Cena de los sentidos con casi todos los sentidos
El pasado viernes, navegando por Internet sin rumbo fijo, me topé con la web www.casitodoslossentidos.com, tras cotillear en qué consistía la experiencia descubrí que casualmente al día siguiente, es decir ayer, tenían programada una cena en Madrid.
Atraída por la curiosidad, llamé y conseguí que ampliaran el cupo y nos admitieran. Fue sencillo, lo que no me extrañó teniendo en cuenta el elevado precio del evento.
La cena de los sentidos, era en el Hotel Santo Domingo, en Chueca. Fuimos intrigados, sin saber muy bien qué nos íbamos a encontrar,nos recibieron en una sala en penumbra, donde nos sirvieron algo de beber mientras esperábamos.
Javier Serrano, el director del evento, nos recibió y nos entregó un antifaz a cada asistente, debíamos ponérnoslo y no retirarlo en ningún momento durante la cena de los sentidos. Tampoco podíamos hablar y, si necesitábamos algo, sólo teníamos que levantar la mano.
A ciegas, nos llevaron de la mano uno a uno a un nuevo espacio, donde nos sentaron frente a una mesa. En ningún momento vimos la mesa, la decoración de la sala, la comida ni a los camareros.
A lo largo de dos horas oímos música variada: ópera, canciones parisinas, samba, anuncios publicitarios, un fado en directo, etc. Nos contaron historias, acompañadas por música, olimos ceniza, perfume, lejía, colacao, etc. Todo absolutamente a oscuras.
Y comimos de su mano pequeños bocados: almejas, foie, pulpo, pan untado en salsa... En otras ocasiones nos acercaban la mano al plato y comíamos con las manos y también con cubiertos, brocheta de pescado, carrillera de ternera con patatas, pudding de mango, etc
De vez en cuando, alguien se acercaba y nos susurraba al oído, muchas veces eran los nombres de los platos, también nos dieron masajes en la cabeza, en el cuello, nos rozaron con plumas y con algo áspero, alguien se metió por debajo de la mesa y nos tocó las piernas, mientras oíamos ruídos de navajas y cortadoras eléctricas y a alguno le mordían un dedo de la mano, con una canción terrorífica de fondo.
También aplaudimos, tocamos algún instrumento acompañando una música de samba, nos sacaron a bailar y nos hicieron volar sobre nuestra silla.
Nos limpiaron las manos con toallas humedecidas entre cada plato, sentimos calor, frío y escalofríos.
Lo mejor, la sorpresa, no sabías lo que podía venir a continuación. Lo peor, la comida, que sin ser mala, no ofrecía nada especial y lo acompañaba un vino bastante mediocre. Al no ver, además, eras más consciente de los sabores.
No obstante, una experiencia ingeniosa, bien pensada, divertida y poco común, mejorable en el aspecto gastronómico a mi parecer. Muy buena la música, sobre todo el directo.
El no disponer durante dos horas del sentido de la vista, no saber quien tienes al lado, no hablar, hace que percibas muy intensamente todo lo demás, los ruidos, la música, los susurros, los masajes, el frío, el calor... una experiencia absolutamente Mindfulness.
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en respuesta a Lovecft Ver mensaje de Lovecft Sí, sorprendente y emocionante, aunque mejorable en algunos aspectos, lo recomiendo.