Dorado intenso limpio y brillante.
En nariz es intenso y complejo y va ganando continuamente con el aire. Notas florales, frutas blancas bien maduras, membrillo, níspero, piel cítrica, ligeros ahumados, especias dulces, miel, trazas balsámicas y mentoladas y una ligera punta mineral. De nuevo nos recuerda a un Sauternes o Barsac, pero de los buenos, ojo.
En boca es un vino ya prácticamente seco y con un recorrido enorme, está joven todavía, es todo acidez y fuerza, con una estructura formidable, te está diciendo que como lo guardes unos años más te lo va a agradecer. Final largo de frutas maduras, especias, cítricos y frutos secos amargos, persistente y duradero.
Como decía el amigo Rubén Blades, sorpresas te da la vida y este vino es una de ellas. Sí, un “semi” sin crianza, un vino sencillo y barato, pero que a sus 22 años de vida está no solo en plena forma, sino que no hará más que mejorar. Un auténtico vinazo para quitar prejuicios. Si lo ven, pruébenlo.
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