Restaurante El Naútico
Entorno: 10
Decoración y ambiente: 7,5
Cocina: 8,8
Vino y su servicio: 8
Precio con vino: 50€ con IVA
RCP: Excelente
Ctra. M-505 desvío Km.22 Urb. Los Arroyos S.N El Escorial-Madrid
Imposible imaginarse el tesoro que la Urbanización Los Arroyos (término municipal de El Escorial) esconde entre sus jaras, pinos y encinas. Es un secreto de iniciados que va de boca en boca, o más bien de mano en mano, porque éste es un restaurante al que se lleva a todo aquél a quien se quiere impresionar.
Se accede por una calle mínimamente asfaltada que pronto se convierte en camino de tierra. La calle nace en la c/ Principal de esta urbanización, donde un cartel azul claro nos avisa de que debemos torcer, cartel colocado justo después al que nos informa de la Escuela de Piragüismo ubicada junto al restaurante.
Sí, porque estamos hablando de comer o cenar mirando las mansas y tranquilas aguas del Embalse de los Arroyos.
Es muy bonito ver la cara de la gente cuando, tras traspasar la verja de hierro de la entrada
, descubren el precioso lago que les da la bienvenida. Algunos, sin duda exagerando, lo han llamado la pequeña Suiza de la Sierra.
A la izquierda, la tranquila y deliciosa terraza desde la que casi te caes al agua, donde saborear un aperitivo matutino con un libro o disfrutar de una copa nocturna acompañado de música de jazz en directo.
A la derecha, un caminito empinado en descenso, te acerca al pequeño edificio acristalado donde se ubica el restaurante.
Dos o tres mesitas se encuentran al aire libre antes de entrar, para quien decida no traspasar la entrada y quedarse a comer allí mismo. Al pasar
dentro, a la izquierda te recibe un sencillo comedor que aunque una siente que con unos pequeños toques aquí y allá podría pasar de ser sencillo a ser cálido y sugerente, también entiende que la impresionante cristalera que permite disfrutar de la increíble vista del lago a pie de mesa, es más que suficiente billete a la orilla del mar de Levante.
Y esta vocación mediterránea se respira por los poros de la carta, donde los arroces, tanto secos como melosos, son protagonistas.
Un sonriente Elías al mando del barco, da cuenta de los vinos que serán catados durante esa comida. Gentilmente me ha permitido probar una
selección de vinos de su carta para que elija los que considero más apropiados para uno de los días más importantes de mi vida: la Primera Comunión de mi hija.
Justo antes de recibir a la tentadora
Ensalada de Jamón Ibérico, Aguacate, Queso Manchego y Pimientos Asados, dejamos que un 100% verdejo de nombre
Señorío de Garci Grande y apellido Bodegas Herederos Marqués de Riscal, nos acaricia con su verdor y su flor, acompañando como una brisa fresca al delicioso contraste que los frutitos physalis ofrecían con el queso
manchego y el aguacate, pero no sería hasta que la carnosa fruta blanca se apoderó de nuestras copas con el
Torres de Ermelo, 100% albariño, Bodegas HGA, que la ensalada llegó a su plenitud acompañando al exquisito jamón ibérico que había quedado un poco huérfano con el verdejo.
Esperando a que el
Arroz Negro con Chipirones y Ajetes sea servido en su punto óptimo, un mero entretenimiento de mucha madera y poca fruta,
Ricardana Crianza, tempranillo 100% de Ribera del Duero, elaborado por Bodegas Rojo, nos sirve
de puente para enlazar con el entretenido e interesante
Claus de Celler, elaborado con syrah, merlot y tempranillo por Bodegas Josep Tortosa en Valencia que nos convence de que es la pareja ideal del arroz.
La Tarta Templada de Manzana más rica que he probado en mucho tiempo, totalmente artesanal y en el punto justo de dulzor, fue el cierre de esta comida un dulce y tierno “Hasta Luego”
PD: A la semana de este almuerzo me llama Elías porque desgraciadamente no va a poder conseguir suficientes botellas de Claus de Celler para la celebración, me propone volver a acercarme a probar un joven mencía del que habla maravillas.
Me acerco en fin de semana, y sentada en una de las mesitas de fuera me dejo seducir por la fruta roja en su punto de sazón y el regaliz negro del
Ribeira Sacra Regina Viarum. No hay más que hablar o decidir, el puesto de honor en la celebración ya era suyo.