Y vamos con el último vino que abrimos en casa tras las vacaciones de Agosto en Benicasim, listos para retornar a Ecuador. Se trata de un albariño pontevedrés con magníficas puntuaciones en las guías, con 12 meses de crianza en roble francés, de muy baja producción (tan solo 1.000 botellas del 2018), a ver qué nos cuenta. Lo sacamos de la nevera, lo abrimos y esperamos unos 20 minutos antes de proceder con su valoración a unos 10°C.

VISUAL: Bonito color amarillo acerado, con reflejos verdosos y alimonados. Presencia de abundante lágrima, de grosor medio y lenta (91).

OLFATIVA: A copa parada encontramos aromas herbáceos de hinojo y fragancias florales de lavanda. Al agitar asoma la fruta blanca, pera y manzana verde, aderezada con notas de ciruela amarilla. Marcado perfil atlántico, salinidad impactante, con un puntito yodado. Final ligeramente dulzón que nos recuerda al membrillo y con ese toquecito de hidrocarburo tan característico, muy sutil. De intensidad media-alta y bastante complejo (92).

GUSTATIVA: Buen ataque, acidez impactante, cremosito y amplio, con un paso por boca con el puntito de gasolina en primer plano, pero sedoso y amable en grado sumo, de los que hace entornar los ojos ):. Los aromas retronasales son herbáceos y el post-gusto marcadamente mineral, con la fruta blanca presente (pera y melón). Una delicia, con un fondo de ebanistería fina, el roble y las lías presentes y protagonistas. Sutil, equilibrado y muy persistente, dos minutos y 50 segundos en concreto. Tremendo albariño, pura delicadeza (94).

La RCP pese a que cuesta unos 28 euros, me parece muy buena. Es un gran albariño sin duda, los vale.

MARIDAJE: Lo abrimos con unas lubinas al horno y nos lo terminamos de aperitivo, sólo, una maravilla... El maridaje con el pescado fue exquisito. La delicada textura de la lubina y esos sabores a mar armonizaron fabulosamente con la mineralidad y la frutosidad de nuestro fantástico albariño. Gran final de vacaciones en casita con este "peaso" vinazo gallego.

Salud-os!!