perfecto, casi diría que inmejorable, momento de consumo. Con toda la complejidad y el misterio que ofrecen estos vinos en nariz y con una boca redonda y equilibrada, que se deja beber con una alegría inusitada. Da gusto comer con él, en especial ese fresquísimo mero a la plancha.

Andrés continúa con sus loas a esta maravilla: "para encontrar algo parecido nos tenemos que ir a Borgoña, pero a un Grand Cru, de los que tenemos en mente cuando nos referimos a los mejores tintos del mundo". No se lo pienso discutir. A veces debemos misarnos a ombligo y pensar que estos vinos, estos clásicos vinos conocidos por muchos aficionados, están entre los más grandes tintos del mundo. Y de no haber sido por un Angelus 85 pletórico y por un bestial Valpolicella de Quintarelli estábamos ante el vino tinto del fin de semana…

Con el entrecot queremos otro tinto para finalizar y Andrés nos sugiere…"¿Qué tal un syrah?" Obviamente mi cabeza piensa en Ródano. "No, no es del Ródano, pero está a la altura de los grandes". Bueno, pues adelante. El vino que elige es un Clos Syrah Leone 1996 del Domaine Peyre Rose, una de las estrellas del Laguedoc. Elaborado por Marlène Soria es un vino que no sale en todas las añadas, es casi un capricho de su creadora.

Sin embargo en la copa no me resulta tan impactante como los anteriores. Si, se trata de un gran vino, pero creo que está falto del grado de autenticidad de los vinos anteriores. Le califico de vino moderno, aunque Andrés no está de acuerdo conmigo. No siempre vamos a estar de acuerdo, vamos. Se trata de un Syrah con una pincelada de monastrell que le otorga un toque de reducción muy típico y elegante. Pero honestamente y más teniendo en cuanta el prestigio y el precio de este vino lo cierto es que prefiero a sus similares del Ródano norte en especial si proceden de Cornas, Crozes-Hermitage, Côte-Rotie o los propios Hermitage.

A la hora del postre nos decantamos por un variado de la casa que incluye unos cuantos dulces diferentes. El tocino de cielo me encanta (y es que soy muy goloso). Para beber pregunto a la concurrencia. "¿Qué preferís, un dulce alemán, un Tokaji, un PX o un licoroso tipo Oporto Vintage o Madeira?". La concurrencia me responde que quieren Alemán. Y es que la riesling conquista murallas. "Creo que tengo algo interesante, pero sólo me queda media botella, un Eiswein de Johannisberg". Sé que es una legendaria bodega que ahora no se encuentra en su mejor momento pero Andrés me comenta que esta bajada se nota en sus vinos más básicos, en los punteros sigue siendo una grande.

Así pues terminamos con la media botella de Schloss Johannisberg Riesling Eiswein 1999. Una pena que con el pequeño tamaño de la misma no pudiéramos estar más tiempo con el vino, pues nos pareció una verdadera joya. Muy joven todavía, ni siquiera petroleaba lo más mínimo y con un paso por boca espectacular, en el que destacaba su enorme balance entre dulzor y acidez que es lo que hace a estos vinos dulces grandes en el mundo.

Como es lógico primero nos tomamos el postre y después el vino, pues es de esos vinos que deben tomarse solos y ser objeto de una conversación. ¿Se quedo corto? Sí. ¿Lo disfrutamos? Mucho.

Como siempre en estos ágapes nos dieron las tantas de la tarde, pero al igual que en otras muchas ocasiones salimos contentos y felices de La Cigaleña pues habíamos pasado una jornada inmejorable por los vinos y sobre todo por la compañía y las conversaciones a su alrededor. Nos despedimos de Andrés hasta una próxima ocasión. Si por mí fuera subiría por lo menos un par de veces al mes, pero bueno, con alguna al año me conformo. Lo digo una vez más (y van…): La Cigaleña es el paraíso para cualquier buen amante del vino.

 

Tras un paseo por la siempre preciosa capital cántabra (se quedó una tarde muy agradable), nos despedimos de nuestros amigos hasta el día siguiente. De vuelta a Villacarriedo lo cierto es que a la hora del fútbol y a pesar de la importante comilona, nos apetece picar algo así que nos acercamos a Las Piscinas y mientras vemos el partido picamos un poco de jamón, unas albóndigas de buey y unas rabas de chipirones. Para beber pido un Roda I 2004, del que tengo muy buenas referencias. Conozco este vino desde su inicio, hablamos de 1992 y lo cierto es que es una de mis referencias en la Rioja moderna. Hasta ahora mis favoritos han sido 94 y 2001. Y este 2004 está sin duda a su altura. A pesar de su juventud es un vino redondo y estructurado, muy accesible, fruto de una magnífica elaboración. Lo bebemos muy bien y muy a gusto. Un Roda I de los grandes, un vino que continúa siendo un hito entre los tintos españoles modernos, al menos para mi gusto.

A día siguiente nos esperaba la segunda fase de este gran fin de semana vinícola, una comida "de sobaquillo" en Las Piscinas. El domingo amaneció un día pletórico, con un sol y una claridad espléndida. Preciosa la estampa de los valles pasiegos, en este caso del Valle de Carriedo. Antes de las dos nos presentamos para ir abriendo y decantando vinos, ya que algunos así lo requerían. 9 vinos para 9 enochalados. Seguro que con esto más de un cineasta tendría chicha…

Una pena que Fonso no pudiera estar presente, tenía que viajar a Zafra a una feria del ibérico, seguro que no se lo pasaría nada mal. Pedimos un menú contundente para hacer frente a semejantes miuras y que consistió en un exquisito escabeche de bonito (elaborado con lomos de bonito de Santoña y una emulsión de vinagre de Módena), unas croquetas variadas, alubiones de La Granja con almejas, maganos a la plancha, huevos con foie fresco y … un impresionante chuletón de vaca mayor de la zona de 4 kg de peso. ¿Pare beber? Pasen y vean.

Comenzamos con un Pascal Doquet Grand Cru blanc de blancs millesimé 96. Imposible comenzar mejor. Producto de uno de los mejores "recoltants-manipulants" de Le Mesnil y de todo champagne, y además de una extraordinaria añada en especial en este mágico pueblo, el vino resulta un verdadero espectáculo que nos deja a todos atónitos. Resulta todavía algo austero y evidentemente joven, pero su seriedad, su poder, su perfecta definición y su impresionante acidez no sólo nos gustan, sino que encanta a toda la concurrencia. Vaya, que podrían haber sido perfectamente 9 botellas de esta maravilla las que hubieran caído. Inmejorable recomendación, Phillipe.

Con el delicioso champagne vamos dando cuenta de ese sabroso escabeche, tanto que repetimos plato, pero esta vez acompañado por un interesantísimo Borgoña blanco, un Savigny-les-Beune 2004 de Simon Bize & Fils. Este es un pequeño domaine familiar que produce en la AOC Savigny, en plena Côte de Beune, el paraíso de la Borgoña blanca.

Al principio se muestra algo esquivo, pero con el aire va abriéndose poco a poco revelándose como un magnífico vino, muy equilibrado, con el toque justo de madera y con una refrescante acidez. Un Borgoña blanco de manual, ideal por su precio para ir profundizando en estos blancos tan maravillosos y por desgracia casi siempre tan caros. Otra gran recomendación de Phillipe Cesco.

Terminamos el Borgoña con las croquetas variadas y pasamos a los alubiones de La Granja, maravillosamente cocidos y acompañados por unas almejitas. En el decantador lleva ya un rato esperando el Château Grillet 1998. Este es un vino de gran prestigio en Francia, de hecho la bodega constituye su propia AOC. Hasta ahora ningún vino catado de la variedad viognier, ni siquiera los mejores Condrieu, me ha conquistado. Y a pesar de que este es el mejor viognier que he probado hasta el momento, lo cierto es que algo le falta.

El vino es complejo, muy joven, tiene estructura y una gran prestancia, quizá algo falto de acidez para mi gusto. Pero se queda algo corto, porque su RCP no resulta destacada. Sí, se trata de un excelente vino, pero en los precios que cotiza hay disponibles varios de los más grandes vinos alemanes y más de uno borgoñón. De todas formas el vino gusta mucho y acompaña perfectamente a esos alubiones con almejas.

Con los maganos nos tomamos el último blanco seco de la velada, un maravilloso Meursault Clos de La Barre 2004 del Domaine Comte Lafon. Palabras mayores. Hablamos de uno de los grandes nombres de la Borgoña blanca, quizá junto con Roulot, Raveneau, Coche-Dury, Ramonet o Leflaive.

Este en concreto procede de uno de sus mejores "lieu-dits" o viñas con derecho de mención, llamado Clos de la Barre. La añada 2004, añada fría, es buena para los blancos borgoñones. Es un vino realmente soberbio ya que ofrece todo lo que se espera de un gran Meursault. Es graso pero a la vez fresco, es fino y al mismo tiempo está dotado de una enorme estructura o armazón. Va mejorando en la copa y lo dejamos un tiempo para observar su evolución. Estamos ante un grande de verdad, uno de esos vinos que hacen de Borgoña algo muy especial y que te acaba enamorando, un perfecto reflejo de su terruño y de la añada.

Con esos sabrosísimos huevos con foie fresco y a pesar de que el Kabinett de Kesseslstatt les hubiera acompañado muy bien, comenzamos con los tintos y lo hacemos con mucha, quizá demasiada fuerza. Esperando pacientemente en el decantador se encuentra un Valpolicella Classico Superiore 1999 de Giuseppe Quintarelli. Expectación máxima. La nariz, de libro. Todo en su sitio, todo integrado, todo equilibrado. Nada de alcohol, donde están los 15º? No se sabe nada de ellos, solamente de fruta, de especias, de toques térreos. Una maravilla.

Pero cuando lo probamos estallan los fuegos artificiales. Un vino lleno de equilibrio, de frescura y de profundidad. Se bebe maravillosamente pese a su juventud. Es uno de los mejores vinos tintos modernos que he probado sin duda, un vino que justifica sobradamente el mito que hay en torno a Quintarelli, la leyenda del Véneto. Nos hace olvidarnos de los huevos por un rato. Y nos hace preguntarnos por su Amarone, que cuesta unas 4 veces lo que el Valpolicella, pero que debe ser todo un espectáculo. Quizá para la próxima vez que quedemos, haciendo un fondo común…

Todavía no repuestos por la impresión que nos ha causado el enorme vino del Véneto, pasamos a todo un clásico, un Château Ducru-Beaucaillou 2002. Ya probé este vino en una cata de Burdeos 2002 que realicé en su día con mi antiguo grupo de cata (El Sarmiento). Pues en estos algo más de dos años, este vino ha mejorado mucho. Si en aquella cata fue uno de los más destacados, incluso a más de uno fue el que más le gustó, ahora es un vino más asentado y que comienza a mostrar todo lo que uno espera de un gran St. Julien.

Muy redondo y enormemente equilibrado tanto en nariz como en boca, un vino de esos que da gusto beber por su ausencia de aristas y por su discreta elegancia. Estos son los Burdeos que nos gustan. Sin ser un gran especialista en esta zona francesa algunos que saben más que yo me comentaban que probablemente este Château es actualmente el más regular de Saint Julien junto con Leoville las Cases. Insisto en que mi experiencia con Burdeos no es muy grande, pero este vino me produjo una magnífica impresión. Esto de las añadas y los precios invita a reflexionar. Este 2002 está magnífico. Puede que no dure décadas, pero para que lo quiero yo tomar en décadas?

Con este excelente vino del Medoc ya había llegado a la mesa el orondo chuletón de 4Kgs de vaca mayor pasiega a la mesa. Unas piedras calientes y un poco de sal y…a darle caña.

Para ayudar un poco abrimos y decantamos el único representante nacional de la tarde. Un Liberalia 5 2003 de Toro, al que el amigo Parker otorgó ni más ni menos que 96 puntos. Lo cierto es que sufrió mucho entre sus compañeros de cata ya que es un vino de Toro moderno al uso, con mucho de todo, quizá demasiado. No voy a decir que sea un mal vino, que no lo es, pero no es el tipo de vino tinto con el que actualmente sintonizamos. Cuesta comer con él, incluso el chuletón. Ahora comprendo eso de los vinos "Parkerianos".

Y terminando con la carne, dejamos para el final el que pensábamos que era el tinto de la jornada, algo que se confirmó sobradamente. Al final fue el tinto de todo el fin de semana y probablemente el tinto del año hasta el momento, un Château Angelus 1985.

No quise decantarlo para observar mejor su evolución. Al ver el inmejorable estado del corcho no había dudas sobre su conservación. Algo perezoso en el inicio, con el aire no para de dar y de dar matices. Ese bouquet de especias y maderas nobles nos maravilla por su complejidad y definición. Esa boca redonda y madura, pero a la vez joven y con una viveza impresionante termina por conquistarnos. Toda una estrella de St. Emilion en perfecto momento de consumo y expresándose como solamente lo hacen los vinos más grandes. Lo tomamos solo, sin comida, como debe hacerse con estos grandes vinos de los que por desgracia se tienen pocas ocasiones de probar.

Con el postre, una rica selección de helados, nos bebemos un riesling alemán que está abierto desde el principio de la comida. Se trata de un Reichgraf von Kesselstatt Scharhofberger Kabinett 1998. Bueno, esperamos a que se termine el postre pues el vino con el paso del tiempo ya se ha convertido en un vino perfectamente seco. Aquí funcionan las matemáticas. Si sumamos un excelente productor, un maravilloso viñedo (¿el mejor del mundo?) y una magnífica añada en la zona pues es muy raro que el resultado no de un vino de gran categoría.

Este es el caso. Un sencillo Kabinett, sí, pero abierto en su más perfecto momento de consumo. Una nariz realmente encantadora y una boca igualmente cautivadora. Quizá hubiera encajado mas al principio, justo después del champagne, pero lo cierto es que ahora, al final de la sesión, sus 8 graditos y su elegante ligereza se revelan como el acompañante ideal.

 

Una sobremesa con algunas copitas (buen ron, perfecto gin-tonic y mejor whisky) y una más que interesante conversación acerca de todo lo vivido en las últimas 24 horas alrededor del vino y de la gastronomía cerraron este inolvidable fin de semana que todos los presentes retendremos un buen tiempo en nuestra memoria.

Esto es solo el principio. Seguro que habrá muchas más.

Hasta la próxima, Cantabria!!!

Un saludo,

Eugenio Sáenz de Miera Arnau (EuSaenz)

  1. #1

    AntonioJesus.AkatA

    El Sr. Eugenio celebra su 1º aniversario como blogger's con una magistral sesión de cata que ha sabido ¡como no! contar muy bien. A cumplir más años joven.

  2. #2

    AntonioJesus.AkatA

    Personalmente no he estado en la cigaleña, pero en una de nuestras conversaciones y único encuentro giró entorno Andrés y sus vinos, junto a este y otros artículos, te aseguro que siento como si hubiera estado allí compartiendo mesa, mantel, vinos y una extraordinaria compañía.

  3. #3

    AntonioJesus.AkatA

    Conforme voy leyendo, comento mis impresiones de este inquietante relato...

    Buen lugar ese de las piscinas y que me gustaría entrar en su "cuarto de los ratones".

  4. #4

    AntonioJesus.AkatA

    Por cierto la tienda de Philippe "La Ruta del vino" tiene web, porque semejantes recomendaciones merecen una lugar en www.akatavino.com ¿no te parece?

  5. #5

    EuSaenz

    Gracias como siempre por tus palabras Antonio. A ver si algún día puedes compartir con nosotros alguna sesión de estas, aunque desde málaga hay un buen "trecho".

    La tienda de Philippe tiene web y es la siguiente:

    www.larutadelvino.com

    Como ves está dedicada básicamente a la venta directa. Yo no le he comprado por Internet pero sí que conozco a gente que lo ha hecho y ha quedado muy satisfecha.

    Un saludo,
    Eugenio.


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