Blog de Jordi Melendo

Renovadas emociones en la Champagne


El lema del escudo del pueblo de Le Mesnil-sur-Oger es: “Pour mon droit ne pas ceder” (Por mi derecho no ceder). Tiene algo de similitud con la famosa frase de Sir Winston Churchill: “Never, never, never give up” (Nunca, nunca, nunca rendirse). Estas dos frases me vienen a la cabeza a raíz de mi retorno a la Champagne esta semana. No había vuelto desde mi caída en agosto, por lo que este viaje tenía un sentido especial, principalmente porque era para ir a buscar las primeras cajas de mi cuvée de Champagne Philippe Gonet, con lo que culminé mi sueño después de innumerables vicisitudes… Never, never… Otro motivo de lo especial del viaje es que lo hacía en compañía de un buen amigo que no conocía la región. Me propuse que la pudiera descubrir pero solo teníamos 48 horas.


El viaje en coche empezó el martes por la mañana. Casi 1.200 kilómetros de un tirón. Al llegar a los viñedos del Aube, la zona de la Champagne que queda más al sur, ya oscurecía. Francia no es España y al llegar a la pequeña localidad de Vertus todos los bares y restaurantes estaban cerrados. Por suerte encontramos un hotel donde nos sirvieron un surtido de quesos franceses, entre los que curiosamente nos sorprendió un exquisito “Cendré de Champagne” el más típico de la zona. Para beber una cerveza, había que reservar el champagne para el día siguiente. Después de varios días de lluvia, amaneció un miércoles soleado. Todas las personas que nos fueron recibiendo comentaban si habíamos traído en el maletero del coche el sol de España. Ese sol radiante hacía que el paisaje de las llanuras y las laderas de la Côte des Blancs tuviera un aspecto majestuoso, imponente, más en esta época del año en la que los viñedos tejen como un manto verde sobre la tierra. La Côte des Blancs está situada al sur de Épernay y sus suelos se derivan de fondos marinos del Cretáceo. De esas tierras de “craie” (tiza) y de otros factores de importancia como la exposición al sol, la pendiente, la profundidad de la tiza y los caprichos puntuales de una meteorología versátil, nacen las uvas con los que se elaboran los mejores vinos de la variedad Chardonnay. Los vinos que se obtienen en la zona tienen una tipicidad especial, que se caracteriza por una mineralidad excepcional que aporta finura y elegancia, y un gran equilibrio azúcar-frescura, lo que favorece una larga longevidad de los mismos.



Después de pasear por los viñedos llegamos a Le Mesnil-sur-Oger y visitamos su iglesia, que fue construida durante el románico, entre los siglos XI y XII, y cuya imagen se erige entre los pequeños edificios del núcleo urbano de la población. La primera visita fue a la Maison Claude Cazals fundada en 1897 por Ernest Cazals. Sus viñedos se extienden únicamente sobre los terruños clasificados Grand Cru y Premier Cru. Delphine Cazals, su actual propietaria, nos ofreció una copa de la Cuvée Vive Grand Cru, un champagne elaborado sin añadir licor de expedición. Tiene un color dorado limpido y brillante. Sus aromas tienen una delicadeza extrema y descubre aromas ligeramente tostados con toques de miel y de albaricoque confitado. En boca es puro y extraordinario, con una franca vivacidad.

Después de pasar unos agradables momentos con Delphine nos dirigimos a la casa particular de Madame Denise Gonet, la madre de Chantal y Pierre, para “déjeuner” en familia. Para acompañar el ágape inicialmente bebimos el champagne Philippe Gonet Blanc de Blancs. A mi lado estaba sentada la abuela de Chantal y Pierre, una señora de 92 años con una salud de hierro y una mente lúcida, quien asegura haber bebido champagne toda su vida. El Blanc de Blancs lo iba mezclando con un poco de agua. Pero cuando al final del almuerzo sirvieron el Blanc Blancs Millésime 2002 y me dispuse a ofrecerle el agua me dijo: “Con este no, este se toma solo”.

A las tres de la tarde estaba programada una visita a Salon y Delamotte, donde fuimos muy bien atendidos por Marie-Agnès Thomas. La Maison Salon fue fundada en 1921 por Eugène Aimé Salon, quien había hecho fortuna en el sector de la piel. Actualmente Salon pertenece al Grupo Laurent-Perrier. Desde 1921, solamente se han comercializado 32 millésimes. Salon representa la expresión más noble de la Côte des Blancs, una referencia para la región. Los champagnes Salon envejecen una media de 10 años, tiempo en el que van adquiriendo una complejidad y una finura excepcionales. Junto a Salon se encuentran las instalaciones de Delamotte, su casa hermana. Delamotte fue fundada en el año 1760 por François Delamotte, propietario de viñedos en Le Mesnil-Sur-Oger. Es la sexta casa más antigua de la Champagne. En el año 1988 se asoció con Champagne Salon y pasó a formar parte del grupo Laurent Perrier. Después de la visita pudimos degustar varios champagnes, el primero de ellos el Delamotte Brut, un “assemblage” de Chardonnay, Pinot Noir y Pinot Meunier con una frescura agradable, una gran pureza en nariz, equilibrado y elegante. Posteriormente catamos el Blanc de Blancs, delicado, muy mineral y redondo. El siguiente fue el Blanc de Blancs 1999, vivo y fresco, con un gran potencial de envejecimiento. El Rosé de Delamotte es un champagne Brut en cuyo “assemblage” predomina el Pinot Noir con un porcentaje de Chardonnay, con lo que se obtiene un vino con un bonito color rosa pálido con delicadas notas de frutas rojas. El último champagne de la degustación fue el Salon 1997. Presenta un color dorado brillante, mientras que en nariz se aprecian frutos secos y notas minerales que expresan la esencia del “terroir” de Le Mesnil-sur-Oger. En boca es untuoso, cremoso y con una agradable acidez.

Después de esta grata experiencia regresamos a la Maison Gonet que se encuentra a pocos metros de Salon-Delamotte, en la misma rue de la Brèche d’Oger, en Le Mesnil. Tras la visita a las instalaciones degustamos los champagnes Philippe Gonet Réserve Brut, Blanc de Blancs, Rosé, Roy Solei Grand Cru Blanc de Blancs y Belemnita 2002. El Réserve Brut está elaborado con un “assemblage” de 30% Chardonnay, 60% Pinot Noir, 10% Pinot Meunier, presentando un color oro pálido, con aromas que nos recuerdan las almendras, muy expresivo y largo en boca. El Blanc de Blancs Brut tiene un aspecto amarillo pálido, en nariz recuerdos a mantequilla fresca, con una fina efervescencia en boca, muy ligero y con un agradable final. El Rosé está elaborado con un 75% de Pinot Noir y un 25% de Chardonnay y presenta un atractivo color rosado pálido, en nariz predominan los frutos rojos, las fresas, mientras que en boca es afrutado y equilibrado. El Roy Solei Blanc de Blancs, 100% Grand Cru, tiene un color dorado brillante, con unos aromas muy expresivos, muy mineral, mientras que en boca es fresco, carnoso y con buena estructura. Del Belemnita 2002, la novedad de Gonet, tan solo se han elaborado 1.400 botellas, para las que se han utilizado las mejores uvas de la variedad Chardonnay de Le Mesnil. Dorado con reflejos verdosos, nariz fina en la que predominan las flores blancas, limpio, fino y elegante en boca, con un agradable final. Después de tan magnífica degustación nos desplazamos a las cotas más altas de la montaña de Le Mesnil, desde donde se divisa una gran parte de la Côte des Blancs y algunas de sus poblaciones: Vertus, Oger, Avize, Cramant… Al atardecer comenzó la cena en casa de Pierre Gonet, quien como buen cazador nos ofreció una pierna de jabalí que había cazado semanas atrás y que guisó magistralmente su esposa Martine. Como no podía ser menos tanto la carne como los otros manjares que nos ofrecieron, los acompañamos con los champagnes Gonet. La cena finalizó a altas horas de la madrugada pero el jueves amaneció sin resaca, los buenos champagnes no te dejan resaca.

Ese día nos desplazamos desde la Côte des Blancs a Reims, atravesando la Montagne de Reims. A últimas horas de la mañana visitamos G.H. Martel & Cº, donde nos atendió fantásticamente Vincent Rapeneau, su director general, quien nos mostró el impresionante museo bajo las grutas galo-romanas en el que se refleja la historia de esta Maison fundada en 1869 y la propia historia de la evolución de la vitivinicultura en la Champagne. Actualmente G.H. Martel & Cº es el octavo grupo productor de Champagne con 10 millones de botellas. Tuvimos la oportunidad de degustar varios de sus elaborados, empezando con un Blanc de Blancs y un Blanc de Noirs Charles Orban, de Troissy, en el Valle de la Marne. El Blanc de Blancs presenta un color pajizo brillante, con un aroma sutil y fresco, frutal y buena acidez en boca. El Blanc de Noirs tiene un color dorado, con aroma potente, de fruta madura y finas notas especiadas, mientras que en boca es sabroso y con el carbónico bien integrado. Seguidamente catamos un P. Louis Martin Brut, de Bouzy (Montagne de Reims), que posee un color pálido con matices dorados, con buena expresión aromática en la que se aprecian cítricos de calidad, sabroso, con fondos de fruta madura y equilibrado en boca. Después nos ofrecieron un Château de Bligny. Este Château está situado en el corazón de la Côte des Bar (Aube) fue edificado por el Marques de Dampierre y forma parte del patrimonio histórico, arquitectónico y vinícola. El producto seleccionado fue un Brut que presentaba un color amarillo brillante, con aroma intenso, manzana madura y notas de lías, sabroso en boca y con matices de fruta. Siguió un G.H. Martel & Cº Brut Premier Cru, uno de los champagnes más emblemáticos de la firma. Color pajizo con finas burbujas que ascienden verticalmente. Aroma fresco, sutil y floral. En boca se desenvuelve fresco, ligero, seco y con agradable expresión de lías finas. Seguidamente la Cuvée Victoire Brut Premier Cru, también de G.H. Martel & Cº, que tiene un color dorado brillante, burbuja fina y persistente, aroma intenso con predominio de las notas de lías y matices de fruta madura, resultando maduro, sabroso, con agradables finas notas amargosas. Finalmente se descorchó una botella de Charles de Cazanove (Reims). Su Grand Apparat Brut tiene un color amarillo dorado, matices florales con finas notas ahumadas, seco, cremoso, elegante y largo. No estaba previsto pero al final de la degustación Vincent Rapeneau nos invitó a comer con el equipo comercial que se encontraba ese día de convención. De los platos que nos sirvieron nos impresionó el foie gras gratinado en corteza sobre la una cama de manzanas doradas a la sartén.
Por la tarde iniciamos el regreso a casa con parada en Valance para pernoctar. El resultado de la experiencia han sido dos vibrantes días en la Champagne, a la que volveré muy pronto, en septiembre, para la vendimia de este año. En esta ocasión han sido 48 horas. Tiempo muy escaso, pero tan escaso como emocionante.

  1. #1

    EuSaenz

    Para el verano que viene quiero ir unos días a Champagne, así que ya hablaremos del gobierno. Mientras tanto...sigue poniéndome los dientes largos.

    Saludos,
    Eugenio.

  2. #2

    AntonioJesus.AkatA

    Que bien vives y que bien lo cuentas.
    Salut.

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