Ante todo, unas pocas consideraciones con intención de inducir a la reflexión para futuras ediciones de Enofusión.
¿Es justo que la pre-inscripción a las catas no tenga ningún valor, puesto que cualquiera que llegara al mostrador de registro con la suficiente antelación podía obtener una plaza? ¿Qué sentido tenía dicha pre-inscripción al quedar desprovista de todo valor? ¿Es justo que aquéllos que no tenían obligaciones laborales y pudieron asistir desde primera hora de la mañana tuvieran más derecho que profesionales, que precisamente por estar teniendo lugar Madridfusión, les era del todo imposible personarse hasta haber cumplido con dichas obligaciones?
Cuando el programa de Enofusión cayó en mis manos fueron las catas y no el Enobar, lo que llamó mi atención y me animó a la pre-inscripción. Tener la posibilidad de escuchar a Mariano García, a Carlos Falcó, a Miguel Angel de Gregorio, a Álvaro Palacios, a Peter Sisseck, es algo que no está al alcance de cualquiera, cualquier día.
Solicité la tarde libre en mi trabajo y llegué antes de las dos al Palacio Municipal de Congresos. Pues bien, mi pre-inscripción no contaba para nada puesto que el aforo para la primera cata, "El vino, de padres a hijos" estaba ya completo, más de tres cuartos de hora antes de que tuviera lugar. ¿No sería más lógico que se consideraran las pre-inscripciones como reservas hasta media hora antes del evento, momento en el cual, si no se había personado el ocupante de la plaza, se pondría de nuevo en circulación?
Y yo no me puedo quejar porque gracias a un golpe de suerte y a un buen amigo, dentro del Enobar pude hacerme con una entrada.
En fin, a quien corresponda...
Mariano García & Eduardo García
En esta "confrontación" se enfrentan las virtudes del vino de pago, que en este caso sería el Terreus 2005, proveniente de una única finca Pago de Cueva, y el vino de elaborado con uva seleccionada de varias fincas, cuyo exponente sería el San Román 2007
TERREUS 2005: Comentado por Mariano García quien explica sus cualidades basándose en la calidad de la viña vieja, de la cual comenta, que no es buena meramente porque sea vieja, sino por su capacidad de autoregularse, produciendo poca uva de manera natural por lo que insiste, es un crimen intentar sobre-explotarla
El vino es realmente excepcional. Granate opaco, de gran concentración aromática sin perder nunca la fruta, mineralidad destacada, regaliz... Sus aromas no cesan de evolucionar proporcionando una atrayente complejidad que te invita a seguir y seguir, llevándote la copa a la nariz, como si de una adición se tratara. En boca es opulento, carnoso y sin embargo de paso suave, mas con una persistencia prodigiosa.
SAN ROMÁN 2007: Comentado por Eduardo García que reivindica las bondades de combinar en su justa medida, uvas -de viñas viejas también- procedentes de diversas fincas y no de un único pago. Defiende la gallardía de la uva tinta de Toro que es capaz de producir buenos vinos en años difíciles en los que otras variedades sucumbirían a la mala meteorología.
Es un vino que ha sido sometido a una maceración corta, en el que predomina la fruta negra madura en nariz. Tiene una gran frescura y sin que sea una contradicción, Eduardo subraya su calidad de vino de guarda, calculándole una vida óptima de hasta treinta años. Su fuerza en boca es explosiva pero aún así es un vino redondo, sin aristas ni astringencias, pleno y deliciosamente carnoso.
Carlos y Alejandra Falcó
Aquí asistimos a dos enfoques diferentes a la hora de elaborar un vino. El padre defiende la búsqueda y reivindicación de la excelencia, sea o no sea comprendida en su momento, con fe y determinación en sus proyectos, como fue su caso cuando al decidir plantar uvas foráneas por las que nadie daba un céntimo y mucho menos en una zona como Toledo, que en aquellos momentos era relacionada con vinos de enorme producción y pobre calidad. Y para ello pone como ejemplo el
Reserva AAA 2005, añada que todavía no ha salido al mercado.
Alejandra Falcó defiende la elaboración de un vino amable, que sin menoscabar calidad, se acerque a un paladar que busque un placer y recompensa inmediatos y de esta manera conecte a un amplio grupo de personas con el mundo del vino de calidad, personas que por prevención de una u otra índole, se mantenían alejadas de él. Nos presenta el Summa Varietalis 2005
AAA 2005: Recibe su nombre por amor a sus tres hijas en cuyos nombres predomina la vocal A. Color picota oscura, denso y brillante. El aroma es seco y mineral. En boca es ligeramente secante, de taninos potentes pero con aristas redondeadas, pleno y persistente. Un gran vino, no obstante, en mi opinión y es por lo tanto subjetiva, no justifica los 120€ por botella que seguramente alcance cuando se comercialice, más de 40€ que el Terreus, al que considero un vino más completo.
Summa Varietalis 2005: Como su nombre claramente indica, el vino ha sido elaborado con una suma de varietales de un 50-60% de uva syrah, y el resto Cabernet Sauvignoon y Petit Verdot. A pesar de esta combinación -o quizás por ella- los aromas no son intensos, se te queda corto aun cuando vuelves a él dándole el suficiente tiempo de oxigenación. En boca es un vino suave, redondo y amable, fácil de beber pero si profundidad alguna. Una vez más, es mi opinión que está sobrevalorado en su precio, alrededor de los 20€
Felipe y Alejandra Gutiérrez de la Vega
Esta familia nos propone contrastar un vino clásico de la zona y con historia que se remonta a tiempos de la invasión romana, en contraposición con un vino tinto, que reivindicando uvas autóctonas, ha sido elaborado con ideas y proyección modernas.
Rojo y Negro 2008: Se concibe como expresión y exponente de la comarca, la Marina Alta alicantina y combina uva monastrell con garnacha, autóctonas ambas de la zona. Lamentablemente el vino presenta defectos desde el momento en que se acerca a la nariz, un primer aroma salado, seguido inmediatamente de claro olor a animal, a caballo. En boca es raspón.
Al hacerle notar estos defectos, Alejandra reconoce un cierto olor animal que dice se está corrigiendo, pero cuando habla, no parece que esté bebiendo el mismo vino que nosotros.
Fondillón 15 Años: Vino antiguo, vino que fue perdido y después recuperado. Elaborado con uva monastrell 100% tiene color cereza oscura con un precioso ribete anaranjado. Su aroma es potente, destacando el cacao y la fruta confitada; también se hace notar la madera. En boca es sabroso, largo y persistente, equilibrado. Ya por último nos encontramos con las dos últimas generaciones, la familia Ochoa.
Javier y Adriana Ochoa
Presentan dos vinos totalmente diferentes y sin embargo no se observa ninguna confrontación conceptual, simplemente dos representantes orgullosos de esta bodega navarra que ofrece productos diversos, para gozo y disfrute de los consumidores.
Ochoa Reserva 2005: Más expresivo y divertido en nariz que en boca, mermelada de fresa, especias marcadas entre las que despunta el azafrán. En boca es rico pero algo inconsistente, le falta fondo, profundidad.
Ochoa Moscatel 2009: Elaborado con uva moscatel de grano menudo, es un vino de color brillante, definido por su autor como el áura de un elfo. En nariz tiene reminiscencias a Oporto, uva sobremadurada, dulce... En boca es muy rico, delicioso, una auténtica delicatessen.
Fue bonito acabar con esta familia, culminó de forma dulce y sabrosa una cata interesante, ilustrativa y, finalmente, entrañable.
Ante todo, unas pocas consideraciones con intención de inducir a la reflexión para futuras ediciones de Enofusión.
Aquí asistimos a dos enfoques diferentes a la hora de elaborar un vino. El padre defiende la búsqueda y reivindicación de la excelencia, sea o no sea comprendida en su momento, con fe y determinación en sus proyectos, como fue su caso cuando al decidir plantar uvas foráneas por las que nadie daba un céntimo y mucho menos en una zona como Toledo, que en aquellos momentos era relacionada con vinos de enorme producción y pobre calidad. Y para ello pone como ejemplo el Reserva AAA 2005, añada que todavía no ha salido al mercado.