Este vino que lo cate siguiendo pautas de Pedro Barrera lo he vuelto a catar y hay que darse cuenta lo bueno que está si señor, la boca y el retonasal aún se me han quedado mas que la vez anterior, peazo de vino, de los que hacen afición, verdaderamente rico y el calor y el paso por boca con tanta finura deleita si señor, gracias BAR por enseñarnos el camino en su dia, grande este Pedro Domecq, amigos.

Color ámbar con reflejos a miel, acreditando buenos y complejos aromas a toffe, caramelo, avellana y cedro, su paso por boca es algo seco, robusto, se notan los taninos muy marcados, lo que lleva dentro, la madera vieja y la complejidad de aromas, pero rico, sin ser un vino ácido, resulta envolvente, algo dulzón, cálido y estructurado, al mismo tiempo elegante y aterciopelado, es una simbiosis de finura y clase, que finalmente pasa dejando un largo y agradable retronasal, a la avellana y a la madera vieja, este vino es, si me lo permiten, un “palo” de buen vino, capaz de cautivar a los que no solemos ser seguidores de los de esta clase o naturaleza.

Color castaño. Nariz expresiva con notas de frutos secos, suaves recuerdos a torrefactos y algún sutil toque pasificado. En boca tiene buen ataque, es seco, con suave amargosidad, notable acidez y muy largo. En el retronasal reaparecen los frutos secos.

Se presenta en un bonito y elegante color caoba oscuro, con reflejos de caramelo.
En Nariz es claramente tostado, con matices de azúcar moreno, caramelo, pastelería, madera envejecida, ebanistería, curtidos y breas.
En Boca es robusto, seco, sabroso y potente, bien estructurado y perfectamente equilibrado entre dulzura y alcohol a pesar de sus 20%
Recorrido amargo y cálido de final envolvente.
Excelente maridaje con quesos curados.