El Alma del Vino

Ontañón crianza 2005.


Crianza de doce meses en roble francés y americano, para un coupage de tempranillo con pequeña aportación de garnacha de viñas viejas. El resultado es un vino fácil de beber, redondo y franco. Denota con claridad la frescura propia de un joven, mezclada con la madurez de la madera que le sirve de continente durante la fase de crianza. Ontañón mide bien sus productos, y garantiza en este crianza un equilibrio más que digno.
Su cata me concedió las siguientes notas personales :

Color picota, con ribetes violetas. En nariz, fruta roja madura en primera aproximación. Le siguen apuntes leves de pimienta, con un posterior matiz que recuerda a mantequilla dulce acompañada de una trufa ligera, casi anecdótica. Boca elegante, golosa y vinosa. La condición pulposa del vino en boca nos sugiere un racimo de uvas que explosiona en primera instancia, dejando luego paso a tostados suaves. Diría que este vino es un tierno homenaje a la uva en sí misma, aderezada con gusto con todas las notas que puede aportar la madera. Postgusto y persistencia medias.
Rico y por ende, recomendable.


"La comida es la parte material de la alimentación; el vino, la parte espiritual" (Alejandro Dumas).

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