El Alma del Vino

Cata de rosados (haro,10/10/2010).



Parece a primera vista que una cata de rosados es misión menor. El rosé, es un tipo de vino un tanto denostado y confundido muchas veces con el inferior clarete. Pero como mantiene un artículo de la revista Vinum en su número 77 : "En algunas partes del mundo, durante mucho tiempo el rosado ha tenido mala fama porque los vinicultores lo empleaban para aprovechar restos. La uva podrida que no servía para hacer tinto se elaboraba expeditivamente en rosado. En consecuencia, el vino solía ser más bien marrón en lugar de rosado y con sabor herbáceo. Pero en algún momento los vinicultores pensaron que también se podían hacer buenos rosados con buenas uvas". Los rosados llevan algunos años de apogeo, que deben ser tenidos en cuenta hasta el punto de tener que celebrar una cata específica, con la que salir de dudas al respecto de su condición de buenos vinos.
Por ello, durante la lluviosa tarde-noche del pasado domingo 10 de octubre, nos armamos de criterio y realizamos una curiosa cata, que tuvo encima de la mesa los siguientes participantes en forma de botella :

-Dominique Piron Beaujolais Rosé 2009.
-Muga Rosado 2009 Haro La Rioja.
-Dominio Dos Tares Tombú Rosado 2009 Bierzo.
-Azul y Garanza de A y G 2009 Navarra.
-Bodegas Laus Flor de Merlot 2009 Somontano.
-Muralhas de Monçao Rosé 2009 Vinho Verde Portugal.


Seis copas seis, con intenciones de ser exploradas por los presentes. Y como siempre relato a continuación mi experiencia personal.
La primera de las copas, la numerada con el uno, se me plantó delante con un color limpio y brillante, tono de frambuesa de gran estética. En nariz fruta roja dulce, con plena identidad de fresa madura que avanzó al final hacia rosas. Una mezcla fruta-flor bastante bien lograda. Ya en boca, frescura inicial que se desarrolla hasta alcanzar cierta calidez. Elegante final y buena intensidad en el postgusto. Muy agradable.
La segunda atesoraba un vino de color fresa. En cercanía a nariz era muy frutal. Fresa sin máscara. Evolución en segunda aproximación a frutos rojos no muy ácidos, más bien en punto de madurez. En boca bastante sebáceo, puede que duro y un tanto áspero. Cierto toque ahumado. Acidez contenida.
La tercera me mostraba un color rosa asalmonado, bastante pálido. Un vino insípido en nariz. En boca poco atractivo, tal vez leves y lejanas frutas aunque insustanciales. Poco consistente. Muy flojo.
La cuarta mostraba un vino de color rosa con reflejos grosella. En nariz, muy gominola de fresa. Boca cedida, un tanto desagradable en cuanto a golpe alcohólico. Flojito.
El quinto, muy elegante de color. Entre piel de cebolla y salmón intenso. Un rosado fresco y alegre. Nariz muy entregada al melocotón y las cerezas. Suave en boca con un final que puede recordar a la piña. Un final un tanto láctico, como si fuera una espuma de cerezas y melocotón. Final excelente.
Ya el sexto, adornado con aguja muy fina, con un tono rosa, entre fresa y frambuesa con ribetes leves de teja. En nariz fruta roja, cercana a la fresa madura. Leve toque floral similar a pétalos de rosa. Boca muy fresca, cierto toque de dulzor. Uno de esos vinos, tal y como afirmó uno de los presentes, de los que puedes dar cuenta a razón de botella por persona mientras degustas un buen plato de pasta ó arroz. Muy comercial.

La primera copa servía de contenedor al Prieto Picudo del Bierzo, el Tombú de Dos Tares, que yo elevé hasta el primer puesto en mis preferencias, eso pese a equivocarlo con el Somontano. Un descubrimiento para mi nariz y papilas.
La segunda era depositante del Somontano Flor de Merlot de Laus. Confundida con la anterior por mi. Un vino que no terminó de encajar para la mayoría de los presentes, pero que yo, al menos, califico de curioso. Eso sí, tal vez un tanto áspero en su final. La tercera fue mi gran decepción. El Beaujolais de Dominique Piron, un vino cuya diferencia con un vaso de agua es sólo el color. Sin expresión, triste en nariz y boca. Suspenso. El cuarto, desconcertante. Para ser un vino rosado navarro, muy decepcionante. Azul y Garanza se pierde en esta ocasión en notas de alcohol que restan expresión en nariz y boca. Un tanto derrumbado, pese a ser 2009. El quinto, identificado como los dos anteriores con éxito, era el Muga. No guarda secretos para los presentes. Muy sabroso y parlanchín en sus notas frutales. Y ya el sexto, el portugués Muralhas de Monçao coupage de alvarelhao, vinhao y pedral, con sus notas de frescura, muy logrado en cuanto al equilibrio de acidez, dotado de una fina aguja y frutal-floral. Muy rico y alegre.

En resumen, sobresalientes para Muga (vencedor de la cata por aclamación) y Tombú Dos Tares. Mención de honor para Muralhas de Monçao. Un aprobado alto para el Flor de Merlot de Laus. Y suspensos para el Azul y Garanza y sobre todo para el insípido Beaujolais Rosé de Piron, cuya consistencia es nula.

Seguiremos catando sin desmayo.


"La comida es la parte material de la alimentación; el vino, la parte espiritual" (Alejandro Dumas).

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