Blog de Álvaro Moreno

Millesime 2012, una de las grandes añadas de los últimos tiempos en Champagne

Como imagino la mayoría de vosotros conoceréis, el Champagne, a diferencia de la mayoría del resto de vinos, suele ser el fruto del ensamblaje de vinos de diferentes añadas. Las complicadas condiciones meteorológicas a las que se enfrentan los productores de esta región al norte de Francia, hacía muy difícil la consecución de la maduración óptima de la uva para ser vinificada cada año, decían que solo 2 o 3 añadas de cada década lo permitía. Este fue el principal motivo por el cual una de las características fundamental del champagne fue la mezcla de los vinos del año con una parte de los vinos de algunas de esas mejores añadas, que la bodega conservaba para equilibrar la calidad general de sus champagnes año tras año.

Además en esos mejores años de cada decenio, se elaboraba y etiquetaba lo que se llaman, Millesime o Vintage. Champagnes confeccionados a partir únicamente de vinos de una única añada, que solía coincidir con aquellas excepcionales, de mejor maduración (y normalmente de mayor producción), trataban de expresar con ellos la personalidad y carácter diferenciador de cada año.

Estos Millesime aun se siguen elaborado hoy, pero lo cierto es que ya no solo se producen en las mejores añadas, las bodegas suelen tener una cuvee, un marca dentro de su porfolio que es el Millesime y que se elabora prácticamente todos los años, independientemente de la calidad de la marca. Si bien es cierto en este sentido, que el cambio climático y las mejoras en las técnicas de viticultura y enología, han favorecido en las últimas décadas una cierta regularidad en la añadas.

Para que un champagne pueda calificarse como Millesime y pueda reflejar la añada de la que proviene en su etiqueta,  debe estar elaborado a partir de una único año, debe haberse solicitado la calificación al CIVC y debe haber tenido una crianza en botella de al menos 36 meses.

La llegada del movimiento Vigneron (me refiero con ello al movimiento que ha llevado a muchos viticultores en los últimos años a dejar de vender su uva a las Grandes Bodegas y comenzar a producir sus propios champagnes) ha llevado aparejada un cierto cambio de modus operandi criticado por muchos por ir en contra de las reglas arcaicas del Champagne. Algunos vignerons (curiosamente muchos de los buenos) han comenzado a elaborar champagnes a partir de una única añada siempre (o con pequeñas aportaciones de vinos de reserva no más allá de 10 % del total) básicamente porque el trabajo concienzudo en el viñedo les permite conseguir una buena madurez todos los años y quieren que sus champagnes muestren la esencia y personalidad de cada añada. Pero además, aunque sean champagnes de añada, no reflejan la misma en su etiqueta, porque en muchos casos no han realizado los 36 meses de crianza en botella. Por 2 motivos, algunos (la mayoría de los más jóvenes productores) porque no tienen la capacidad de económica de retener sus champagnes tanto tiempo en la bodega, necesitan venderlos antes para poder recuperar liquidez, aunque les hubiera gustado dotarles de algún tiempo más en contacto con sus lías. Y otros muchos, no esperan esos 36 meses sencillamente porque no quieren encorsetarse a un periodo preestablecido, no saben cuanto tiempo de crianza sobre lías en botella va a necesitar ese champagne para disfrutar de él en plenitud, quizás con 18 meses (crianza mínima en Champagne) sea más que suficiente, la degustación irá definiendo cuando el champagne está listo para ser degollado. Es un caso parecido al concepto un tanto retrogrado que tenemos en nuestro país con los Crianzas, Reservas y Grandes Reservas. En mi modesta opinión no tiene ningún sentido que un vino calificado como Reserva pueda ser entendido como de mayor calidad que un vino que no tenga ninguna calificación, por el simple hecho de haber tenido una crianza de 3 años entre barrica y botella. Es más ese Reserva que en muchas añadas no haya conseguido la madurez necesaria en el viñedo, si le hubieran dotado de una crianza menor, a buen seguro hubiéramos obtenido un vino mucho más disfrutable. Lo mismo ocurre con los champagne Millesime y la obligatoriedad de 3 de años de crianza en botella, venga como venga el año. Pero reitero que es solo una opinión personal.

Todo esto que os cuento, además de para dar un repaso al concepto de Millesime, viene a colación para informaros que durante estas últimas semanas comienzan a presentarse en el mercado los Millesime de la Añada 2012. Durante estos últimos años en los que hemos viajado al menos 4 veces por año a la Champaña, hemos tenido la oportunidad de catar muchos mostos, “vins clairs” (vinos previos a la segunda fermentación en botella) y champagnes en elaboración, con la añada base 2012 como prioritaria. Quizás es pronto para afirmarlo, el tiempo dirá hasta donde llegan y como evolucionan los champagnes elaborados a partir de ese año, pero para mi personalmente estamos ante una de las grandes añadas de las últimas décadas, a nivel de las más cercanas como 2002, 2008 o incluso 1996.

¿Cómo fue la añada 2012 en Champagne?

El año en el viñedo champanoise fue extremadamente difícil desde el comienzo (en cierta medida recuerda a la vendimia que acabamos de terminar, la 2016). El invierno suele ser duro en esta región, pero este año las heladas en Febrero llegaron hasta los 20 º bajo cero, lo que provoco daños importantes en algunos viñedos. Marzo llego muy cálido y soleado, lo que provocó el calentamiento de los suelos y el inicio anticipado del ciclo de la planta. Las heladas que retornaron en abril fueron letales ante este arranque suicida, llevándose por tierra buena parte de los brotes iniciales. Pero no se quedó ahí, las lluvias comenzaron en abril y se prolongaron de forma continua durante 3 meses, con la floración entre medias. El corrimiento de los racimos en desarrollo, pero sobre todo el Mildiu y Odio camparon a sus anchas, llevándose por delante más del 50 % de la producción potencial del viñedo. Por si fuera poco el granizo hizo acto de presencia en tormentas durante junio y julio, llegando a destrozar el 100 % de algunos viñedos. El pesimismo se apoderó de todos los vignerons a estas alturas del ciclo, estábamos ante uno de los años más difícil que se recordaban, y nada hacía presagiar una vendimia medianamente aceptable.

Pero llegó Agosto, ese mes que realmente año tras año marca buena parte de la calidad de una añada, y la tendencia se tornó, el sol hizo acto de presencia, los termómetros ascendieron de forma intensa y continuada igual que en años como 2003. La madurez de las uva maltrechas fue avanzando a pasos agigantados, extendiéndose hasta los días de vendimia en el mes de septiembre, intercalando pequeños chubascos beneficiosos para la uva, y sobre todo acompañando al sol durante del día con bajada de temperaturas nocturnas, lo que permitía ganar concentración de azúcar, pero conservando los niveles de acidez (tan necesarios en Champagne).

La vendimia comenzó a mediados de septiembre, no llovía, no había prisa por vendimiar, la uva gana concentración de azúcares, la acidez se mantenía, los PH seguían bajos, todo ello permitía esperar para vendimiar la uva en su momento óptimo, cosa muy poco habitual en Champagne, donde la botrytis que va a aparejada a las lluvias asiduas en vendimia es un factor que obliga a vendimiar en muchas ocasiones antes de lo deseado.

¿Resultado?

Añada de corta producción, sesgada al comienzo del ciclo, pero de muy alta calidad.

Evidentemente desde el día siguiente a la vendimia las dudas no dejaban de surgir ¿Habrá sido suficiente con un agosto y septiembre soleados para conseguir la madurez perfecta de la uva, después de todo lo malo vivido al comienzo? Analiticamente todo apunta a que sí, con grados de alcohol de media entorno a los 10 %, niveles de acidez total sobre 8 g/l y Ph por debajo de 3. Organolecticamente también, reitero que casi todo lo que hemos catado del 2012 nos está gustando mucho, aunque puede ser cierto que exista una cierta heterogeneidad en función de cada viñedo. Por lo general, yo creo que es mejor año para las uvas tintas (Pinot Noir y Meunier) que para Chardonnay.

Pero el tiempo dictaminará si la 2012 realmente es una de las grandes añadas para el recuerdo. No nos olvidemos de la 1996 de la que todos han hablaban maravillas, con un potencial de guarda brutal por la acidez y madurez obtenida, pero 20 años después, cuando los grandes champagnes comienzan su etapa de madurez, la acidez sigue ahí pero nunca termino de integrase por completo. Tendremos tiempo de hablar de la añada 1996.

Por el momento, mi consejo personal es muy claro, haceros con todos champagnes  de la Añada 2012 que podáis, no solo de los Millesime, si no como antes os explicaba, todos las cuvees que están elaboradas total o mayoritariamente con vinos de esta añada. La producción fue muy corta, se elaboraron pocas botellas (casi la mitad de un año habitual), pero la calidad y el potencial de evolución son fantásticos.

¡¡ Aprovecharos!!

Alvaro Moreno

alavole.com

  1. #1

    Maresme

    Gracias por tantisima informacion,intenaré en medida de lo posible hacerme con 2012.
    Me preocupa lo que comentas del 1996,es verdad que no acaba de asomar ´´redondez´´

    Saludos

  2. #2

    pepecano

    en respuesta a Maresme
    Ver mensaje de Maresme

    Menuda cosa nos han dicho !! pero tendremos que esperar unos pocos años.

  3. #3

    alvaro-sg

    en respuesta a Maresme
    Ver mensaje de Maresme

    Por supuesto muchas gracias a ti Maresme. Tendremos tiempo de hablar de la 1996, tengo ganas de hacer pronto una cata temática, para dar un repaso 20 años después a esta añada de la que tanto se habló. Lo ultimo que hemos catado sigue conservando esa marcada acidez, pero no terminan de explotar y comienzan asomar "arrugas". Ahora no nos pongamos "pegilgueras" que los grandes son los grandes y en añadas como esa siguen siendo muy grandes. Probemos y después hablaremos con más criterio.

    Fuerte abrazo

  4. #4

    alvaro-sg

    en respuesta a pepecano
    Ver mensaje de pepecano

    Evidentemente Pepe habrá que aguantar para descorchar sobre todos los champagnes de añada. De lo que si se puede ir disfrutando es de esas cuvees que tienen como añada base la 2012 pero que tienen en su ensamblaje un 20 o 30 % de vinos de reserva. El salto de calidad de esos BSA (Brut sin Añada) es destacable viniendo de añadas muy difíciles como la 2010 o 2011.

    Un abrazo Pepe


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