Domaine Bachelet-Monnot: savia nueva en Puligny-Montrachet

No es Borgoña en general una región donde suela haber muchas novedades en cuanto a productores, principalmente por tres razones. La primera es que la superficie de viña resulta limitada, hay poca viña y por tanto poco vino, por ejemplo el número de hectáreas de viña en Puligny-Montrachet, zona de la que hoy hablaremos, es de apenas 235 en total, con lo cual la posibilidad de expansión es prácticamente nula. La segunda es obviamente, que debido a esa limitada superficie de viñedo, los precios son elevadísimos y comprar viña es una tarea que requiere en muchos casos de la participación de grandes grupos empresariales, además muchos viñedos están catalogados como bienes nacionales, con lo cual la especulación con ellos está prácticamente descartada. Y en tercer lugar tenemos el hecho de que una buena parte de los Domaines son explotaciones familiares y casi siempre van pasando de manos a través de las sucesivas generaciones, con lo que la entrada de nuevos integrantes fuera de las dichas familias siempre resulta complicada.

Así pues, son pocas las novedades surgidas en los últimos tiempos y hoy vamos a hablarles de una de ellas, el Domaine Bachelet-Monnot. Creado por dos jóvenes veinteañeros en 2005, Marc y Alexadre Monnot, disponen de unas 10 has de viñedo heredadas de la familia, ya que su abuelo fue bodeguero en Chassagne y de unos acuerdos de arrendamiento firmados por 15 años con un viticultor de Puligny. Su bodega se encuentra en el pueblo de Dezize-les-Maranges, cercano a Santenay y al propio Puligny-Montrachet. El estilo de sus vinos, a tenor que lo que catamos hace unos días, es de los que nos gusta, son vinos austeros y minerales, de corte clásico, con acidez y mucha expresión de terruño, con toda la pinta de envejecer de maravilla y máxime en una añada tan buena como la 2010, que basándonos en lo que hemos catado nos está convenciendo sobre todo en blancos, añada fresca y vinos con acidez y definición, aunque la disminución de la producción haya traído consigo un aumento de los precios. En bodega son cuidadosos con el uso de la madera nueva y se nota de forma positiva en los vinos, en fin, que sinceramente nos han llamado la atención para bien.

Si hoy hablamos de este joven productor es porque la semana pasada tuvimos la ocasión de catar seis de sus vinos en la Enoteca Barolo y de la mano de nuestro habitual guía en las catas borgoñonas que no es otro que Luis Gutiérrez. Catamos un tinto de Santenay y cinco blancos, un Borgoña regional y cuatro Puligny-Montrachet, vinos que ahora vamos a diseccionar con más detalle.

Bachelet-Monnot Santenay “Charmes” 2010

Santenay es una AOC situada al sur de Chassagne-Montrachet y que produce vinos tintos y blancos, ya cercana al límite con la Côte Chalonnaise. No está entre las denominaciones más prestigiosas pero eso no quiere decir que no haya buen vino, incluso tiene algunos premier cru. En este caso hablamos de un “lieu-dit” llamado Charmes, una parcela no clasificada pero con una calidad como para que tenga derecho de mención. Media hectárea plantada en 1960.

Sin ser un vino que nos haya dejado huella, lo cierto es que se trata de un vino fresco, primario, frutal y definido, de paso limpio en boca, con una marcada acidez y un tanino perfectamente integrado, un tinto muy apropiado para estos calores, aunque demasiado austero en su concepción, quien no guste de las acideces marcadas no gustará de este vino. No está mal, pero el fuerte de esta bodega nos parecen los blancos.

Bachelet-Monnot Bourgogne blanc 2010

Comenzamos la tanda blanca con este interesante regional, que procede de 1,34 has de viñas situadas en el límite de Puligny-Montrachet, cepas de entre 20 y 50 años. La crianza tiene lugar casi toda en maderas usadas, se utiliza un 25% de madera nueva. El vino sorprende por su buen nivel, desde luego que no engaña y en nariz se muestra como un blanco borgoñón de libro, con todas las notas que esperamos de estos vinos, además en boca es fresco y equilibrado, con buena acidez, se bebe muy bien y resulta lo suficientemente serio, nos parece un perfecto ejemplo de lo que debe ser un blanco ideal para iniciarse con calidad en el universo de la chardonnay borgoñona, indiscutiblemente la mejor del mundo. Y además, a un precio muy asequible. Así pues, un magnífico blanco de inicio a la inabarcable Borgoña, aunque luego languideciera –algo lógico- ante sus compañeros de cata.

Bachelet-Monnot Puligny-Montrachet 2010

El siguiente paso es este “villages”, que procede de cuatro parcelas distintas, 0,35 has en Les Meix, situadas en pleno centro de los villages, 0,43 has en Les Corvées des Vignes, justo debajo del premier cru “Les Referts”, una minúscula parcela de 0,01 has en Noyer Bret, ya cerca de Chassagne y 0,22 has en Les Houillères, cerca de la anterior. Aquí la madera nueva utilizada sube a un 30%.

El vino es un claro paso adelante con respecto al anterior, la finura y mineralidad afloran en nariz y en boca, es un vino armónico, limpio, balanceado, largo y evocador, uno de esos vinos que muestran la grandeza el viñedo de Puligny, para nosotros el súmmum de la Borgoña blanca, además observamos el estilo limpio y austero de los vinos del productor, que por otra parte tienen toda la pinta de envejecer con clase. Un Puligny de manual que nos ha encantado por su academicismo y que nos parece más que recomendable.

Bachelet-Monnot Puligny-Montrachet 1er Cru “Les Referts” 2010

Premier cru situado al norte de la AOC y colindante con el pago Charmes de Meursault. Parcela de 0,53 has plantadas en 1976. El uso de madera nueva es de 1/3 del total. Vino de compleja aromática, donde se nota un poco la madera aunque sin molestar y que en boca se revela con potencia y una gran prestancia, es largo y opulento, perfectamente balanceado por su buena acidez pero con un estilo más cercano al que esperamos de un Meursault, al fin y al cabo la localización de la viña manda. Nos gustó algo menos que Folatières pero se trata de un vino francamente interesante y que es fiel reflejo de su viña, además con importantes perspectivas de poder envejecer muy bien. Francamente interesante.

Bachelet-Monnot Puligny-Montrachet 1er Cru “Folatières” 2010

Hablamos de uno de los mejores premier cru de la denominación, quizá el tercero del escalafón tras Caillerets y Pucelles, hay que tener en cuenta que estos últimos lindan con los míticos Le Montrachet y Bâtard-Montrachet respectivamente. Es además un viñedo bastante grande, con lo cual la calidad depende de la situación de la parcela en sí. Disponen de 0,42 has plantadas en 1966 y el uso de madera nueva es de 1/3. Rendimientos bajos para la zona, 35 hl/ha en 2010.

Bufff, un vinazo. Esto es un Puligny de verdad, aquí percibimos esa profundidad mineral y ese tremendo carácter rectilíneo de los grandes vinos de esta zona. Elegante, complejo, mineral, herbáceo, delicioso en el paso por su redondez y largo en el final donde nos devuelve esas sensaciones de terruño que hacen de estos vinos algo único. Fresco y balanceado, portador de una gran materia, este es un vino que sin duda mejorará en botella para convertirse en un Puligny de bandera, es cierto que por su calidad ahora mismo ya muestra muchas de sus virtudes, pero lo mejor es dejarlo pues no hará más de mejorar. ¡Grande!

Bachelet-Monnot Bâtard-Montrachet 2010

Hablar de Bâtard-Montrachet  es hablar de un de los pagos legendarios de la AOC, quizá el tercero más famoso detrás de Le Montrachet y Chevalier-Montrachet y formando una lista inigualable con Bienvenues-Bâtard-Montrachet  y Criots-Bâtard-Montrachet, este último en Chassagne. Son las mejores viñas de chardonnay del mundo.

En Bâtard-Montrachet  trabajan con media hectárea plantada a finales de los 50 y situada cerca del muro que lo separa de Le Montrachet. Los vinos de este pago tienen fama de ser poderosos, concentrados y de largo recorrido, siendo este un claro ejemplo. Se muestra cerrado y hermético en nariz, hay que trabajarlo mucho en la copa, pero poco a poco nos va mostrando la enorme complejidad que atesora a través de múltiples capas. Pero donde nos impresiona es en boca, aquí resulta apabullante por su peso, por su materia y por su potencia, siempre perfectamente balanceadas en un conjunto sencillamente excepcional. Gran persistencia mineral, casi se masca la uva y la tierra. El afortunado poseedor de alguna botella debe dejarla en el fondo del armario y olvidarse de ella por lo menos 10 años, este vino será grandioso en una década. Ahora es una bestia dormida.

Comparado con Folatières, lo cierto es que a corto plazo el premier cru nos pareció mejor situado, aunque el tiempo hará grande al Bâtard, lo único en este último es que su precio es casi tres veces superior y eso es mucha tela. Pero lo más importante fue descubrir a un productor más que interesante, si estos chicos están elaborando vinos con esta calidad con tan solo 5 años en el mercado, hay que considerar que estamos ante un productor del que se hablará mucho y bien los próximos años, y que además cuenta con importador en España. Su estilo en Puligny es de nuestro gusto, muy clásico, definido, mineral y austero, vinos de gran equilibrio y con capacidad de evolución, vinos que reflejan la calidad de la viña de un pueblo que representa el cielo de los vinos blancos.

Hay pocas botellas, pero merece la pena buscarlas. Estos chicos van a dar que hablar.

Un saludo,

Eugenio Sáenz de Miera Arnau

(EuSaenz)

(*) La fotografía de los hermanos Bachelet es de www.burgschnauzer.com, la de los viñedos de Puligny (Chevalier Montrachet en primer plano, con Le Montrachet hacia el centro-derecha y Bâtard hacia el centro-izquierda) es de http://en.wikipedia.org