El Alma del Vino

Pétalos del bierzo 2008.



Para quienes de vez en cuando necesitamos salir del mundo políticamente correcto, este Pétalos del Bierzo 2008 supone una aventura llena de impresiones. Las que aportan Ricardo Pérez Palacios y Alvaro Palacios desde el berciano Corullón. Tras la bonita etiqueta de este monovarietal de mencía, se esconde una inquietud personal por la cultura biodinámica, uniendo lo orgánico y lo inmaterial en la búsqueda por unos vinos repletos de fragancia, ligeros y muy frescos.
Tras la apertura, nos encontramos frente a un vino de color oscuro violáceo, con catorce grados de potencial alcohólico, que rezuma perfume y que tras una primera aproximación a nariz nos deja esencias florales complejas, expresando clavel y violeta, incluso margaritas, flor de jara y prunus cerasifera.
El vino invita a retroceder, y volver a la carga. Retiro y regreso. En segunda aproximación nasal, tras agitar la copa; el Pétalos del Bierzo 2008 me invita a cambiar flores por mineral, con un más ligero toque de tierra mojada y algo de lapicero. Ya en boca, se muestra muy potente. En exceso, diría yo. Me resulta, y no fui el único de los presentes en asegurarlo, un tanto alcohólico. Poco amable. Y me llama la atención una intención balsámica, que sobrepasa al efecto floral y que anula cualquier posible atisbo frutal. Sólo cuatro meses en barricas de roble descartan la madera, los taninos son nulos. Sí aprecio una sensación de pino y eucalipto, pero más bien débil.
El recorrido se ve desvirtuado por el ya mencionado exceso alcohólico. No es persistente. En su postgusto aprecio una intención frutal muy corta que se une a los balsámicos, también leves.
Estamos sin duda ante un vino de nariz, perfume puro. La boca es menos aceptable, se muestra tosca y carece del rigor esperado. Tal vez necesite más tiempo de espera. En mi caso, sólo lo recomiendo para quienes busquen premiar su vía nasal. Es femenino en vía olfativa y bruto en vía oral. Un contraste difícil de encajar.
Pasa de Audrey Hepburn a Chuck Norris, sin tiempo para asimilarlo.


"La comida es la parte material de la alimentación; el vino, la parte espiritual" (Alejandro Dumas).

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