El Alma del Vino

Cata tintos 2005 (haro,25/9/10).




Atendiendo a la brillante exposición de la organizadora de la cata, nuestra buena amiga Nuria; se presentaron en principio siete vinos tintos de la añada mítica de 2005. Dos ejemplares de la Bodega Viñedos del Contino, (Contino Selección del Enólogo y Contino Graciano), un Château Talbot Gran Cru Classé del Medoc bordelés, una botella del Tierra de Castilla Casa de la Viña Edición Limitada, un Torre Muga y dos portugueses, el Chryseia de Douro y el Branca de Almeida alentejano.
Confabulados los presentes con seis copas cada uno, se dejó fuera al azar una de las siete botellas. Comenzamos la cata en la que había una más que amplia representación de uvas, desde el tempranillo a los cabernet sauvignon y franc, pasando por el merlot, la touringa franca, el petit verdot, el graciano ó la lusa trincadeira. Fuimos catando las copas una a una, ejerciendo ese despertar de los sentidos, que va tan de la mano de un afinado catador.
A partir de este momento, cuento mi experiencia en primera persona.
La primera copa tuvo un primer instante espectacular aromático y muy tendente a la frambuesa. En boca textura suave, nada cargada. Color cereza granate. En un posterior acercamiento, el vino se mostró reacio, como si toda su gracia lo hubiera abandonado. Lo percibí bien durante pocos segundos. Alguién de los presentes comentó que el vino estaba muy cerrado. Es probable, no obstante creí estar ante un vino de muy corta expresión y casi nula evolución.
La segunda copa me presentó un vino con un color cercano al cereza picota. Aroma de vainilla. Boca insuficiente, taninos finos, indudable frescura. En boca, tal vez; recuerdos remolones a frutos secos, posiblemente avellana. Final muy corto, pobre.
En la tercera divisé un cereza violeta. Nariz cafetera, con lejanos matices de fruta. En boca un tanto empalagoso, taninos agresivos. Final prolongado pero poco agradable, al menos para mi paladar. Ciertos toques de amargor. Un tanto caústico.
La cuarta supuso un principio de liberación y cordialidad. Un vino fresco, de color negro apicotado, en nariz claras sensaciones de ciruela roja, primero; y chocolate después. En boca, tanino redondeado, sebáceo pero sin ninguna crudeza. Frutos rojos y un magno final chocolateado. Madera. Estupendo vino.
El quinto fue, para mi, junto al anterior, el que más quiso expresar en toda la cata. Color negruzco amoratado, en nariz primero canela y vainilla. En posterior cercanía, notas de pimienta y nuez moscada. En boca, fresco y con taninos agradables. Cierta elegancia. Frutos rojos maduros y especias. Final con amplitud de recorrido. Muy revelador.
El sexto se presentó con un color púrpura. En nariz, inmenso, como los dos anteriores. Frutos rojos y sotobosque primero, menta y cierto toque especiado. En boca se mostró elegante, con un punto de ácido equilibrado. Final con dósis minerales y de nuevo pimienta. Buen recorrido e inmejorable frescura.
Llegados a este punto, tocaba emparejar cada copa con su botella madre, sabiendo que una de las siete botellas presentadas se había quedado en boxes.
La primera copa contenía el Château Talbot 2005 de Saint Julien, vino bordelés (70% cabernet sauvignon, 25% merlot, 3% cabernet franc y 2% de petit verdot, con 13% de grado). Acierto.
La segunda era depositaria del Chryseia 2005 de Prats & Symington, sociedad franco-lusa, cuyo 2003 fue degustado por mi en una cata no muy lejana. Una añada, esta del 2005, decepcionante, con boca insuficiente y escaso recorrido. Nada que ver con la mencionada del 2003. Error.
La tercera servía de depósito al Casa de la Viña Edición Limitada, cuya botella original era todo un dechado de poderio. Un vino medio, que roza en determinados instantes la rudeza. Aburrido y algo empalagoso. Error.
La cuarta era el nido del Torre Muga. Como siempre un vino espectacular, gran expresión y elegancia. Uno de esos vinos de Rioja que huyen de la estricta tradición para aportar notas de actualidad y frescura. Acierto.
La quinta era propiedad del Branca de Almeida de la alentejana Bodega Coelheiros, trece grados y medio y 12 meses de roble francés, merlot, trincadeira y alicante. Vino sorprendente, al menos para parte de los presentes, entre los que me incluyo. Muy expresivo y evolutivo. Error.
Y la sexta y última correspondía al Contino Graciano, vino sabroso, dotado de una nariz magnífica y un gran poder de expresión en boca. Más que recomendable. Acierto.
Los tres últimos, por el mismo orden : Torre Muga, Branca de Almeida y Contino Graciano, fueron mis tres predilectos de la cata ciega.
Una cata de esmerado planteamiento, rica en variedades; planteada de un modo meritorio, que a buen seguro dejará paso a otras posteriores.


"La comida es la parte material de la alimentación; el vino, la parte espiritual" (Alejandro Dumas).

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar