• Bodega: Finca Moncloa
• D.O./Zona: V.T. Cádiz 
• País: España 
• Tipo de vino: Tinto con crianza 
• Graduación: 14,5% 
• Varietales: 51,9% Syrah, 45,9% Cabernet Sauvignon, 1,6% Tintilla de Rota y 0,5% Petit Verdot 
• Precio aproximado en Internet: Entre 14 y 16€
• RCP: Muy buena

Visualmente es una golosina de color rojo picota con tonalidades granate y destellos rubí. Muy limpio y brillante, su lágrima es fina, cubre pero no tinta.

Con una oxigenación previa de más de treinta minutos su primer contacto en nariz es fresco y delicado, con transparencia de violetas sobre fruta roja. Pasito a pasito la fruta negra en forma de moras maduras intenta apoderarse de los aromas pero no lo consigue porque incipientes balsámicos que prometen crecer reclaman su parte y al hacerlo traen consigo de la mano una acidez que nos devuelve a la fruta roja con vocación de frambuesa.

¿Encontraré la misma acidez en boca? Y me sorprendo a mí misma pensándolo pues estamos ante un vino de cuatro años. Y si lo hago ¿lo hará refrescante o astringente? La acidez puede ser peligrosa...

Una capa de seriedad se extiende sobre la nariz cubriendo de hoja de tabaco con chispas de pimienta negra una piedra oscura, pizarrosa. 

En boca entra dulzón, con paso largo y una acidez que descoloca pero que es reconducida por una sensación alcohólica envolvente, cálida...

El sabor es muy frutal, con dominio del rojo sobre el negro aunque la grosella se niega a ceder protagonismo. Unas pinceladas dulces quisieran convertirse en anís pero su halo cítrico las deja en agua de azahar, como la que aromatiza los roscones. Este dulzor se amalgama con balsámicos y el resultado recuerda al eucalipto de monte.

Su frescura es deliciosa con una maravillosa acidez que apartando temores no seca sino que acaricia.

El Finca Moncloa es bosque del sur, menos tupido que los mesetarios y los norteños, dejando que se cuele la luz con dulzura, con manto de arbusto y la eterna pelea frutal entre el rojo y el negro, con su ramaje y sus hojas aromáticas. Su paso es ligero pero el crujir de la huella que deja tras de sí permanece.

La fragancia a violeta nunca se pierde convirtiéndose en parte fundamental de la idiosincracia de este vino.

Es, sobre todo, un vino diferente, un vino con una personalidad marcada y una incógnita respecto a su futuro ¿qué vida tendrá?

© Mara Funes Rivas - Diciembre 2013