Visita a la destilería Glenmorangie

Glenmorangie es uno de los nombres importantes cuando hablamos de whisky.  La fima fue pionera en experimentar con diferentes tipos de barrica para dar matices nuevos a su malta.  Es también uno de los maltas más vendidos a nivel mundial.
Una mañana con lluvia y algún atisbo de sol (no es novedad en Escocia) llegamos a Glenmorangie, situada junto al mar en el Dornoch Firth en una zona de paisajes amables y rurales. De hecho el nombre de la firma viene de Gleann-mor-na-sithe, que viene a significar algo similar a «valle de la tranquilidad».
La destilería presenta un entorno cuidado. Los carteles y otros detalles juegan con el color naranja - en referencia a su nombre. En el principio de la visita se nos cuenta que el grano llega ya malteado a la destilería con un carácter muy poco ahumado - con los suelos de malteado tradicionales de la destilería sería imposible cubrir la demanda actual de Glenmorangie.
De todo el proceso destacan los alambiques - son los más altos de Escocia. Esta altura hace que los aspectos más aceitosos y pesados no lleguen la parte superior, haciendo que el destilado tenga un carácter bastante delicado y ligero.

Posteriormente se visita uno de los almacenes de maduración donde de manera muy clara se nos muestra el uso que se hace de las barricas para madurar el whisky.  La destilería utiliza barricas de bourbon - un máximo de dos veces - para madurar su destilado.  El Glenmorangie Original se embotella al cabo de 10 años.
La destilería, sin embargo, produce otras maltas con maduración suplementaria.  En este caso al cabo de los 10 años de maduración se transfiere el líquido a otro tipo de barrica durante dos años más.  En el mismo almacén podemos apreciar los aromas que aportan estos diferentes tipos de barrica al destilado: las de jerez van a producir Glenmorangie Lasanta, las de oporto el Glenmorangie Quinta Ruban y las de sauternes el Glenmorangie Nectar d'Or.