Visita del 24/1/2012

Hace poco más de veinticuatro horas nos dirigíamos hacia el recinto ferial de Ifema en Madrid con la ilusión de pasar un día rodeados de las más recientes novedades de las bodegas y en esta segunda edición, la posibilidad de hablar con sus representantes en la nueva sección Expo-Bodegas.

Lamentablemente, ahora que escribo estas líneas debo reconocer que esa ilusión no se materializó y que a pesar de catar buenos vinos, la sensación de desilusión nos acompañó casi desde el primer momento.

¿Eran nuestras expectativas demasiado altas? No lo creo, pues estaban cimentadas en la realidad de la primera edición el año pasado y quiero dejar claro que el que se controlara más estrechamente la participación gratuita en Expo-Bodegas y el Enobar y el cobro por las actividades y catas, no sólo no me parece mal sino que opino que es razonable y acertado, por eso no nos importó en absoluto abonar con una semana de antelación el importe correspondiente a una de ellas.

Son las 9:30 am y el registro se va efectuando a trompicones, a ratos fluido, a ratos atascado. No puedo evitar pensar en los que están dirigiendo la primera actividad que comenzaba a las 9:15 ¿A qué hora han tenido que registrarse los asistentes para no llegar tarde? Lo más probable es que se viera jalonada de interrupciones de quienes poco a poco conseguían la ansiada acreditación.

Entramos y lo primero que te encuentras son los stands de Expo-Bodegas, bien diseñados y según al menos uno de los bodegueros, más cómodos y funcionales que en la mayoría de ferias y presentaciones a las que asiste.

Primera decepción, las bodegas expositoras de esta sección no son lo que nos esperábamos,  entiéndaseme bien, las que estaban, estaban muy bien allí, pero echamos de menos una mayor y más variada representación. Vuelvo a repetir que nuestras expectativas estaban basadas en la realidad de la edición anterior.

Avanzamos hasta llegar al Enobar, aparentemente igual que el año pasado. Según vamos pasando filas comenzamos a echar de menos bodegas y elaboradores imprescindibles en el escenario enológico nacional: no había ninguna representación de Mariano García, sus hijos o sus proyectos en común con otros elaboradores. Tampoco se veía la marca de los hermanos Eguren en ninguna de las botellas expuestas, buscamos a Álvaro Palacios o alguno de sus familiares, a Telmo Rodríguez, a Raúl Pérez, etc. nada.

No podemos evitar las preguntas que nos martillean el cerebro

¿Es ésta la que se supone cita enológica del año? ¿Tiene Enofusión de verdad la vocación de equipararse en nivel con la vecina, inmensa y transitadísima Madridfusión?

No obstante, estábamos dispuestos a disfrutar de lo que allí había y así lo hicimos; en un segundo post detallaremos nuestras valoraciones.

Pasó la mañana y tras catar varias decenas de vinos decidimos darnos un descanso para entrar frescos a la cata vertical Numanthia Vs Termanthia de las 17.00 horas, por lo que nos dimos una vuelta por Madridfusión.

Pero antes de proseguir quería hacer una pequeña parada para hablar del delicioso, cálido y tremendamente ilustrativo paseo por dos de los stands de la Expo-Bodegas: el de Orowines y el de Bodegas Ramón Bilbao.

Sobre el primero, creo que ya he agotado todos los adjetivos que califican a Antonio Caravaca, director comercial de Bodegas Juan Gil y Bodegas El Nido, que presentaba allí la extensa variedad de vinos que produce el grupo. Es simpático, cercano, amante de  hablar de sus vinos y sobre todo de darlos a probar y créedme, había mucho que probar, desde la monastrell a la prieto picudo, desde Almansa a Montsant, pasando por la tempranillo de la Tierra de Castilla y la verdejo segoviana. Todos buenos, sin excepción, pero dejo los detalles para un próximo post.

Respecto al segundo, también nuestra sorpresa de encontrarnos bodegas como Mar de Frades (albariño) integradas en el grupo, junto con novísimos proyectos en Ribera del Duero (Cruz de Alba), y la no menor sorpresa de conocer a un abierto y dinámico Javier Gómez, responsable del viñedo de Ramón Bilbao, a quien no le costó ningún trabajo contagiarnos su entusiasmo por los vinos que elaboran, porque una de las cosas más bonitas que nos ocurrió en su stand es que salió de detrás del mostrador y cató con nosotros todos y cada uno de los vinos que nos dio a probar, algo que a mí jamás me había pasado en una presentación.