Salimos de la bodega con la sonrisa del alma pintada en la cara y con el ansia de hacer realidad las promesas que esas barricas nos habían hecho al despedirnos.
Doce vinos nos esperaban en casa de Samwe, doce, casi todos salidos de ellas o con la marca de la casa.
Y porqué no decirlo, también había hambre.
Llegamos a esta preciosa casa de estilo clásico manchego en el exterior y moderno diseño en el interior, que discurre alrededor de un patio que permite que el sol se cuele por todos los rincones del edificio. El patio nos hablaba de veladas estivales hasta la madrugada, veladas de buen vino y mejor compañía, más tentaciones…
La anfitriona nos acogió de nuevo con sonrisas y calor, y nos fue organizando a nosotros y a las viandas que traíamos. Permitió que tan sólo dos de nosotros hicieran de pinches en la cocina y como los demás no nos podíamos quedar quietos, pues ¿qué íbamos a hacer sino abrir una botella de vino?
Empezamos con el Blanco de Tempranillo 2010. Como su propio nombre indica, es un blanco hecho con uva tempranillo a la que se le había despojado de su manto de piel oscura. Tan blanco era su interior que el vino era casi transparente a la vista, viniéndome a la mente ese vino gaditano que tan bien se vende en todas las marisquerías de Madrid.
El aroma era delicadamente frutal y en boca tenía un paso fresco, agradablemente vegetal. No olvidamos llevar copas a los que se afanaban en la cocina mientras nosotros poníamos la mesa y Samwe se disponía a abrir el segundo blanco de la jornada, el GO 2007 (Bierzo): Godello 85% Godello y 15% Doña Blanca, buena compañera de viaje, elaborado en la bodega hermana leonesa de Soto del Vicario.
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Al Blanco de tempranillo le iban saliendo diferentes frutas exóticas añadidas pero el oro puro de la godello no paraba de hacerme guiños con sus brillantes destellos. Accedí a sus requerimientos y me lo llevé a la nariz. Respiré hondo y permití que ese profundo olor al océano atlántico me invadiera los pulmones. Sería berciano pero a mí, sus aromas balsámicos me llevaba a Galicia. De sabor pleno e intenso, cubría sin dejar resquicios lengua y paladar de rica mantequilla, dejando al final un perdurable recuerdo a frutos secos.
La selección mixta de quesos manchegos e italianos hacía su aparición en la mesa junto a una buena empanada, seguidos por un fresco y aromático guacamole casero con nachos. Ya sí nos juntamos todos y nos disponemos a escuchar lo que el tercer blanco del día tenía que contarnos, el Talva 2006. Elaborado a base de uva Chadornnay y Sauvignon Blanc, es de bonito y brillante color amarillo limón, con chispas doradas que le acercan más en color al GO que al Blanco, con mucho caramelo al girar (muy glicérico). Lo primero que se me viene a la cabeza, olfativamente hablando, es el olor a heno fresco, luego van apareciendo las flores y al final del todo un toque lácteo. En boca es amplio y fresco, de paso franco y agradable, no tan perdurable como el GO pero si dejando un placentero posgusto dulce con una chispa de acidez, excelente maridaje para el picante Pecorino italiano.
La tortilla de patata (con cebolla) es colocada en el centro de la mesa y uno de mis más esperados vinos de la jornada llena mi copa, el Rosado elaborado con Petit Verdot, 2009.
He de decir que yo supe de la existencia de esta bodega gracias a este vino y, en justicia, gracias a la bodega Santa Cecilia de Madrid. Fue durante una de sus ferias temáticas mensuales, en esa ocasión dedicada a los vinos rosados, que este vino -más que rosado parece un “moreno claro”- me sorprendió por su profundidad, profundidad que su intensidad frutal no hacía prever.
Es de un color rosa oscuro, rayando en el granate claro. La nariz es una perdición para los golosos, intensa fresa y frambuesa al inicio que rápidamente torna en goloso postre de nata y mermelada de frutas del bosque, con su grasa láctea y su roja acidez. Pero en boca no juega. Desde que entra en contacto con el paladar y la lengua, toma posesión de ambas y te hace alzar las cejas con una estructura no esperada en un rosado. Se extiende amplio y goloso y te deja un prolongado recuerdo dulce. Un rosado de referencia.
Los solomillos de ibérico en salsa preceden inmediatamente al MEN 2006: 100% mencía berciana, excelente exponente de esa variedad. Limpio color picota muy vivo e intenso, con tonalidades de frambuesa. Su nariz es una explosión brutal a fruta madura, intensa y dulce fruta negra matizada con la acidez de la frambuesa. En boca tiene sabor a muchacho joven, fuerte e impetuoso, de potente musculatura pero trato fino y suave.
Dentro de unos días los siete que quedan...
a esta preciosa casa de estilo clásico manchego en el exterior y moderno diseño en el interior, que discurre alrededor de un patio que permite que el sol se cuele por todos los rincones del edificio. El patio nos hablaba de veladas estivales hasta la madrugada, veladas de buen vino y mejor compañía, más tentaciones… a esta preciosa casa de estilo clásico manchego en el exterior y moderno diseño en el interior, que discurre alrededor de un patio que permite que el sol se cuele por todos los rincones del edificio. El patio nos hablaba de veladas estivales hasta la madrugada, veladas de buen vino y mejor compañía, más tentaciones…
La anfitriona nos acogió de nuevo con sonrisas y calor, y nos fue organizando a nosotros y a las viandas que traíamos. Permitió que tan sólo dos de nosotros hicieran de pinches en la cocina y como los demás no nos podíamos quedar quietos, pues ¿qué íbamos a hacer sino abrir una botella de vino?
Empezamos con el Blanco de Tempranillo 2010 que todavía no ha salido al mercado. Como su propio nombre indica, es un blanco hecho con uva tempranillo a la que se le había despojado de su manto de piel oscura. Tan blanco era su interior que el vino era casi transparente a la vista, viniéndome a la mente ese vino gaditano que tan bien se vende en todas las marisquerías de Madrid.
El aroma era delicadamente frutal y en boca tenía un paso fresco, agradablemente vegetal. No olvidamos llevar copas a los que se afanaban en la cocina mientras nosotros poníamos la mesa y Samwe se disponía a abrir el segundo blanco de la jornada, el GO: Godello 85% Godello y 15% Doña Blanca, buena compañera de viaje, elaborado en la bodega hermana leonesa de Soto del Vicario.
Al Blanco de tempranillo le iban saliendo diferentes frutas exóticas añadidas pero el oro puro de la godello no paraba de hacerme guiños con sus brillantes destellos. Accedí a sus requerimientos y me lo llevé a la nariz. Respiré hondo y permití que ese profundo olor al océano atlántico me invadiera los pulmones. Sería berciano pero a mí, sus aromas balsámicos me llevaba a Galicia. De sabor pleno e intenso, cubría sin dejar resquicios lengua y paladar de rica mantequilla, dejando al final un perdurable recuerdo a frutos secos.
La selección mixta de quesos manchegos e italianos hacía su aparición en la mesa junto a una buena empanada, seguidos por un fresco y aromático guacamole casero con nachos. Ya sí nos juntamos todos y nos disponemos a escuchar lo que el tercer blanco del día tenía que contarnos, el Talva 2006. Elaborado a base de uva Chadornay y Sauvignon Blanc, es de bonito y brillante color amarillo limón, con chispas doradas que le acercan más en color al GO que al Blanco, con mucho caramelo al girar (muy glicérico). Lo primero que se me viene a la cabeza, olfativamente hablando, es el olor a heno fresco, luego van apareciendo las flores y al final del todo un toque lácteo. En boca es amplio y fresco, de paso franco y agradable, no tan perdurable como el GO pero si dejando un placentero posgusto dulce con una chispa de acidez, excelente maridaje para el picante Pecorino italiano.
La tortilla de patata (con cebolla) es colocada en el centro de la mesa y uno de mis más esperados vinos de la jornada llena mi copa, el rosado elaborado con Petit Verdot.
He de decir que yo supe de la existencia de esta bodega gracias a este vino y, en justicia, gracias a la bodega Santa Cecilia de Madrid. Fue durante una de sus ferias temáticas mensuales, en esa ocasión dedicada a los vinos rosados, que este vino -más que rosado parece un “moreno claro”- me sorprendió por su profundidad, profundidad que su intensidad frutal no hacía prever.
Es de un color rosa oscuro, rayando en el granate claro. La nariz es una perdición para los golosos, intensa fresa y frambuesa al inicio que rápidamente torna en goloso postre de nata y mermelada de frutas del bosque, con su grasa láctea y su roja acidez. Pero en boca no juega. Desde que entra en contacto con el paladar y la lengua, toma posesión de ambas y te hace alzar las cejas con una estructura no esperada en un rosado. Se extiende amplio y goloso y te deja un prolongado recuerdo dulce. Un rosado de referencia.
Los solomillos de ibérico en salsa preceden inmediatamente al MEN 2006: 100% mencía berciana, excelente exponente de esa variedad. Limpio color picota muy vivo e intenso, con tonalidades de frambuesa. Su nariz es una explosión brutal a fruta madura, intensa y dulce fruta negra matizada con la acidez de la frambuesa. En boca tiene sabor a muchacho joven, fuerte e impetuoso, de potente musculatura pero trato fino y suave.
a esta preciosa casa de estilo clásico manchego en el exterior y moderno diseño en el interior, que discurre alrededor de un patio que permite que el sol se cuele por todos los rincones del edificio. El patio nos hablaba de veladas estivales hasta la madrugada, veladas de buen vino y mejor compañía, más tentaciones…
La anfitriona nos acogió de nuevo con sonrisas y calor, y nos fue organizando a nosotros y a las viandas que traíamos. Permitió que tan sólo dos de nosotros hicieran de pinches en la cocina y como los demás no nos podíamos quedar quietos, pues ¿qué íbamos a hacer sino abrir una botella de vino?
Empezamos con el Blanco de Tempranillo 2010 que todavía no ha salido al mercado. Como su propio nombre indica, es un blanco hecho con uva tempranillo a la que se le había despojado de su manto de piel oscura. Tan blanco era su interior que el vino era casi transparente a la vista, viniéndome a la mente ese vino gaditano que tan bien se vende en todas las marisquerías de Madrid.
El aroma era delicadamente frutal y en boca tenía un paso fresco, agradablemente vegetal. No olvidamos llevar copas a los que se afanaban en la cocina mientras nosotros poníamos la mesa y Samwe se disponía a abrir el segundo blanco de la jornada, el GO: Godello 85% Godello y 15% Doña Blanca, buena compañera de viaje, elaborado en la bodega hermana leonesa de Soto del Vicario.
Al Blanco de tempranillo le iban saliendo diferentes frutas exóticas añadidas pero el oro puro de la godello no paraba de hacerme guiños con sus brillantes destellos. Accedí a sus requerimientos y me lo llevé a la nariz. Respiré hondo y permití que ese profundo olor al océano atlántico me invadiera los pulmones. Sería berciano pero a mí, sus aromas balsámicos me llevaba a Galicia. De sabor pleno e intenso, cubría sin dejar resquicios lengua y paladar de rica mantequilla, dejando al final un perdurable recuerdo a frutos secos.
La selección mixta de quesos manchegos e italianos hacía su aparición en la mesa junto a una buena empanada, seguidos por un fresco y aromático guacamole casero con nachos. Ya sí nos juntamos todos y nos disponemos a escuchar lo que el tercer blanco del día tenía que contarnos, el Talva 2006. Elaborado a base de uva Chadornay y Sauvignon Blanc, es de bonito y brillante color amarillo limón, con chispas doradas que le acercan más en color al GO que al Blanco, con mucho caramelo al girar (muy glicérico). Lo primero que se me viene a la cabeza, olfativamente hablando, es el olor a heno fresco, luego van apareciendo las flores y al final del todo un toque lácteo. En boca es amplio y fresco, de paso franco y agradable, no tan perdurable como el GO pero si dejando un placentero posgusto dulce con una chispa de acidez, excelente maridaje para el picante Pecorino italiano.
La tortilla de patata (con cebolla) es colocada en el centro de la mesa y uno de mis más esperados vinos de la jornada llena mi copa, el rosado elaborado con Petit Verdot.
He de decir que yo supe de la existencia de esta bodega gracias a este vino y, en justicia, gracias a la bodega Santa Cecilia de Madrid. Fue durante una de sus ferias temáticas mensuales, en esa ocasión dedicada a los vinos rosados, que este vino -más que rosado parece un “moreno claro”- me sorprendió por su profundidad, profundidad que su intensidad frutal no hacía prever.
Es de un color rosa oscuro, rayando en el granate claro. La nariz es una perdición para los golosos, intensa fresa y frambuesa al inicio que rápidamente torna en goloso postre de nata y mermelada de frutas del bosque, con su grasa láctea y su roja acidez. Pero en boca no juega. Desde que entra en contacto con el paladar y la lengua, toma posesión de ambas y te hace alzar las cejas con una estructura no esperada en un rosado. Se extiende amplio y goloso y te deja un prolongado recuerdo dulce. Un rosado de referencia.
Los solomillos de ibérico en salsa preceden inmediatamente al MEN 2006: 100% mencía berciana, excelente exponente de esa variedad. Limpio color picota muy vivo e intenso, con tonalidades de frambuesa. Su nariz es una explosión brutal a fruta madura, intensa y dulce fruta negra matizada con la acidez de la frambuesa. En boca tiene sabor a muchacho joven, fuerte e impetuoso, de potente musculatura pero trato fino y suave.
a esta preciosa casa de estilo clásico manchego en el exterior y moderno diseño en el interior, que discurre alrededor de un patio que permite que el sol se cuele por todos los rincones del edificio. El patio nos hablaba de veladas estivales hasta la madrugada, veladas de buen vino y mejor compañía, más tentaciones…
La anfitriona nos acogió de nuevo con sonrisas y calor, y nos fue organizando a nosotros y a las viandas que traíamos. Permitió que tan sólo dos de nosotros hicieran de pinches en la cocina y como los demás no nos podíamos quedar quietos, pues ¿qué íbamos a hacer sino abrir una botella de vino?
Empezamos con el Blanco de Tempranillo 2010 que todavía no ha salido al mercado. Como su propio nombre indica, es un blanco hecho con uva tempranillo a la que se le había despojado de su manto de piel oscura. Tan blanco era su interior que el vino era casi transparente a la vista, viniéndome a la mente ese vino gaditano que tan bien se vende en todas las marisquerías de Madrid.
El aroma era delicadamente frutal y en boca tenía un paso fresco, agradablemente vegetal. No olvidamos llevar copas a los que se afanaban en la cocina mientras nosotros poníamos la mesa y Samwe se disponía a abrir el segundo blanco de la jornada, el GO: Godello 85% Godello y 15% Doña Blanca, buena compañera de viaje, elaborado en la bodega hermana leonesa de Soto del Vicario.
Al Blanco de tempranillo le iban saliendo diferentes frutas exóticas añadidas pero el oro puro de la godello no paraba de hacerme guiños con sus brillantes destellos. Accedí a sus requerimientos y me lo llevé a la nariz. Respiré hondo y permití que ese profundo olor al océano atlántico me invadiera los pulmones. Sería berciano pero a mí, sus aromas balsámicos me llevaba a Galicia. De sabor pleno e intenso, cubría sin dejar resquicios lengua y paladar de rica mantequilla, dejando al final un perdurable recuerdo a frutos secos.
La selección mixta de quesos manchegos e italianos hacía su aparición en la mesa junto a una buena empanada, seguidos por un fresco y aromático guacamole casero con nachos. Ya sí nos juntamos todos y nos disponemos a escuchar lo que el tercer blanco del día tenía que contarnos, el Talva 2006. Elaborado a base de uva Chadornay y Sauvignon Blanc, es de bonito y brillante color amarillo limón, con chispas doradas que le acercan más en color al GO que al Blanco, con mucho caramelo al girar (muy glicérico). Lo primero que se me viene a la cabeza, olfativamente hablando, es el olor a heno fresco, luego van apareciendo las flores y al final del todo un toque lácteo. En boca es amplio y fresco, de paso franco y agradable, no tan perdurable como el GO pero si dejando un placentero posgusto dulce con una chispa de acidez, excelente maridaje para el picante Pecorino italiano.
La tortilla de patata (con cebolla) es colocada en el centro de la mesa y uno de mis más esperados vinos de la jornada llena mi copa, el rosado elaborado con Petit Verdot.
He de decir que yo supe de la existencia de esta bodega gracias a este vino y, en justicia, gracias a la bodega Santa Cecilia de Madrid. Fue durante una de sus ferias temáticas mensuales, en esa ocasión dedicada a los vinos rosados, que este vino -más que rosado parece un “moreno claro”- me sorprendió por su profundidad, profundidad que su intensidad frutal no hacía prever.
Es de un color rosa oscuro, rayando en el granate claro. La nariz es una perdición para los golosos, intensa fresa y frambuesa al inicio que rápidamente torna en goloso postre de nata y mermelada de frutas del bosque, con su grasa láctea y su roja acidez. Pero en boca no juega. Desde que entra en contacto con el paladar y la lengua, toma posesión de ambas y te hace alzar las cejas con una estructura no esperada en un rosado. Se extiende amplio y goloso y te deja un prolongado recuerdo dulce. Un rosado de referencia.
Los solomillos de ibérico en salsa preceden inmediatamente al MEN 2006: 100% mencía berciana, excelente exponente de esa variedad. Limpio color picota muy vivo e intenso, con tonalidades de frambuesa. Su nariz es una explosión brutal a fruta madura, intensa y dulce fruta negra matizada con la acidez de la frambuesa. En boca tiene sabor a muchacho joven, fuerte e impetuoso, de potente musculatura pero trato fino y suave.
a esta preciosa casa de estilo clásico manchego en el exterior y moderno diseño en el interior, que discurre alrededor de un patio que permite que el sol se cuele por todos los rincones del edificio. El patio nos hablaba de veladas estivales hasta la madrugada, veladas de buen vino y mejor compañía, más tentaciones…
La anfitriona nos acogió de nuevo con sonrisas y calor, y nos fue organizando a nosotros y a las viandas que traíamos. Permitió que tan sólo dos de nosotros hicieran de pinches en la cocina y como los demás no nos podíamos quedar quietos, pues ¿qué íbamos a hacer sino abrir una botella de vino?
Empezamos con el Blanco de Tempranillo 2010 que todavía no ha salido al mercado. Como su propio nombre indica, es un blanco hecho con uva tempranillo a la que se le había despojado de su manto de piel oscura. Tan blanco era su interior que el vino era casi transparente a la vista, viniéndome a la mente ese vino gaditano que tan bien se vende en todas las marisquerías de Madrid.
El aroma era delicadamente frutal y en boca tenía un paso fresco, agradablemente vegetal. No olvidamos llevar copas a los que se afanaban en la cocina mientras nosotros poníamos la mesa y Samwe se disponía a abrir el segundo blanco de la jornada, el GO: Godello 85% Godello y 15% Doña Blanca, buena compañera de viaje, elaborado en la bodega hermana leonesa de Soto del Vicario.
Al Blanco de tempranillo le iban saliendo diferentes frutas exóticas añadidas pero el oro puro de la godello no paraba de hacerme guiños con sus brillantes destellos. Accedí a sus requerimientos y me lo llevé a la nariz. Respiré hondo y permití que ese profundo olor al océano atlántico me invadiera los pulmones. Sería berciano pero a mí, sus aromas balsámicos me llevaba a Galicia. De sabor pleno e intenso, cubría sin dejar resquicios lengua y paladar de rica mantequilla, dejando al final un perdurable recuerdo a frutos secos.
La selección mixta de quesos manchegos e italianos hacía su aparición en la mesa junto a una buena empanada, seguidos por un fresco y aromático guacamole casero con nachos. Ya sí nos juntamos todos y nos disponemos a escuchar lo que el tercer blanco del día tenía que contarnos, el Talva 2006. Elaborado a base de uva Chadornay y Sauvignon Blanc, es de bonito y brillante color amarillo limón, con chispas doradas que le acercan más en color al GO que al Blanco, con mucho caramelo al girar (muy glicérico). Lo primero que se me viene a la cabeza, olfativamente hablando, es el olor a heno fresco, luego van apareciendo las flores y al final del todo un toque lácteo. En boca es amplio y fresco, de paso franco y agradable, no tan perdurable como el GO pero si dejando un placentero posgusto dulce con una chispa de acidez, excelente maridaje para el picante Pecorino italiano.
La tortilla de patata (con cebolla) es colocada en el centro de la mesa y uno de mis más esperados vinos de la jornada llena mi copa, el rosado elaborado con Petit Verdot.
He de decir que yo supe de la existencia de esta bodega gracias a este vino y, en justicia, gracias a la bodega Santa Cecilia de Madrid. Fue durante una de sus ferias temáticas mensuales, en esa ocasión dedicada a los vinos rosados, que este vino -más que rosado parece un “moreno claro”- me sorprendió por su profundidad, profundidad que su intensidad frutal no hacía prever.
Es de un color rosa oscuro, rayando en el granate claro. La nariz es una perdición para los golosos, intensa fresa y frambuesa al inicio que rápidamente torna en goloso postre de nata y mermelada de frutas del bosque, con su grasa láctea y su roja acidez. Pero en boca no juega. Desde que entra en contacto con el paladar y la lengua, toma posesión de ambas y te hace alzar las cejas con una estructura no esperada en un rosado. Se extiende amplio y goloso y te deja un prolongado recuerdo dulce. Un rosado de referencia.
Los solomillos de ibérico en salsa preceden inmediatamente al MEN 2006: 100% mencía berciana, excelente exponente de esa variedad. Limpio color picota muy vivo e intenso, con tonalidades de frambuesa. Su nariz es una explosión brutal a fruta madura, intensa y dulce fruta negra matizada con la acidez de la frambuesa. En boca tiene sabor a muchacho joven, fuerte e impetuoso, de potente musculatura pero trato fino y suave.
a esta preciosa casa de estilo clásico manchego en el exterior y moderno diseño en el interior, que discurre alrededor de un patio que permite que el sol se cuele por todos los rincones del edificio. El patio nos hablaba de veladas estivales hasta la madrugada, veladas de buen vino y mejor compañía, más tentaciones…
La anfitriona nos acogió de nuevo con sonrisas y calor, y nos fue organizando a nosotros y a las viandas que traíamos. Permitió que tan sólo dos de nosotros hicieran de pinches en la cocina y como los demás no nos podíamos quedar quietos, pues ¿qué íbamos a hacer sino abrir una botella de vino?
Empezamos con el Blanco de Tempranillo 2010 que todavía no ha salido al mercado. Como su propio nombre indica, es un blanco hecho con uva tempranillo a la que se le había despojado de su manto de piel oscura. Tan blanco era su interior que el vino era casi transparente a la vista, viniéndome a la mente ese vino gaditano que tan bien se vende en todas las marisquerías de Madrid.
El aroma era delicadamente frutal y en boca tenía un paso fresco, agradablemente vegetal. No olvidamos llevar copas a los que se afanaban en la cocina mientras nosotros poníamos la mesa y Samwe se disponía a abrir el segundo blanco de la jornada, el GO: Godello 85% Godello y 15% Doña Blanca, buena compañera de viaje, elaborado en la bodega hermana leonesa de Soto del Vicario.
Al Blanco de tempranillo le iban saliendo diferentes frutas exóticas añadidas pero el oro puro de la godello no paraba de hacerme guiños con sus brillantes destellos. Accedí a sus requerimientos y me lo llevé a la nariz. Respiré hondo y permití que ese profundo olor al océano atlántico me invadiera los pulmones. Sería berciano pero a mí, sus aromas balsámicos me llevaba a Galicia. De sabor pleno e intenso, cubría sin dejar resquicios lengua y paladar de rica mantequilla, dejando al final un perdurable recuerdo a frutos secos.
La selección mixta de quesos manchegos e italianos hacía su aparición en la mesa junto a una buena empanada, seguidos por un fresco y aromático guacamole casero con nachos. Ya sí nos juntamos todos y nos disponemos a escuchar lo que el tercer blanco del día tenía que contarnos, el Talva 2006. Elaborado a base de uva Chadornay y Sauvignon Blanc, es de bonito y brillante color amarillo limón, con chispas doradas que le acercan más en color al GO que al Blanco, con mucho caramelo al girar (muy glicérico). Lo primero que se me viene a la cabeza, olfativamente hablando, es el olor a heno fresco, luego van apareciendo las flores y al final del todo un toque lácteo. En boca es amplio y fresco, de paso franco y agradable, no tan perdurable como el GO pero si dejando un placentero posgusto dulce con una chispa de acidez, excelente maridaje para el picante Pecorino italiano.
La tortilla de patata (con cebolla) es colocada en el centro de la mesa y uno de mis más esperados vinos de la jornada llena mi copa, el rosado elaborado con Petit Verdot.
He de decir que yo supe de la existencia de esta bodega gracias a este vino y, en justicia, gracias a la bodega Santa Cecilia de Madrid. Fue durante una de sus ferias temáticas mensuales, en esa ocasión dedicada a los vinos rosados, que este vino -más que rosado parece un “moreno claro”- me sorprendió por su profundidad, profundidad que su intensidad frutal no hacía prever.
Es de un color rosa oscuro, rayando en el granate claro. La nariz es una perdición para los golosos, intensa fresa y frambuesa al inicio que rápidamente torna en goloso postre de nata y mermelada de frutas del bosque, con su grasa láctea y su roja acidez. Pero en boca no juega. Desde que entra en contacto con el paladar y la lengua, toma posesión de ambas y te hace alzar las cejas con una estructura no esperada en un rosado. Se extiende amplio y goloso y te deja un prolongado recuerdo dulce. Un rosado de referencia.
Los solomillos de ibérico en salsa preceden inmediatamente al MEN 2006: 100% mencía berciana, excelente exponente de esa variedad. Limpio color picota muy vivo e intenso, con tonalidades de frambuesa. Su nariz es una explosión brutal a fruta madura, intensa y dulce fruta negra matizada con la acidez de la frambuesa. En boca tiene sabor