Salir y no parar. Altolandón.

Una cosa es vender vino. Otra es saber transmitir el esfuerzo, explicar cómo huelen tus viñas cuando vas temprano a trabajarlas, o cómo mimas la pequeña parcela que acabas de comprar para elaborar tu próximo proyecto.

Salón Guía Peñín con Sarah Jane Evans MW

En sus viñedos, Bodega Altolandón, Landete.

Cuando aparcas en Altolandón, te tomas un momento para respirar y disfrutar del paisaje. Ya sale Rosalía Molina a darte un abrazo, con su sonrisa y su móvil. Porque es ella quien controla todo lo que allí está pasando. El camión descargando las nuevas tinajas, los trabajadores, los importadores a punto de llegar con clientes, las viñas, la fermentación - todo - además de sus dos gatos que la persiguen en su paseo. Un torbellino pelirrojo.

Una mujer entregada a esta pasión, que no la deja descansar en los laureles. Una vez que se han abierto mercados como los suyos, hay que mantenerlos, y viajar, y saber vender el producto en esta vorágine de ferias y eventos internacionales tan competitivos. Muchos aviones la esperan en el 2018.

Volcada con mucha ilusión en su nuevo proyecto que saldrá allá para la Candelaria, un vino dulce de distintas variedades blancas, un vino fermentado de forma natural en tinaja, del que me habla con tanto cariño que ya tengo ganas de tomarme una copita con ella.

Allí, en ese entorno. O en otros.

Pero siempre con naturalidad.