Authentic Bierzo, seis historias para descubrir el poder de la Mencía y los terroirs bercianos

Seis, seis historias durante la 13 Experiencia Verema Valencia, las de bodegueros tan representativos de la variedad y la riqueza de El Bierzo como Peique, Luna Beberide, Dominio de Tares, Losada, Estefanía-Tilenus y Casar de Burbia. Un auténtico lujo.

No es la primera vez que escribo sobre esta región, El Bierzo, que describí aquel día después de mi visita por allí como una región con carácter propio, situada a caballo de Galicia, Asturias y Castilla y León, pero con ciertas marcas y rasgos que la hacen única. Una región en contínuo cambio para adaptarse a las peticiones de sus elaboradores siempre experimentales y muy jóvenes, para elaborar cada vez más, vinos de mejor calidad, sin perder nunca esa personalidad berciana que les caracteriza: producción natural, con métodos tradicionales heredados de generación en generación, respetando la viña, mimando todo el proceso de elaboración del vino, y volviendo a los orígenes, tal y como lo hacían sus antepasados.

No me atrevería a decir la edad media de todos los presentes en aquella mesa, pero la verdad es que por juventud no sería, juzgad vosotros mismos.

Una cata de contrastes entre suelos, alturas, añadas, barricas, formas de elaboración, etc. Suelos arcillosos y pizarrosos frente a pedregosos, alturas..., barricas francesas, americanas y rusas, añadas más o menos frescas y con mayor o menor pluviometría, etc. Un sin fin de características y teclas donde perderse vino a vino en una zona de tan solo 3.000 km² y con una única variedad, la Mencía.

Se ha hablado mucho todos estos años de esta variedad. ¿Quién dice o decía que los vinos de Mencía no evolucionan bien? Pues aquí tenemos la prueba. Una cata llena de pequeñas verticales, donde hemos podido comprobar a través de 3 vinos de cada bodega y yendo hasta 10 años atrás que esto es posible, que la Mencía bien trabajada no tiene límites, y a pesar de ser una variedad de perfil reductivo, es capaz de dar vinos muy frescos y complejos.

Como bien dijo Amancio Fernández de Losada al finalizar la cata: “Esta cata es irrepetible. Esta cata es la enorme variedad y la historia de El Bierzo de los últimos 10 años. No existe un Bierzo, existen muchos Bierzos”.

O como nos comentaba Mathieu Garrauld de Luna Beberide, “la Mencía es sensible, compleja, diferente y difícil de trabajar e igualar”. Según nos comentaba también, para él, “la Mencía tienen que ser vinos frescos. Estamos en España, hay sol, pero a la hora de beber buscamos frescura, y eso es lo que aporta la Mencía”. Al final se buscan “vinos más atlánticos, más ligeros, de menor graduación alcohólica y más bebibles”, y es algo para lo cual la Mencía está perfectamente capacitada.

Ojalá hubiésemos tenido más tiempo después de la cata para ver como iban evolucionando esos 18 vinos en la copa. 18 vinos de la misma variedad y de la misma zona pero con los cuales pudimos jugar con altitudes, terroirs, crianzas, formas de elaboración e incluso climatologías diversas, en tan solo un pedacito de la provincia de León.

Ahí va la crónica cronológicamente bodega por bodega:

Familia de Vinos Peique

Empezó Jorge Peique, enólogo de la Familia de Vinos Peique que nos contó que "El Bierzo es una zona de la que no se ha escrito mucho y de la que no se sabe mucho. Una zona la cual su variedad de uva reina, la Mencía, originaria de la Ribeira Sacra, no se sabe muy bien por qué se plantó después de la época de la filoxera, pero está claro que El Bierzo le ha dado todo, y han casado de una forma espectacular".
De sus comentarios deducimos que El Bierzo es una zona donde las bodegas familiares son el sustento del mundo vinícola, donde la tradición pasa de padres a hijos. Desconocida antes y dada a conocer por primera vez por Álvaro Palacios, quien situó por primera vez a El Bierzo en el mapa vitivinícola de España, precisamente dándole este mismo nombre a uno de sus vinos de la D.O. Bierzo. 

Empezamos de los vinos más antiguos a los más jóvenes. El primero fue un Selección Familiar 2001, un vino de cepas de 90 años de edad, plantadas por los abuelos de Jorge, del cual solo se produjeron 1.247 botellas. Un año de buenas lluvias y temperaturas suaves, que le han dado después de 13 años y 18 meses en barrica de roble francés y ruso, una buena evolución con unos balsámicos muy elegantes, frescura y persistencia. El vino más antiguo catado en toda la sesión, y una de las mejores pruebas de lo comentado antes: Mencía, guarda y frescura no están reñidos.

Viajamos 4 años más en el tiempo para aterrizar en el Selección Familiar 2005, una añada algo más cálida que la 2001 y de menos lluvias, del cual se produjeron un mayor número de botellas, 3.600. Un vino marcado por su hermetismo inicial pero que sorprendió por su fácil apertura y esas notas de cueros, minerales de mina de lápiz, grafito y arcilla, reflejo fiel de su suelo.

Acabamos con una añada posterior, Selección Familiar 2006, de características similares en pluviometría a 2001. Un vino muy fácil de beber, goloso con un gran peso de la fruta confitada, y con un carácter muy notable, haciendo honor a su variedad, la Mencía.

En definitiva, una bodega que considera a la barrica secundaria y al vino el protagonista, pero que le gusta experimentar con diferentes maderas de diferentes tonelerías, apostando por un carácter diferenciador en sus vinos.

Bodega Estefanía-Tilenus

Pablo Frías le tomó la palabra a Jorge para continuar con la cata, esta vez con Bodegas Estefanía-Tilenus. Bodega que en sus inicios apostó por los suelos menos productivos, aquellos viñedos viejos en mayor altura y en su mayoría abandonados y que fueron restaurando poco a poco. Actualmente disponen de 220 parcelas y un total de 40 ha., vendimiadas independientemente y vinos elaborados por separado para mantener el carácter de cada microterruño, aspecto que nos hace considerar seriamente la diversidad y variedad de viñedos y terroirs de esta bodega, perfectamente extrapolable a lo que podemos encontrarnos en El Bierzo.

Comenzamos con el Tilenus Pagos de Posada 2005, una añada que como se ha comentado antes, tuvo menores lluvias de la media y que dio temperaturas estables. 80 años de viñedo, sumado a una elaboración en fudre y un trabajo muy manual, incluyendo el raspón como protagonista. Mucha personalidad, carácter y sobre todo, frescura y fruta madura y confitada.

De la misma añada, el Tilenus Pieros 2005, de alguna forma embrión del Pagos de Posada al tocar ambos la misma barrica, una T5 que es envinada el primer año con el Pagos de Posada, y que al segundo entra el Pieros. Cepas muy viejas de suelos arenosos elaborado con un 20% de raspón y que otorgó menos frescura que el anterior, pero que tras unos años más de evolución en botella, evolucionará de una forma espectacular. Una muestra más de que la Mencía tiene mucho para dormir y sorprender al despertar.

Acabamos con el Tilenus Pieros 2002, añada complicada por la lluvia, denominada por la propia bodega como “añada fantasma”. Durante la cual se sacó lo que se pudo sacar y que la crítica de aquellos años no quisieron probar. Pero el vino siempre sorprende y eso es lo que hizo en esta cata. Tilenus decidió abrir una botella, y a partir de ahí sacaron al mercado las que quedaban de aquel año. Un vino que huye un poco de la fruta, dando especiados, terrosidad y vegetales, con un paso muy sedoso y un equilibrio y una frescura tanto en nariz como en boca, increíbles.

Dominio de Tares

Con Luis Miguel Fernández y Dominio de Tares, llegó tono poético de la cata y del vino. Directamente, su primera frase después de presentarse fue: “catar un vino es besar y viajar”. Él se encargó de dar un toque amable, simpático y desenfadado. Nos propuso entender el vino como placer y disfrute, más que nunca: “El vino bueno es el que me gusta”.

Los vinos de esta bodega fueron los Tares P3, en sus diferentes añadas, un vino que según Luis Miguel es la baza de experimentación de la bodega, un poco el vino con el que quieren impresionar a los consumidores, gracias a los beneficios de la estrella de la casa, el Dominio de Tares Cepas Viejas 2009.

El primer vino después de esta sorprendente frase fue el Tares P3 2004 en su formato magnum, que junto a la añada 2007, ya no están en el mercado, aspecto que si cabe hizo catar este vino mucho más gratificante. 10 años de Mencía que se convierten en "pura delicadeza y sensualidad". Pura fruta en licor, notas de caoba, madera limpia y cuero. Después de 10 años me sorprendió ese nervio, frescura y vivacidad en boca.

El siguiente salto consistió en un Tares P3 2007. Añada que según nos comentó Luis Miguel, no fue sencilla. Marcado por violetas en nariz, un carácter atlántico sin igual, acompañado de fruta madura en segundo plano y tostados de caja de puros. Mayor y mejor frescura que su hermano de 2004 con un toque mineral y pizarroso muy especial.

Finalmente, fuimos a un año más, al Tares P3 2008, que actualmente está en el mercado. Intenso, balsámico, goloso, redondo y entero. Un vino con mucha vida por delante, tal y como nos han mostrado sus predecesores.

Luna Beberide

Continuamos aprendiendo con Mathieu Barrauld, enólogo de Luna Beberide. De origen francés y formado en el Valle del Loira, comenzó a trabajar en El Bierzo cuando se enamoró de la Mencía allá por el año 2004. Lleva en Luna Beberide desde 2006, después de pasar por Toro.
Con Mathieu y Luna Beberide tuvimos la ocasión de probar tres añadas consecutivas del vino Art, la auténtica obra de arte de la bodega, procedente de suelos arcillosos y algo de pizarra, de la zona más alta de la finca. Nombre que viene debido al abuelo de Alejandro Luna, segunda generación de bodeguero, que era artista.

Comenzamos con Art 2008, de una añada fresca con una pluviometría normal. Un vino marcado por fruta roja en licor y chocolates en nariz, haciéndolo goloso, que después en boca se convierten pura seda y ligereza.

Seguimos con la añada siguiente, Art 2009, más balsámica y fresca que la 2008, con gran presencia de regalices y fruta roja en su punto.

Por último, una añada más, Art 2010 (que actualmente se encuentra en el mercado), se caracterizó por ser muy lluvioso en invierno, y muy seco en verano. Nos encontramos con un vino de vuelta a esa fruta en licor, unido a balsámicos de corte dulce, cercanos al anís.

Casar de Burbia

Si antes veíamos las características de los vinos bercianos procedentes de terruños como la arcilla y la pizarra, con Casar de Burbia y su enólogo, Isidro Fernández, íbamos a ver tres vinos con grandes diferencias de terruño entre arcilla y piedra, la cual según Isidro, da complejidad a un vino.

Para Isidro, “El Bierzo es una zona difícil de entender, es una región en la cual en solo 400 metros tienes suelos erosionados y sedimentados, que aportan una variedad sin igual”. Es precisamente lo que pudimos ver con él a través de tres de sus vinos.

Empezamos con Tebaida 2009, un vino procedente de un viñedo de 1903 situado en pagos de buena altitud y tierras arcillosas. Marcada nariz mineral de mina de lápiz, acompañado de monte bajo. Un vino tímido al que hay que darle tiempo, a la par que ancho cuando se expresa.

Con Tebaida Nº5 2009, procedente de viña con piedra y gran concentración mineral, nos encontramos en cambio, con un vino frutal, pero balsámico, mineral, y sobre todo, fresco, especiado y con una muy buena complejidad y carácter en boca.

Finalmente, con Tebaida Nemesio 2010 (nombre que adopta del patriarca de la familia), procedente de viñas plantadas en terrenos arcillosos, nos encontramos con una nariz de corte más goloso, predominando la fruta roja confitada, incluso arcillas, con tostados de chocolate de leche y vainillas, gracias también a sus 16 meses en barrica francesa Allier y Troncais.

Losada Vinos de Finca

Terminamos esta excelente experiencia con una de las grandes y la más joven de El Bierzo, con Losada Vinos de Finca, de la mano de las explicaciones de Amancio Fernández y 3 de sus vinos, Altos de Losada 2009, Losada 2010, y la Bienquerida 2011.

Con Altos de Losada 2009, vivimos una fusión de parcelas de suelos arcillosos. Pura fruta en licor, muy agradable y con un toque dulce sin igual. Frescura, carácter atlántico y terrosidad procedente de la arcilla.

Losada 2010 por su parte, nos ofreció una timidez que se convertió en sorpresa. Reducción de la Mencía, con cueros, que se acabó abriendo en fruta negra madura, verdura fresca y tostados.

Por último, como colofón a la cata, pudimos disfrutar de La Bienquerida 2011. Un vino muy pleno y complejo en nariz marcado por mucha fruta negra acompañado de lácteos, balsámicos, humedad y tostados en perfecto equilibrio. Como yo digo de este vino, "un vino que se hace querer".

Como bien dijo Amancio al finalizar la cata: “Alguien, algún científico de organismos internacionales, decía que la Mencía no envejece bien”, pues bien, rotundamente no.