Entrevista a Rodolfo Bastida
Rodolfo Bastida nació en una ciudad cerca de Logroño, riojano de corazón, ya desde muy joven sintió pasión por la viña y el vino y, esta afición fue la que le llevó a estudiar Ingeniería Técnica Agrícola, un Máster en Viticultura y Enología y otro en Dirección de Empresas. En 1999, con tan sólo 31 años y tras haber pasado por otras bodegas donde cogió experiencia como enólogo, tomó la dirección técnica de Ramón Bilbao.
Rodolfo Bastida
Ramón Bilbao: una gran familia
Ramón Bilbao es una empresa familiar y a su vez una firma grande y en expansión, ¿cuál es el secreto para que perdure el espíritu de una bodega familiar?
Ramón Bilbao es una empresa de tamaño mediano en la región y sí que estamos en
expansión, sobre todo en los mercados internacionales. De todas formas, nuestra unidad de
medida del éxito, no tiene que ver con el número de botellas que vendemos, está más
relacionado con las personas que conocen la marca y con los “likes” que nos llegan, que
no tiene porque ser de redes sociales. También vienen de las persona que nos visitan en la
bodega, con los que piden nuestro vino en una barra o con los que que deciden celebrar
algo cotidiano con alguna de nuestras referencias.
El secreto para ser una empresa familiar y que mantenga ese espíritu, no es una fórmula
que la aplicas y el resultado es siempre el mismo. No es A+B=C. Hay empresas familiares
con otros enfoques y que ni la misma propiedad, se siente parte del proyecto. En nuestro
caso tiene que ver con que todas las personas que trabajamos en la bodega y que no
somos de la familia Zamora, si somos de la “familia Ramón Bilbao”. Quiero decir que la
propiedad nos ha hecho sentirnos como si la la bodega fuese realmente nuestra, da cada
uno de nosotros, de nuestra familia.. Cualquier persona de viñedo, de trasiego de barricas,
de marketing o de administración, es capaz de pararte un día en un pasillo y darte su
opinión sobre cualquiera de las cosas que hacemos. Y esto creo que nos potencia, que nos
hace no tener que explicar que el proyecto es común cada vez, ni tener que dedicar tiempo
a alinear a un equipo de solo empleados.
Además estamos implicados y comprometidos con el entorno y las personas que
comparten su espacio vital con el nuestro. Intentamos que nuestra actividad sea bien
acogida en cada región, que formemos parte de la comunidad y para eso, tenemos que
hacer la vida un poco mejor cada vez a los vecinos, a los proveedores de uva y de otros
servicios. Ellos también son “nuestra familia” y por lo tanto de la familia Ramón Bilbao.
El carácter innovador de Ramón Bilbao es una realidad que hace que la bodega se
mantenga en primera división, ¿qué es lo más difícil de conseguir en una línea de la investigación y de desarrollo?
Lo más difícil es investigar, aprender e implementar cosas que no necesariamente suponen
un nuevo vino. Sólo suponen una mejora de lo que hacemos, un mayor
conocimiento, una variable más mejor controlada. Y digo sólo porque eso es lo que a mí
más me ilusiona. Creo que tenemos ya una buena oferta y se que mejorar lo actual, tiene
menos focos, menos taquígrafos, pero sé que al final tiene más potencia, porque creo que
les debemos un gran respeto a los hombres y mujeres que hoy ya beben nuestros
vinos. Ellos son los que más nos preocupan. Son fieles e imagínate que somos capaces.
Rodolfo Bastida: el artífice de los vinos de Ramón Bilbao
¿Cómo es posible elaborar vinos de perfiles tan distintos con las mismas variedades de uvas y en las mismas zonas vitivinícolas?
Es muy sencillo, porque la región en sí es muy variada y las uvas principales que
manejamos, tempranillo y garnacha, tienen mucha personalidad y se expresan de
manera muy distinta en función del tipo de suelo y del microclima en el que se encuentren.
En la Rioja, cada “palmo de terreno” es un mundo. Pongo unos ejemplos:
hay una estrecha carretera que recorre el trayecto entre Ábalos y San Vicente de la
Sonsierra. Discurre desde casi la falda de Sierra Cantabria hasta el río Ebro. Es una locura
(en los apenas 3 kilómetros) la infinidad de suelos tan distintos que nos
encontramos. Podemos pasar desde arenisca suelta pobre y calcárea a puro cascajo de
lecho de río lavado o uno metros más adelante a vetas arcillosas claras o un suelo más
pesado.
Otro ejemplo, tenemos un tempranillo cultivado en Monte Yerga, donde el suelo es del cuaternario y tiene enormes piedras que perfectamente habrían podido ser en el pasado la morrera de un glaciar. Pues resulta que este tempranillo se encuentra rodeado de encinas, carrascos, almendros y olivos, es decir, con una vegetación plenamente mediterránea. Éste no tiene nada que ver con el cultivado en Villalba, que tiene un suelo calizo y arenoso, y se encuentra rodeado de abetos.
Esa es para mí la singularidad de Rioja: su variabilidad.
Lo que sucede es que esto no se había explotado de manera suficiente. Ahora todo se
elabora y no sólo en Ramón Bilbao, de manera separada, buscando “lo particular”, para que
pase a engrosar las posibilidades de la paleta de colores para cuando “el pintor” se pone
a trabajar con sus pinceles más finos y mezcla colores. Así crea vinos diversos, especiales
y además muy personales.
Mirto, el vino icónico de Ramón Bilbao este año ha cumplido 20 años. ¿Cómo fueron los inicios de este vino y cuál ha sido su evolución?
Pues quizá es nuestro vino que menos ha evolucionado. Se mantiene fiel a su concepción
en el año 1999. Son los mismos viñedos desde entonces. Si ha evolucionado, es porque
las propias viñas de las que procede, se han hecho más mayores.
El comienzo fue una inspiración y una casualidad al 50%. Paseando por Villalba con un proveedor muy mayor de uva, me contó que en los bordes de las viñas donde aparecen los mirtos espontáneos. Los años que son más aromáticos. en junio, con su hoja verde en plenitud, es un buen año de vinos: año de mirtos, año de vinos. Esa historia nos conmovió y pensamos en la bodega que podíamos tener un vino de los años buenos de mirtos y por qué no llamarlo así.
De este modo lo elaboramos años salteados desde 1999. Su técnica es sencilla y no ha variado un ápice desde ese momento: viñas de un municipio seleccionadas por su edad y calidad, fermentación en tinas de roble francés y crianza con sus lías durante periodos variables en función de sus características. Así cada cosecha es un poco igual y un poco diferente. Personal de cada ciclo, pero con la misma filosofía de elaboración.
En la actualidad se habla mucho del vinos de altura, vinos que representa un estilo de viticultura diferente y que aporta un frescor singular. ¿Es una moda para combatir los efectos del cambio climático o es una técnica para diferenciar la viticultura tradicional?
Creo que en este caso, se está haciendo de una necesidad una virtud. Hay que escalar con
las viñas si queremos hacer vinos parecidos a los actuales. Sobre todo si queremos tener ciclos largos de la planta, si queremos que la maduración no se produzca a una temperatura tórrida y si queremos que la maduración industrial (azúcar, ácidos) coincida con la fenólica
(antocianos) es irremediable. Que de esto las bodegas estén o estemos poniendo vinos
en el mercado con ese apellido de “viñedos de altura”, sólo es trasladar a la etiqueta lo que
se hace en el campo.
No creo que sea alejarse de la viticultura tradicional, porque en muchos casos estamos
llegando a zonas donde la viña ya estuvo. Si lo miras con la perspectiva temporal, en los
años 50 y 60, la viña ya estaba plantada en esos lugares. Quizá por otros motivos, el
principal es porque esos terrenos actuales de viña, se usaban para cereal y otros cultivos
más relacionados con la alimentación. Se bajó a ellos, porque la viña se hizo rentable y
se podía vivir de ella. Simplemente, las laderas y los bancales, se abandonaron.
Ahora volvemos a ellos y los descubrimos como la tierra prometida.
Últimamente me interesan cada vez más los viñedos relacionados con los ríos de La Rioja
y de otras regiones. Tenemos un viñedo en San Asensio plantado hace más de 40 años,
que es casi espiritual y al que el río Ebro, le está dando además de la suavidad en las
temperaturas y las maduraciones más largas, la paz que transmite su cauce y la
biodiversidad que genera. Esto se refleja en los vinos que obtenemos de este pago sean
más ligeros, aromáticos, casi perfumados, sutiles, frágiles y muy especiales. Si en
el futuro somos capaces de encapsularlos en forma de un vino específico, de nuevo
habremos encontrado otra singularidad. ¿Esto será una moda? Los más mayores de la
zona, generación tras generación, recuerdan esta finca plantada de viñedo desde hace más
de 200 años.
Rioja: un clásico renovado
Rioja ha experimentado un cambio en los últimos años, ¿en qué momento comienza a surgir el nuevo estilo de Rioja más fresco y con perfiles de menor paso por barrica?
Yo creo que siempre estuvo allí ese estilo de vinos, pero simplemente no estaba de moda.
Creo que por ejemplo Marqués de Cáceres en los 70, apostó por esto o bodegas como
Bretón o Conde Valdemar en los 80 pero entonces el público prefería la pura tradición.
La prensa especializada, sobre todo americana, lo puso en valor y despreció el estilo
clásico. Afortunadamente, hoy esa misma prensa, esos mismo catadores, creen que el
estilo que despreciaron ahora tiene valor, es bueno. Sin entrar en polémica, el vino,
siendo muy tradicional en su concepción de transformación de una fruta, la uva, es un
líquido hedonista, no es ajeno a las modas.
He puesto el ejemplo con Rioja, pero si revisas Burdeos, sucede exactamente lo mismo.
Un burdeos de los años 60, tenía apenas 12% de alcohol.
¿Qué es lo más importante/característico que hay que mantener en la gama de los vinos clásicos?
Desde mi punto de vista, hay que mantener su elegancia, su sutileza, su terciopelo, su
longevidad, su capacidad de envejecimiento, en definitiva, la magia de transportarte a otra época. Son vinos increíbles, como no se hacen en ningún otro lugar del mundo.
Rioja pese a todo está por encima de la modas y las corrientes, ¿cuál es el verdadero valor?
Para mí además de todo lo expuesto anteriormente es que resalta sus condiciones naturales
como una de las mejores regiones del mundo para elaborar vinos de calidad; lo que
diferencia a Rioja son los riojanos y riojanas que cada día se levantan para intentar
hacerlo bien en la viña, para intentar que llegue a sus hijos, mejor que lo que ellos la
recibieron. Los riojanos y riojanas que cada día quieren conocer más de los vinos que
hacen, de cómo mejorarlos. Los riojanos y riojanas que cada día quieren que sus botellas
lleguen más lejos a más países y en mejores condiciones, en mejores restaurantes.
Este es para mi el verdadero valor de Rioja: los riojanos y riojanas que se creen que su
vino es de los mejores del mundo y merece la pena luchar por ello.
Todos los hombres y mujeres del sector no tienen por qué haber nacido concretamente en La Rioja. Esta tierra es “pegajosa” y cuando llegas a ella, no te la quitas nunca de encima. Y esto le pasa a personas de cualquier nacionalidad o región. Cuando se trabaja por y para La Rioja, se confunden con los propios riojanos, con los viticultores y se quieren y aprecian mutuamente.
¿Y qué pasa con los vinos fuera de nuestras fronteras?
Respecto a la exportación, ¿en qué dirección van los vinos españoles en el mercado
asiático?
Pues la dirección es un poco errática. Creo que es consecuencia de la propia naturaleza del
mercado. Cuesta centrar a un distribuidor para que construya tu marca. El mercado es muy
cambiante, muy influenciado por las circunstancias geopolíticas y cuesta mucho pasar de
tener compradores, que compran y ellos se arreglan, a tener empresas colaboradoras con
las que puedes construir tu reputación en un país.
Por supuesto esto es generalizar mucho y hay sitios como Japón, que las reglas son más
parecidas a los estándares a los que estamos más habituados.
¿A qué otros enólogos de Latinoamérica admiras especialmente en estos momentos?
Creo que gente como Daniel Pi en Trapiche, Alejandro Vigil en Catena Zapata, Matias
Michelini en el valle de Uco, Sebastian Zucardi en la bodega de su familia, o Francisco
Baettig de Errazuriz están haciendo un trabajo impresionante. Están poniendo sus vinos en
el radar internacional en USA, UK y otros países europeos.
¿Quiénes son los enólogos que hoy en día están marcando la diferencia en sus
elaboraciones más extremas?
Creo sinceramente que los enólogos y enólogas, son o somos un miembro más de la
orquesta. Muchos de ellos no merecen el protagonismo que tienen a juzgar por sus vinos y
hay otros muchos que hacen una labor callada impresionante y que ponen en valor uvas o
territorios totalmente desconocidos, no tienen la suficiente luz y taquígrafos o por lo menos
la que yo creo que merecen.
Está bien que el solista toque alguna pieza y destaque en ocasiones más pero lo brillante
es que lo que hacen ponga en valor a todo el conjunto a todo el territorio en el que están. Y
sobre todo que lo que hagan, sea verdaderamente trascendente, que la obra supera al
artista.