Blog de Jordi Melendo

Grandes vinos de Argentina

Un poco de historia de los vinos de Argentina

Fueron los misioneros españoles, alrededor de 1557, quienes viendo las características de las tierras argentinas se apresuraron a cultivar y aprovechar el fruto de la vid, que rápidamente se extendió de norte a sur del país. Un momento clave para el sector vitivinícola argentino lo protagonizó un francés, Michel Pouget, quien en 1853 a petición del entonces presidente Sarmiento, que implantó las nuevas técnicas y conocimientos que permitieron dar un nuevo enfoque al mundo del vino argentino. En poco tiempo, los vinos elaborados en estas tierras tuvieron una gran demanda por parte de los principales mercados internacionales, donde se comenzaba a disfrutar de la calidad y tipicidad de estos vinos. Otro momento histórico fue la construcción del ferrocarril en 1885 que saneó el déficit de infraestructuras que había frenado la expansión de los productos de la zona de Mendoza. Pero la crisis de los años 30 fue nefasta para los intereses de productores y elaboradores, que vieron como el precio de la uva y del vino se desplomaba. Los excedentes productivos que año tras año sufría el país no hacia más que empeorar la situación. La solución al problema que encontraron los argentinos fue crear en 1959 el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) con sede en la región de Mendoza. La finalidad era conseguir unos mejores estándares de calidad. Medio siglo después, la apuesta por la calidad que se hizo en su momento está impactando al mundo. No es casual que en los más prestigiosos restaurantes del mundo encontramos algunos vinos argentinos, codeándose con los más selectos del planeta.

Mendoza, el ojo del huracán


La importancia de Mendoza en el panorama vitivinícola argentino es incuestionable, si observamos las estadísticas nacionales, podemos comprobar que de cada 100 litros de vino producido en el país, casi tres cuartas partes, llevan el sello de calidad de Mendoza. Situada en el centro oeste del país, Mendoza es la puerta de los Andes. Posee una superficie de 148.827 kilómetros cuadrados. En la actualidad posee alrededor de 60.000 hectáreas de viñedos, presididos por la majestuosa cordillera andina. En las zonas norte y se encuentran los departamentos Junín, Santa Rosa, San Martín y Rivadavia y es la parte de la provincia de Mendoza con mayor producción de vinos, donde se encuentran viñedos entre 640 y 750 metros por encima del nivel del mar. En general la región se caracteriza por producir vinos blancos como el Torrontés, Chenin, Pedro Giménez y Ugni Blanc. Por otro lado los vinos tintos son de un marcado carácter varietal. Tanto en blancas como en tintas, diversas variedades de uva se desarrollan en la zona, pero adquieren especial importancia el Chenin, de buena tipicidad y correcta acidez, y el Syrah.

La zona alta del Río Mendoza representa un verdadero oasis para el cultivo de una amplia gama de variedades de uva fina. Estos viñedos y bodegas están ubicados entre 750 y 1100 metros sobre el nivel del mar, gozando de unas excelentes condiciones climatológicas, con temperaturas que en promedio se sitúan entorno a los 15º, lo que favorece la formación de taninos aumentando así el potencial de guarda del vino. El único inconveniente es la escasez de lluvias de obliga a los productores a regar los viñedos, para proporcionarles la energía necesaria para crecer y dar su fruto. Así pues el Desaguadero, el Mendoza, Tunuyán, Diamante y Atuel son los nombres de los ríos más caudalosos de la zona, todos ellos aprovechados para esta función, así como para la obtención de energía eléctrica gracias a las diferentes presas construidas.

El sur mendocino, engloba los departamentos de San Rafael y General Alvear, extendiéndose por la cordillera principal. Es aquí donde encontramos unas 3.000 hectáreas de viñedos y un importante número de bodegas que forman otra de las grandes regiones del vino argentino.
En el Valle de Uco se encuentran los departamentos de San Carlos, Tunuyán y Tupungato, al sudoeste de la ciudad de Mendoza. En la actualidad hay unas 8.000 hectáreas de viñedos situados entre 900 y 1.250, con una gran diferencia entre las temperaturas diurnas y las nocturnas. Los suelos son muy permeables y de buen drenaje interno. La acidez de los vinos es generalmente elevada y en muchos casos se recurre a la fermentación maloláctica para aprovechar estas características. Uco es conocida por la materia prima de gran calidad que se obtiene y por el potencial de guarda de sus vinos. Actualmente destaca por ser la zona que recibe más inversión en el sector vitivinícola. Las cepas más extendidas son Merlot, Malbec, Cabernet Sauvignon, Semillón y Chardonnay. Estos dos últimas variedades se aprovechan también para producir unos interesantes espumosos. La tipicidad de la región determina el carácter de los vinos blancos que se obtienen de las variedades Chardonay y Sauvingnon Blanc, que alcanzan un nivel aromático y la Semillon, con un gran que se adapta perfectamente a las zonas limítrofes al río Mendoza. En tintos la referencia es claramente el Malbec, con la que se obtienen unos vinos de calidad indiscutible, que han merecido el reconocimiento de los mejores expertos en la materia de todo el mundo. Pero no todo es Malbec en Mendoza. Los productores que son quienes conocen mejor las virtudes de la tierra en la que trabajan, están apostatando por las variedades Syrah, Cabernet Sauvignon y Merlot, que están dando unos grandes resultados.


Bodegas Salentein: La expresión de los Andes, en una copa de vino
Tres hermosas fincas, El Portillo, Finca La Pampa y Finca San Pablo, ubicadas en el Alto Valle de Uco (Mendoza) configuran las Bodegas Salentein. Esta prestigiosa bodega situada a los pies de la cordillera de los Andes, tiene sus viñedos, de más de 30 años, situados entre 1.050 y 1.700 metros sobre el nivel del mar, altitud que confiere a sus uvas una tipicidad especial. Sorprende que a diferencia de algunos otros productores argentinos, Bodegas Salentein, no utiliza la irrigación artificial, si no que aprovecha el agua pura del deshielo de las montañas de los Andes que resulta más que suficiente para estimular la capacidad productiva de la planta.
Sin duda el secreto de la complejidad de la que disfrutan los vinos de Salentein se debe al efecto que provocan los Andes en la vid, no solo en lo que a temperatura se refiere, si no a variables primordiales como la humedad y el suelo. En las tres fincas hay diferencias, pero en general podemos hablar de una tierra de aluvionales arenosos sobre un lecho de piedras, que configuran un suelo pobre con poca materia orgánica, lo que resulta perfecto para las cepas. Un conjunto matices que marcan la diferencia.

La bodega, única construcción en su tipo, tiene forma de cruz. Cada ala constituye una pequeña bodega con dos secciones: la primera, al nivel del suelo, alberga depósitos de acero inoxidable y cubas de roble para la fermentación y el almacenamiento, y la segunda, subterránea, se utiliza para la crianza del vino en barricas de roble. Los dos niveles permiten que el vino descienda de los tanques a las barricas a través de un sistema por gravedad idóneo para obtener unos vinos de primera calidad. Podríamos las Bodegas Salentein, como el lugar donde confluyen la expresión de la tierra y la uva en una simbiosis perfecta.

Los vinos de Bodegas Salentein van a empezar a encontrarse muy pronto en los mejores restaurantes y tiendas especializadas de España. Seguro que darán mucho que hablar y yo por mi parte hablaré sobre las características de algunos de sus productos en este blog.

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