Al fin y tras mucho penar he conseguido probar un Mâcle Chateau Chalon , no de avanzada edad pero si con algunos añitos, aunque para estos vinos 22 años es un soplo de viento sin importancia.

La nariz es un de una complejidad realmente asombrosa, hay un sinfín de registros en donde sobresalen frutos secos tostados, ahumados, piedras mojadas, café con leche, avellanas verdes, piñones; pero además se va a la cítricos con la famosa piel de naranja, y a los minerales y a la trufa blanca y flores y …..

La boca es explosiva, queda inundada por que el vino se expande, acidez tremenda, el gusto adopta forma metálica, de hiero y acero, por su enorme estructura, con especies finas. Es muy difícil explicar este vino, a más de lo que es , que es enorme , el mito que conlleva te deja muy apabullado, te sientes muy pequeño, muy poca cosa al lado de tal monstruo. Permite darse cuenta de lo grande que es la naturaleza y del ridículo que hago al intentar catalogarla.

Amarillo dorado limpio y brillante.

Nariz intensa, compleja, misteriosa, arrebatadora….todo lo que se le quiere y puede pedir a un vino. Cambiante y camaleónica, sus registros van desde la fruta madura, los orejones, los frutos secos, almendras, el café en grano, las especias orientales en especial un curioso bouquet de curry, la cáscara de naranja, la tierra mojada, los toques salinos, los recuerdos minerales (calcita, yeso). Una pena no poder pasar más horas con él porque sin duda las merecía.

En boca….difícil de explicar con palabras. Largo y poderoso y a la vez fino y complejo. Cuando entra lo hace casi sin permiso, pero en el paladar explota sin remisión, se expande y se muestra en todo su esplendor. Una verdadera eclosión de matices. Enorme acidez, final eterno, redondo, que nos deja toques de frutos secos, frutas maduras y especias, volviendo ese increíble recuerdo de curry y canela. Con su presencia en la copa se hizo el silencio. "Un respeto, por favor", nos quería decir.

Las pocas veces en la vida que puedes probar un vino de este nivel lo haces con un doble sentimiento. Por una parte estás disfrutando de un momento muy especial. Por la otra no quieres que se acabe porque sabes que será muy difícil volver a repetirlo. La experiencia de beber un Macle con más de 20 años es algo que no se olvida. Andrés nos dijo: "este es un vino de 10". Y yo no pienso discutirlo, oiga.

Es una delicadeza, que puede con todo... una maravilla...la etiqueta ya está en los anaqueles y el vino en la memoria marcando pauta...

Sí, piensen en el sonido de una ametralladora que puede con todo, ya sea exquisito pulpo, salmón ahumado de escándalo o jamón de salmón más salado que el anterior pero de una textura que impresiona. Este Jura es un cañón, un deleite para la neurona. La nariz, a mi al principio me recordaba un poco embutida, para evolucionar a moka, luego más floral, luego más afrutada, luego vuelven cosas del suelo, luego membrillos...Ra ta ta ta ta. Llega la boca, explosión juvenil, dicen los que saben que con más años alcanzan lo sublime. Buf, no sé si llegaré a comprobarlo pero mientras me quedo con este recuerdo. No sé muy bien cómo describir esa conjunción de acidez y amargor con ese alcohol tan integrado. Persistencia que recuerda a los límites matemáticos, cuando "n" tendía a ese ocho invertido que es el infinito.
Tremenda delicia de vino. A veces, el Marco se puede quedar en una simple greca, bonita, pero greca.
No me tomen en serio. Este vino es pura coña. Y la mala leche que dicen que tiene la ama, se la perdonamos. Lo merece. A seguir insistiendo.